miércoles, diciembre 16, 2009

Adios, adiosito.


Imagen de Koroe en Deviantart

Adios dos mil nueve, les digo mientras les cuento que hoy vi a una niña que me dio paz. Me contó que había encontrado una técnica super novedosa para pintar. Tomen lápiz y papel, no valen las netbook:

Tome usted el pincel. Remójelo en algún color - cualquiera, esto no importa - y luego colóquelo en el lienzo. Ahora, relájese, y pinte con los ojos cerrados "como si la mano estuviera volando". Notará que el color que usted eligió se convirtió en el color que usted imaginaba. Es decir, si usted imaginaba una casa roja, aunque tuviera un color amarillo, saldría la casa más roja que jamás haya visto. Si usted imaginaba una papa frita, del lienzo saldrá el olor.

Yo estuve renuente al principio. Adulto, al fin. Le sonreí y le dije que era hermoso - en verdad me parecía hermoso - y que siguiera pintando así. Al rato la veo, solita, sin alardearle a nadie, pintando con un creyón en un papel, garabatos, hermosos garabatos, con los ojos cerrados y su mano hecha una gaviota que vuela y canta y dale.

Si ella lo cree, ha de ser verdad.

- Había olvidado eso.


Papas fritas y feliz navidad para todos.

Esperen un regalito de navidad por aquí.

Nos vemos en Enero.



- Y mientras tanto, coman galletas aquí: El Galletero Universal.

martes, noviembre 24, 2009

Por estos soles (10)


Foto por: Visual-Shoxx

Por estos soles celebramos a una virgen que creemos solar. También creemos que lo más representativo de Maracaibo “La tierra del sol amada” es el sol, precisamente. Pero no. El epíteto delata que lo amado en la frase no es el sol, sino la tierra, y aún así no se menciona lo más representativo, lo más simbólico de Maracaibo. No, no son los bastante representativos pastelitos. No, no son los muy simbólicos patacones. No, tampoco es la muy destacable Feria de la Chinita.

Es el lago. Y por allá, al escuchar su nombre, el lago voltea “¿Qué, yo?”

Incluso la virgen lo corrobora:

Resulta que tenemos una imagen religiosa que es una virgen. Ahora bien, esta virgen cuando se enoja –pueden preguntarle a cualquier maracucho devoto- enseguida manda “palos de agua”: aguaceros que en una tierra tan desértica como Maracaibo siempre agarran por sorpresa. Interesantes conclusiones podemos sacar de aquí:

1) Una virgen no se enoja. Tiene más la característica de una deidad.
2) Una deidad del sol no se manifiesta a través del agua.

La virgen del Chiquinquirá quizá sea más una deidad del lago, que una virgen del sol. Una deidad que está en su templo, muy cerca de su fuente, de donde no ha podido ser movida, desde donde observa cómo chupan la energía de su lago para llevarla a distintas partes del mundo. Si esto es cierto, resultaría una lástima que Maracaibo haya crecido de espalda al lago: sin sacarle más provecho que la extracción de petróleo y ser el retrete del estado Zulia, puesto que, para los que no lo saben, todas las aguas negras de este estado van a dar al lago, corroborando la conciencia ecológica del zuliano.


Me gusta imaginar al lago como una deidad tranquila y apacible, que hemos tenido la suerte de no enojar demasiado, pero que un día, de tanta basura, de tanta literal mierda que aguanta, vaya a vomitar sus cuatro verdades.


En tiempos de Feria, en donde esta deidad sirve de excusa para beber hasta emborracharse en los ahora “amaneceres reggetoneros” y actuar con más desinterés social que de costumbre; es importante tener cosas como ésta en mente.

Para más información, paséese por las etiquetas de la entrada. Ya el blog ha tocado este tema antes.

jueves, noviembre 19, 2009

Sección del Sr. H.



¿No es eso gracioso?



Que vayas caminando, la semana de la feria, y te encuentres con las ya muy graciosas pancartas promocionando la carnicería de los toros y justo al lado de estas encuentres una promocionando un espectáculo taurino infantil. ¿Acaso no es eso gracioso?

¿No es lindo?

Si tiene personas pequeñitas pegándole a los toros, payasitos y globos con figuritas - ¡mamá yo quiero una de toro! - Y el otro niño diciendo - ¡Y yo una de la oreja, yo quiero la oreja! - como premio por portarse tan bien, en un espectáculo que une a toda la familia en una tradición tan regionalísima y maracuchísima y con tanta zulianidad que no sabemos con qué se come. ¿Acaso no es eso lindo?

En serio, debe ser gracioso.


Sobre todo cuando los niños crecen con la costumbre de la sangre animal, y se conviertan en animales cazando animales, jugando a quién mata más gatos, perros, tachones, en la calle y se burla del hecho de estar manejando mal. Debe ser hilarante, maravillosamente divertido, vivir en una ciudad con gente furiosa todo el tiempo, dispuesta a pegar cuatro tiros a quien sea que se las tire de toro, o a la esposa cuando se pone con cómicas de becerro que no entiende la toreada. Ha de ser hilarante, lindísimo, ¡súper cute!


Seguro que tiene que ser gracioso, ¿no?


¿No es gracioso?















¡Pero está mal!



Y si todavía necesito explicarte las razones por la que está mal, entonces estás mal también, y debes revisarte la cabeza, o declararte irremediablemente maracucho y no tener ganas de mejorar el adjetivo.

Sr. H.

lunes, noviembre 16, 2009

Espejito, espejito...

Agradable sorpresa la de encontrarme, al regresar a la casa después de un largo día, con un libro desconocido descansando en mi almohada. Una selección poética de José Ramón Medina, uno de los poetas más interesantes de...

Miento. No conocía al tipo hasta hoy, lo que lo hace más maravilloso. Aunque ni tanto, como dicen por ahí. No es sorpresa que yo conozca de literatura venezolana lo estrictamente necesario para graduarse de la escuela de letras de LUZ, que no es mucho, digo no sin vergüenza.

Total que me encuentro con el libro tirado en mi cama, lo tomo y lo hojeo: una linda edición de Lumen, que se parece a la de uno de mis libros favoritos de koanes del budismo chan. "La cosa viene bien" me digo. Pregunto, nadie da fe del libro. Es mío entonces.

Poco después de estarle hojeando el prólogo de Eugenio Montejo (vamos, sin miedo, que a ese sí que lo conozco) me llega la noticia de que en efecto me lo habían traído a mí. ¿Me compraron un libro? ¿Al fin? ¿Finalmente un libro y no más franelas que no uso? No. Se los habían regalado en la librería por comprar los materiales para construir una maqueta del sistema solar para mi primita y como no lo iban a leer, me lo trajeron. Ah, bueno, me dije, igual me contenta. Un libro que encontraron en los materiales para crear el sistema solar. Quizá sea el manual perdido de dios.

Lo vuelvo a hojear, ya en la sección de poemas, y me encuentro con este golpe.

Este soy yo. El que mira en ese espejo sin fondo.
Ese soy yo: el pasajero de las aguas cerradas por
el lodo y la piedra. Esta es mi cabeza, mi frente
inválida, mis ojos que auscultan la profundidad de
las cosas fluviales. Este es mi pecho que late
oscuramente con ritmo que sube hasta las sienes, y a
veces duele como un pájaro violento. Estas son mis
piernas sosteniéndome en la calle, por donde voy a
prisa, sin saber quién me llama y me socorre en la
inutilidad de mis esfuerzos. Estos son mis brazos
y mis manos y los dedos con los que escribo, mientras,
a veces en la noche, pienso que es inútil toda
esta larga y despaciosa espera, como si fuera un ave
solitaria tendida en el espacio.


José Ramón Medina, Certezas y Presagios (1984)

Inmediatamente me remite a una personita que conozco, y a la que le tengo mucho aprecio; pero más que a la persona, me remite a un específico texto: "Me parezco a febrero" un texto que recuerdo estaba en este blog, pero que ahora no encuentro. Recuerdo también el haberle dicho a Evaly que yo me parecí también, según esos criterios, a febrero. Me parecí, y a la vez entonces me parecí a esto que leo.

Pasa mucho con estos texto que logran la maravilla -en el sentido viejo de la palabra- de hablar con uno mismo. A mí me parece meterse en agua profunda. Puede salir uno empapado o picado por quién sabe qué cosa. Sin embargo, igualito, así no escribas directamente de ti mismo, te pasa que un lunes cualquiera por la tarde te encuentras con con libro que te abre un espejo y pa'l agua.

Aún así, este es un espejo con destiempo. En mi caso refleja una poderosa realidad, pero antigua, como si fuera el himno de un pueblo perdido. Supongo que estas semillas de Hansel y Gretel que deja esta gente por ahí son espejitos de pueblos perdidos, invocan esas cosas que uno ya casi olvidó.

Espejito, espejito da duro, pienso. Espejito, espejito no tiene piedad. Le veo la fecha al poema: 1984. No me voy a poner a pensar como estos profetas de inodoro que están presagiando el apocalipsis de turno en el 2012; que por ser mi año de nacimiento me habla directamente a mí. Pero hay que ver que Einstein, con su lengua afuera y todo, algo intuía cuando decía que "El universo no juega a los dados".

En fin, a José Ramón Medina lo pueden encontrar en la Europa, para los que están en Maracaibo; los que están en el resto del mundo, regondéense en su amplio abanico editorial, mientras yo me fumo un arguilito verde de envidia.


sábado, noviembre 14, 2009

El hombre, la piedra y la decisión.

El hombre con sombrero salió una noche a buscar a su piedra, pero se encontró con una sorpresa: ahora había dos piedras. Quería hablarle a la piedra pero ¿A cuál piedra le hablaría? ¿Cuál de las dos sería, de hecho, su piedra? Entonces tuvo que decidir: le hablaría a la piedra, o le hablaría a la piedra. Pensó y pensó, luego pensó un poco más y decidió.

- Buenos días doña Piedra ¿Qué tal le va? – Le preguntó el hombre al espejo.

.ojepse le ne ardeip al óidnopser -…-





Carlos J. Díaz
*kaze



Nota: Recuerda ésta a ésta entrada

miércoles, noviembre 11, 2009

Iteración

Busqué el marcador "Tu cuerpo" en papagoogle a ver qué tan rayado estaba. Los resultados fueron los siguientes:

Resultados 1 - 10 de aproximadamente 4.040.000 de "Tu cuerpo". (0,18 segundos)

Tales resultados se pasean desde algunos poemas, textos médicos, canciones de algún grupo de rock hasta algun vulgar reggeaton.

¿No les ha pasado? ¿Que a pesar de tener en manos una frase tan gastada tengan la necesidad imperiosa de usarla? Seguro alguno que otro respondería que no, que podría crear otra frase, que la recursividad de la lengua o qué sé yo.

Pero ni modo, no pude hacer otra cosa. Estas palabras simplemente me estaban taladrando el día. Por eso tuve que incurrir en la iteración:


A Ana

Tu cuerpo es un jardín de botones,
Gritos que quieren descoserse en la aguja
Flores que no son flores que serán flores a mi tacto.
Y pétalos que tiemblan,
y temblores pétalos en cada erizo
En donde me enredo
Para desabotonarme
La vida.


Carlos J. Díaz
Kaze*


martes, noviembre 03, 2009

Por estos soles (09)




Por estos soles se celebrará el “tradicional” encendido de luces de la Feria Internacional de la Chinita. Se trata de un conglomerado de adornos a cada faro, cable, arbolito, arbusto, ventana, cerca, estatua, fuente o simple perro callejero con muy mala suerte; en los que abunda una exagerada cantidad de luces amarillas o amarillentas. Por ahí un tipejo creyó recitar un poema al decir que Maracaibo era la ciudad cuyo “noviembre era soleado hasta en las noches”. No es que la idea de tener más horas de sol alegre a un Maracucho, pero más o menos ilustra la idea.

El encendido de luces se lleva a cabo en el marco de la Feria de la Chinita, feria de la que ya he hablado en este blog, y de la que seguramente haré otra entrada apenas pase por las fechas clave. Sirve de excusa para todo marabino de salir a emborracharse arropado por un ambiente familiar: bullicio sudoroso y eructado, música estridente en cada esquina que no se pone de acuerdo, turba violenta pero sólo consigo misma, perrilla en cada parada, los mismos juguetes, los mismos vendedores ambulantes, los mismos colores que no haría combinar ni Cupido. Kitsch.

Sin embargo, el encendido tiene un origen más bien adorable. Sucedía en aquella Maracaibo de hace unos 10 o 15 años que cada casa de la llamada clase media se llenaba de luces en navidad. Se podía contemplar belleza luminosa, casas cuyos contornos eran adornados por luces. Aún puede verse esta tradición en alguna que otra ventana de apartamento. Lo cierto es que con el tiempo, más ladrones en la ciudad, menos luces que duraban hasta la fecha clave de navidad, menos posibilidades económicas que llevaban a escoger entre tener pesebre o arbolito o luces; fueron empujando las luces a sus periferias: o había luces dentro de la casa donde no se las pudieran robar, o que las tuviera otro que las pudiera costear. Ese otro fue el estado, cuando en uno de estos años del nuevo milenio se inventó un cuento de ser una ciudad “modernísima” y adornó la calle de Bella Vista tal como se hacía en las casas en aquellos años, y como en Maracaibo la navidad comienza en finales de octubre y se va en mayo, se encendían a mediados o principios de noviembre. Aunque no lo sepan los creadores de tal tradición, todo esto viene a cuento con la idea de, en los meses más oscuros, traer más luz. Aquellas culturas que celebran el Yule o solsticio de invierno saben más de esto. Adorable, en verdad.

Lo que no es adorable es que piensen celebrar el encendido también este año, en el que una crisis energética azota diversos sectores de la nación. No es raro, sin embargo, que al maracucho no le importe nada de esto. Tristemente, por estos soles, tenemos una tradición de conciencia anti-verde. No conservamos nada, no reciclamos nada, no cuidamos nada; a menos que nos obliguen. Basta con ver que también es tradicional el ver a la anciana maracucha lavar la acera a pleno chorro, salir de casa dejando aire y luz encendidos, el televisor encendido en la sala cuando absolutamente nadie le está prestando atención, el muchacho que se arregla el cabello dejando el chorro de agua agonizar en el lavamanos, ir manejando y botar por la ventana el vaso o envase que contenía la basura que se acababa de comer; en fin, podría enumerar hasta que se repita la prehistoria, aunque solo baste decir, para concretar el punto, que sigue siendo tradicional la matanza de toros en la feria de la chinita. Resulta la máxima ironía que, en una Feria para un santo, se asesine sin razón alguna. ¿No era que en la religión católica ya no se practicaban los sacrificios?




Esto no es una cuestión política, puesto que el planeta no toma partido en ningún bando político. Puede ser muy cierto que el problema energético sea ocasionado por mala gestión gubernamental, pero no prestarle atención y, lo que es peor, agravarlo, es como aquél que para aliviar una enfermedad del hígado va al bar a beber un traguito –ustedes saben, sirve para el dolor-.

Tampoco es una cuestión de romper tradiciones: no se trata de eliminar por completo algo que nos identifica como pueblo, es permitir que la evolución humana llegue a nosotros. Una propuesta la hace el equipo de Animanaturalis: Una Llama Anti-Taurina, que consta de un encendido colectivo de velas en una noche específica, para formar un espectáculo de luces naturales y vivas, y así intercambiar una tradición destructiva por una posiblemente constructiva. Es “cambiar las espadas por rosas”, como diría aquel grupo español Mago de Oz.

Y en cuanto a las luces, ya nos toca a nosotros, como pueblo, pensar en qué se puede hacer para mejorar esta tradición, para ver si nos queda planeta en donde seguir siendo maracuchos, en donde siga habiendo soles de los que hablar, para que Perdroso el Oso, la mascota de Cerveza Polar, no se convierta en nuestro destino.






* Una respuesta a esto la da don Exodus.

viernes, octubre 23, 2009

El hombre, la piedra y el bloqueo

"Quiero escribir pero me sale espuma" le dijo el hombre a la piedra, con un cuadernito muy feo en una mano y un lápiz en la otra. "¿Será que necesito una posición más de escritor?"

Entonces el hombre adoptó una pose más de escritor, tal como él los veía: mirada lánguida que mira la profundidad del mar en un cuadrito de 30 x 30 colgado en la pared, preparado para escribir los versos más tristes sobre tristes tigres en un trigal de espejos esta noche en un lugar de la manchada vida de cuyo nombre, dice, no quiere acordarse. Entonces se dispuso a escribir.

Luego intentó escribir.

Finalmente trabajó en escribir un poco más.

Pero nada.

Volvió a su piedra, y le dijo: "Quiero escribir, pero me salen piedras"

Entonces la piedra escribió El Ulises en tres puntos imaginarios que se desvanecieron en el aire.

miércoles, octubre 14, 2009

Otra vez la luna y el sol

Antes de entrar en el tema es necesario hacer una aclaratoria fonética: Usted habla con fonemas, son los soniditos que usted mezcla para formar palabras, luego oraciones, luego discursos y chistes y comentarios y dale. Pero todo nace en el fonema, fonéticamente hablando.

Hay distintas clases de fonemas, y para lo que le quiero contar debe saber que existe el fonema del tipo oclusivo o explosivo, que es el que nace de una explosión en la boca tras librar una obstrucción total del aire. Ejemplo, la [p] o la [t] del español. Ambas son oclusivas, ambas son explosiones que se hacen en distintos puntos de la boca. La [k] también es una oclusiva, que se hace en el velo del paladar (justo antes de llegar a la úvula o la “campanita”). Este punto (el velo del paladar) es el punto de articulación de la oclusiva [k], pero también lo es de la oclusiva [g] (en español, piense en gatos para entender la pronunciación de este fonema). La única diferencia es que la [g] es sonora, la [k] no. Pruébelo: ponga su dedito en la garganta mientras hace una serie de [k]s sin ninguna vocal que acompañe, ahora haga una serie de [g]s; notará que en la última hay una vibración, en la primera no. Esta vibración es la sonoridad de la [g] frente a la sordez es la [k]. Comprendido esto, podemos comenzar a bailar.

Estudiando el japonés me encontré con las divertidas palabras que designan los colores básicos. Está Midori para el verde, Akai para algo rojo, Kuroi para algo negro y así. Me llamó especial atención el par que designa a las cosas doradas y las cosas plateadas: Kin iro y Gin iro, respectivamente (se pronuncia como se lee). Kin se escribe con un ideograma específico que representa la noción del oro o lo dorado; así mismo Gin, siendo iro el que designa que se está hablando de algo que es de ese color. Me hizo pensar esta dicotomía en aquel experimento en el que se trataba de comprobar si los sonidos, o fonemas, tienen alguna relación profunda, nebulosa y perdida con el objeto que designan. Es decir, que en la palabra “mamá” los sonidos m-a-m-á tiene alguna relación con aquel ser que engendra. Parece absurdo, sabemos ya que hay muchas lenguas que no hacen la más mínima M a la hora de decir madre, ejemplo “Okasan” en el japonés. Sin embargo algunos sonidos dejan dudas. Cabe destacar la conjunción SL en el inglés, que siempre tiende a significar cosas desagradables: Slime, Slut, Slay, Slaughter. Aún así, sigue siendo terreno escabroso. Lo cierto es que aquel experimento sugería un par de figuras y un par de nombres: Kiki y Buba; y pedía a los sujetos que designaran a las figuras con un nombre. Todos coincidían en lo que ustedes coincidirán:



Sugiere esto que los sonidos oclusivos sordos (KiKi) tienen alguna relación con las explosiones y los picos, en cambio los sonidos oclusivos sonoros (BuBa) tienen una relación con las ondas, o con lo gelatinoso. Pienso entonces en Giniro y Kiniro. Kiniro tiene una oclusiva sorda, relacionada a la explosión y a los picos y designa lo dorado, como un sol. Giniro en cambio tiene una oclusiva sonora, relacionada a las ondas y a lo gelatinoso y designa lo plateado, como la luna. No dejo de pensar, después de eso, que suena bastante solar, la palabra kiniro, y bastante lunar su contraparte. Parece hasta cargar cierto contenido semántico, kiniro, lo dorado, una fuerza oclusiva y sorda, de pico y explosión; giniro, lo plateado, una fuerza oclusiva y sonora, de onda y melodía.

Claro, no hace falta decir lo absurdo que sería sacar una conclusión lingüística de todo esto. A saber, lo de el sol siendo dorado y la luna siendo plateada es una idea bastante occidental. Honestamente no conozco bien la visión de estos astros según los nipones, para poder comparar. Sin embargo no me pueden negar, ahora que la ven, que resulta divertida la coincidencia.

No es un hallazgo lingüístico, pero me gusta imaginar que es un jeroglífico perdido en una sabiduría ancestral. Imaginar no cuesta kikis, después de todo.

martes, septiembre 22, 2009

Por estos soles (8)


Por estos soles se cree en la magia de la palabra. Ésta tiene fuerza y densidad espiritual, el sólo decirla es conjurarla, es hacerla realidad. Es por eso que los hablantes de Maracaibo tienen mucho cuidado con las maldiciones. No escucharán a cualquier marabino dispararle a alguien un “Maldito” sin razón alguna; de hecho, prefieren ante nada cambiar el fonema y así quitarle poder: los maracuchos dicen “mardito” antes que “maldito”. “Es que cuando le decís, vos sabéis, la palabra esa, la vaina es en serio” te explican.

¿Tendrá vigencia esta creencia? ¿Tendrá densidad?

Quién sabe. Yo mismo, hablante de esta ciudad de soles, tengo cuidado de pronunciar la palabra. No me sale de la boca, no sin causar la molestia ósea que producen las palabras no aceptables por la normas por razones menos místicas, como por ejemplo: Emprestar, Inglesia, Ciudac, y otras impronunciables. Escribir “maldito”, no hay problema; la magia está en la voz, en la vibración del aire, creemos.

“Es una palabra fuerte” me dice una viejita imaginaria “verga, que si no. Imaginate que cuando yo estaba de lo más arrecha le dije a Rafito, vos sabéis, la palabrota esa, y en ese momentico le cayó un rayo a la virgen que mirá…

Ahora bien, caminando en maracaibo, te encuentras marditos en cada esquina. La variante "debilitada" de la palabra es usada tanto como el simple "hola".

Explicaciones lingüísticas no se me ocurren. A todas estas el fonema vibrante /rr/ es característicamente más fuerte que el lateral /l/, así que por énfasis no creo que sea. Lo que sí se me ocurre es que la lateral es notoriamente más fina, aunque requiera de menos esfuerzo articulatorio que su fonema compañero el vibrante. Es como si la lateral le diera una densidad filosa a la palabra, cortopunzante, plateada; y la vibrante tuviera las características propias de los golpes amistosos, ese humor invasivo y dicharachero, tan solar y maracucho. Así la lateral queda con una cadencia plateada, como lunar, y ya sabemos que los maracuchos no se la llevan bien ni con la luna ni con sus amiguitos secreteros. Y ahí que vacilen antes de usar el filo de un maldito antes que la machacada vibrante de un mardito. Pero esto no es lingüístico, es de locos que hablan con la luna.

¿Será que la virgen, montada en la luna, se sintió ofendida y de verguenza se le reventó la cara?

¿Qué se nos reventará a nosotros ahora?





Nota para los extranjeros: En el español de Maracaibo la palabra “arrecho” tiene un significado relacionado a la furia, muy distinto al significado que puede tener en México o en Colombia.

miércoles, septiembre 16, 2009

Taylor Mali y su guerrero vikingo.



Con la intención de practicar esto de la traducción, y además compartir uno de mis (no sé cómo llamarlo) favorito, les dejo esto. Las sugerencias y cambios hechos se pueden observar en Facebook.

Sin más preámbulo, señoras y señores: Taylor Mali.



Tony Steinberg: Brave Seventh Grade Viking Warrior
by Taylor Mali


Have you ever seen a Viking ship made out of popsicle sticks
And balsa wood? With tiny coils of brown thread for ropes,
Sixteen oars made out of chopsticks, and a red and yellow sail
made from a baby's footie pajamas?

I have.

He died with his sword in his hand and so went straight to heaven.

The Vikings sometimes buried their bravest warriors in ships.
Or set them adrift and on fire, a floating island of flames.
The soul of the brave warrior rising slowly with the smoke.
To understand life in Scandinavia in the Middle Ages,
You must understand the Viking ship.

So here is the assignment:
The class must build me a miniature Viking ship.
You have a month. And you must all work together.
Like warriors.

These projects are what I'm known for as a teacher.
Like the Egyptian Pyramid Project.
Have you ever seen a family of four standing around a card table after dinner,
each one holding one triangular side of a miniature pyramid until the glue dried?
I haven't either, but Mrs. Steinberg said it took 90 minutes,
and even with the little brother on one side saying,
This is dumb! This is a stupid pyramid, Tony!
You're going to fail this project.
If I get Mr. Mali next year, my pyramid is going to be much better than this!
And Tony on the other side saying,
Shut up! Shut up! You little %#@!
No, no, no, no, no, no, no! Keep holding your side
or I swear I'll kill you after the glue dries!
It was the best family time they'd spent together since Christmas.

He died with his sword in his hand and so went straight to heaven,
which the Vikings called Valhalla.

Mr. Mali, if that's true, that you would go straight to Valhalla
if you died with your sword in your hand,
then if you were an old Viking
and you were about to die of old age,
could you keep your sword right by your bed
so if you felt like you were going to die
you could reach out and grab it?

I don't know if their gods would fall for that,
but it sounds like a good idea to me.

Tony was out for a month before we heard what was wrong.
And the 12 boys left whispered the name of the disease
as if you could catch it from saying it too loud.

We'd been warned. The Middle School Head had come to class
And said Tony was coming to school on Friday.
But he's had a rough time.
The medication he's taking has made all his hair fall out,
and he's a little shy about it.
So don't stare, don't point, don't laugh.

I always said I liked teaching in a private school
Because I could talk about God
And not be breaking the law.
And for an Episcopalian kid who only went to church
On Christmas and Easter, I sure talked about God a lot.
In history of course, that's easy,
Even the Egyptian Pyramid Project is essentially a spiritual exercise.
But how can you study geometry and not believe in a God?

A God of perfect points and planes,
Surrounded by angels and angles of all different degrees.
Such a God wouldn't give cancer to a seventh grade boy.
Wouldn't make his hair fall out from the chemo.
Totally bald in a jacket and tie on Friday morning.
And I don't mean Tony. Not one single boy in my class had hair;
the other 12 had shaved their heads in solidarity.
Have you ever seen 13 bald-headed seventh grade boys,
all pointing at each other, all staring, all laughing?

I have.

It's a beautiful sight. And almost as striking as 12 boys
six weeks later, now with crew cuts on a Saturday morning,
outside the synagogue with heads bowed,
holding hands and standing in a circle
around the smoldering remains
of a miniature Viking ship,
the soul of the brave warrior
rising slowly with the smoke.







Tony Steinberg: El valiente guerrero vikingo de séptimo grado

Por Taylor Mali


Traducción: Carlos J. Díaz.



¿Cuándo han visto ustedes a un barco vikingo hecho con palitos de helado

y madera balsa? ¿Con pequeños rollos de hilo marrón por amarras,

dieciséis palillos por remos, y una vela, roja y amarilla,

hecha con el pijama enterizo de un bebé?



Yo lo he visto.



Él murió con la espada en la mano y así se fue directo al cielo.



A veces los vikingos entierran a sus guerreros más valientes en barcos.

O los echan a la deriva encendidos, una isla flotante de llamas.

El alma del guerrero valiente elevándose con el humo.

Para entender la vida en la Escandinavia de la edad media,

tienes que comprender al barco vikingo.



Así que aquí está la tarea:

Deben construirme una versión miniatura de un barco vikingo.

Tienen un mes. Y todos deben trabajar juntos.

Como guerreros.



Por esos proyectos es que soy conocido como profesor.

Como el proyecto de la pirámide egipcia.

¿Cuándo han visto ustedes a una familia de cuatro alrededor de una mesa de juegos después de la cena, cada uno de ellos sosteniendo un lado triangular de una pirámide miniatura hasta que la pega se seque?

Yo tampoco lo he visto, pero la Sra. Steinberg dijo que le tomó 90 minutos,

y que incluso con el hermano menor a un lado diciendo:

“Esto es estúpido. ¡Esta es una pirámide estúpida, Tony!

Vas a raspar este proyecto.

Si me toca el Profe Mali el próximo año, ¡mi pirámide va a ser mucho mejor que esto!”

y Tony en el otro lado gritando:

“¡Cállate, cállate! ¡Tú @$&#&%&!

¡No, no, no, no, no, no, no!¡ No sueltes tu lado

o juro que te mato después de que se seque la pega!”,

fue el mejor momento familiar que habían compartido desde la navidad.



Él murió con la espada en la mano y así se fue directo al cielo,

al cual los vikingos llamaban Valhalla.

Sr. Mali, si es verdad eso de que si mueres con la espada en mano

te vas al Valhalla,

entonces si usted fuera vikingo viejo,

y estuviera a punto de morir de vejez,

¿Tendría la espada tan justo al lado de la cama

que si siente que se va a morir

la pueda alcanzar?



No creo que se pueda engañar así a sus dioses

pero a mí me parece una buena idea.



Tony faltó un mes a clases antes de que supiéramos qué pasaba.

Y los 12 niños que quedaban susurraron el nombre de la enfermedad

como si te pudieses contagiar de ella si la gritaras.



Nos lo habían advertido. La directora del liceo había visitado la clase

y había dicho que Tony vendría al plantel el viernes.

Pero él tuvo un contratiempo.

La medicina que toma le hizo caer todo el cabello,

y le da un poco de pena.

Entonces: sin mirar, sin señalar, sin reírse.



Yo siempre dije que me gustaba dar clases en la escuela privada

porque podía hablar de Dios

y no quebrantar la ley.

Y para un niño episcopal que sólo fue a misa

en navidad y en pascuas, yo sí que hablaba de Dios.

En la clase de historia es fácil,

incluso el proyecto de la pirámide egipcia es, en esencia, un ejercicio espiritual.

Pero ¿Cómo puedes estudiar geometría y no creer en Dios?



Un Dios de puntos y planes perfectos,

rodeado de ángeles y ángeles de todos los niveles.

Tal Dios no concedería un cáncer a un niño de séptimo grado.

No haría que su pelo se cayera por culpa de la quimio.

Totalmente calvo, enchaquetado y encorbatado en una mañana de un viernes.

Y no me refiero a Tony. Ni un solo niño de la clase tenía cabello;

los otros 12 se habían afeitado la cabeza en solidaridad.

¿Han visto ustedes a trece niños calvos de séptimo grado,

todos señalándose, todos mirándose, todos riéndose?



Yo sí.



Y es una vista hermosa. Casi tan dura como la de 12 niños,

seis semanas después, ahora con sus cortes de soldado, en la mañana de un sábado,

afuera de la sinagoga y con las cabezas gachas,

tomándose de las manos y formados en círculo,

y alrededor de los ardientes restos

de un barco vikingo miniatura:

El alma de un valiente guerrero

Que se alza lentamente con el humo.

sábado, septiembre 12, 2009

El origen de los grandes desiertos.


La foto es de niyebe, de deviantart


Y dale y dale, pero si ya está bien. ¿Qué más le vas a dar, mujer azul? ¿Te dije que me gustaba el azul? Pero no le dejas de dar, y dar. Encontraste ese punto con un color imperfecto, dices. Un color imperfecto. Cosa tan absurda. No es que no sea perfecto, claro, me explicas; es que está en un lugar inadecuado, argumentas. Nada, para ti ese color no va ahí. Está lleno de una antítesis pastosa, un kitsch insoportable, una necia pesadez, una fastidiosa levedad. Es un color inaceptable en ese lugar, como falso, como una mosca muerta en el medio de tu obra. Pero esa mosca la pusiste tú, también, mujer. Tú. Que andabas en tu monstruo caminante, de patas larguísimas, que te lleva hasta el cielo, que pintas el cielo desde el monstruo caminante. Pacum Pacum, que hace el monstruo y tú, pintas el cielo. Nada importa, es el cielo, la pintura, tu gran obra. Ya no te gusta, la cambias, tu gran obra, y ahora el toque magistral es una mosca muerta en el medio de tu obra. Y dale y dale. Ve, que te ayudo.

Le diste y le dimos, hasta que lo rompimos. Ya, mujer, no le puedes dar más, que lo rompiste. Se rompe el cielo sobre ti y no sabes qué hacer, y se caen todos los colores, secos del tiempo, de las historias, de los recuerdos secos y caen, hechos arena. Se cae el cielo hecho arena y se lo traga el desierto, ese desierto bajo las patas de tu monstruo, mujer, bajo las patas de la bestia. Ese desierto se hace gordo, de toda la arena que traga, de todo el cielo que cayó. Se tragó todo mujer, el hambre, se tragó todo.

Ya no hay más que dar. Si acaso se te ocurre darle una pinturita unicolor, monocromática, al cielo desnudo. Si acaso. Porque ya no hay más que dar y dar. No en esta galaxia.

Carlos J. Díaz
Kaze.

lunes, septiembre 07, 2009

El hombre, la piedra y el chisme.


La foto es de Rocabola, en Deviantart



Una piedra parece decirle a la otra piedra que la piedra de al lado le dijo piedra a la piedra. En eso el hombre entra en plena silente discusión y aporta, que la piedra no le debió haber dicho piedra a la piedra, pero que la piedra hizo mal al irse con el chisme a la piedra afectada, en vez de reclamarle a la piedra que en un principio le dijo piedra a la piedra.

Pero la piedra tranquilamente le explicó al hombre: ...


Entonces el hombre entendió, que las piedras no hablan.

lunes, agosto 24, 2009

El hombre y la piedra V

El hombre, la piedra y la rana



Ya llevaba rato el hombre sentado, pacíficamente, junto a la piedra, cuando una rana llegó dando brincos desordenados y se sentó junto a ellos. A la piedra parecía no importarle, pero el hombre estaba bastante incomodado por la presencia de la rana. A pesar de esto, el hombre no dijo nada; se quedó esperando a que pasara el mundo.

Entonces la rana croó, el hombre la miró, y la piedra siguió ahí. El hombre se paró, la rana se fue dando sus mismos brincos, y la piedra no hizo nada.

- ¿Y usted se va a quedar así? ¿Tan tranquila? ¿Después de lo que dijo esa, esa, esa rana? – Inquirió, furioso, el hombre - ¿Va a dejar que se vaya habiendo dicho tales sandeces sobre usted?

La piedra no dijo nada. Estaba blanca, con polvito, gramita, y grietas que la paciencia seguramente había hecho en ella con el paso de los siglos.

- No puedo soportarlo. ¡No soporto la injusticia! Esa rana envidiosa ¡verde de envidia! Por eso dice lo que dice; – espetaba el hombre moviendo mucho las manos - por eso croa como, pues, sí, como rana. Como una rana verde de envidia. Prefiero las amarillas, o las venenosas, esas al menos van directo al grano, sueltan su veneno y ya. No andan croando y saltando por ahí.

Al decir esto el hombre se vuelve hacia la piedra, la observa, la toma alzándola hasta la altura de su cara y le pregunta de nuevo:

- ¿Pero es que en serio no hará nada después de tales insultos, señora piedra?

Pero la piedra no dijo nada, y justo cuando el hombre estaba a punto de devolver a la piedra a su lugar, se dio cuenta de que, debajo de la piedra, descansaban los huesos de algún animalito, quizá un anfibio, pájaro, anfibio que se convirtió en pájaro o viceversa. Entonces el hombre dejó a la piedra en el suelo, al lado del cadáver.

- Ya entendí, señora piedra –dijo el hombre con una sonrisa - ¿Por qué se preocuparía usted? Hagan los que hagan las ranas, los animales, los hombres; será siempre usted la que termine sobre nosotros.

Finalmente el hombre escribió en la panza de un pingüino: “Al saltar, será que la rana cree que el mundo se aparta de ella, pero es ella quien, en cada brinco, se aparta del mundo.” Con lo que el pingüino llevó tal importante pensamiento al excelentísimo círculo de pensadores del polo sur.

lunes, agosto 10, 2009

Por estos soles (7)





Por estos soles me encontré con un perro. Venía camino de regreso a casa, a eso de las 2 y media de la tarde, media hora después de salir del trabajo. El can estaba acostado, o tirado según como se mire, en el estacionamiento de una peluquería pequeña en la misma cuadra de mi casa. No se movía. "Está muerto" me dije, y sin más complicaciones llegué a mi casa.

Pasó el día. Venía de regreso a casa, ya en la noche, habiendo terminado la clase de artes marciales. El perro seguí ahí, supongo que dándose cuenta de que todavía era (me dijo Monterroso) sin moverse ni un ápice. "Está muerto, definitivamente" me dije, y seguí hacia mi casa, pero a causa de la inseguridad y esas cosas que divierten a las madres preocupadas no podía llegar hasta que alguien desde dentro de mi casa me abriera la puerta del garaje para yo tener la posibilidad de meter el carro sin tener que bajarme a abrir ningún portón ni puerta y correr el riesgo de ser atracado.

Pero nadie respondía a mi llamado, nadie me abría la puerta.

Así que seguí manejando dándole vueltas a la manzana y viendo al perro muerto cada vez que pasaba a su lado. En una de esas me pareció verlo moverse. Me estacioné a su lado, bajé el vidrio, y el perro levantó la mirada: me vio. Me miró como diciéndome "Qué, ¿No puede uno estar echado todo el día aquí? ¿Acaso es tuya este pedazo de tierra?". Sonreí. Como no quise entrar en discusión con el can, me fui. "Está enfermo" me dije "seguro mañana amanece muerto, ahí, en el mismo lugar". Al fin pude entrar a mi casa.

Al siguiente día regresaba del trabajo a la misma hora de ayer. El perro no estaba. Más adelante se podía ver a una perra seguida por una jauría. En la jauría, nuestro amigo, caminado a ritmito de cola movida.

"Así que eso era todo" me dije "lo que estaba era despechado".

Y como no toman licor, los perros de maracaibo, se emborrachan de estacionamientos.



miércoles, agosto 05, 2009

Otra voz en el viento


Éste es otro texto que no es mío. Los dejo aquí mientras sigo trabajando en otros proyectos.


Corazón a veces se escribe con E.

Eres de la generación de los playgrounds con piso de concreto, de fracturarse una pierna a los 6 años por no haber pisado la pata del columpio antes de brincar del tiovivo a la cabeza del gusanito de metal. Eres de la gente del coraje, amas con todo, amas de frente, amas con garra, amas con sangre. Amas que dejas un nudo en la garganta cuando partes. Y ríes con la carita toda arrugadita. Y lloras sin dejar de mirarme, sin siquiera pestañear.

Eres la melena azabache de tus ancestros que cabalgaron la pradera, de piel mestiza, fuerte, con olor a historia. Eres la pequeña boca perfecta, el beso suave y preciso como el agraciado golpe de arte marcial, del viejo maestro que sin esfuerzo te parte el alma. Eres sabor a nostalgia, a lanzar los papeles de mi escritorio cuando me asalta el recuerdo de besar tus dientes mientras ríes a cosquillas, a susto en el pecho de tenerte lejos, a sueño mojado, dormido y despierto.

Tu mirada. Que Dios me castigue por intentar ponerla en palabras. Tus ojos sonríen y se abren, con sangre, con garra, tal vez sólo conmigo, tal vez con otros, no lo sé porque no me has mirado a otros ojos sino los míos. Y porque te veo a tu paso ganándote al mundo, con tu acento dulce de pueblo pequeño hablando palabras de metrópolis con muchos museos; con tu reír cantando y tus por favor y tus gracias para quien sostiene el mandato y quien sostiene el lampazo. Y también, tal vez, con tu mirada, de forma de almendras y color del negro salvaje abismo, tu mirada espiral que me succiona hasta tu boca, desde el otro lado del cuarto, desde mi silla, desde mi otra ciudad me halan hasta tu boca, y mis manos entre tus dedos contra la pared, mi cintura empujando contra la tuya con la autoridad de la fuerza de la naturaleza. Desde ese rincón en mi baño para los días de llorar tu ausencia, no hay escapatoria de tus ojos sonrientes que sonríen con esa sonrisa de morderte esos labios que golpean suave en ese lugar donde se quiebran dos almas y se mezclan para formar gritos de amor animal, adolescente, puro.

¿Será así, que nadie lo sabe, y tienes una mirada secreta, y la usas sólo para mí? No respondas, deja que me guste esa canción. Pero no dejes ya que mi cintura te llame, ella insiste en que es natural.

Eres pubertad, eres pisar la grama con los pies descalzos y apretar los deditos para sentir la tierra mojada, eres fugarse del colegio para ir a verte sin que mis padres se enteren, cambiándome la ropa en plena carrera para que no me vean en uniforme. Sí, eres correr sin camisa por la calle, enamorado del amor. Eres la muchachita linda que escucha Matchbox con el chico que escucha Metallica, y se ven tan lindos él de negro con barba y tú de rosado y un cintillo.

Eres la esperanza, eres del Benedetti y de acurrucarse toda la noche. Eres de los lobos, de los melancólicos, de los del viejo amor inolvidable. De los que saben el significado y el trabajo del amor, de los que se tenían que parar de la silla para cambiar el canal, de abrir un libro pesado para aprender.

De aullarle a la luna por la caricia que se fue de la única mano que encaja perfecta entre tus dedos.

No aúlles más, te lo ruego, que la luna me cuenta. Creo que te quiere mucho. Y no le gusta verte triste.

Jesús Rangel

jueves, julio 23, 2009

Lilit





Crees que amas a la primavera y crees que es a ella solamente,
pero te equivocas, como siempre.
Amas al invierno también.
Amas al invierno porque amas la primavera
y amas la primavera porque amas el invierno;
la primavera es un súcubo en el invierno:
lo absorbe todo
para parirlo todo
meses después.
Entre besos roba,
entre besos pare,
entre besos mata,
entre besos da vida.
Crees que amas a una
pero siempre una es dos.
Crees que amas a dos
pero siempre besas a una.
Crees que amas a la primavera y crees que es a ella solamente,
pero te amas en ellas a ti, siempre.

Carlos J. Díaz
*Kaze



Mientras trabajo en una traducción y otras cosas, para no dejar el blog en blanco.

martes, julio 14, 2009

Por estos soles (6)


100 gotas, 100 entradas, 100 más.

Tomo esta entrada de una vieja nota de facebook.


No sé si en otras ciudades del mundo esto suceda, sólo he vivido en Maracaibo. Pero lo cierto es que en esta tierra del sol y lago parece dormir un mundo escondido, secreto. Un mundo que resposa bajo las calles y los árboles y el incesante sol; un mundo que espera ser invocado y que, apenas siente la caricia de las gotas, despierta y se muestra en el espejo efímero que se forma en el asfalto.

Sí, cuando llueve, Maracaibo parece bajar la guardia y dejar que ese otro mundo salga. O así me pareciera al ver las calles tormarse espejos sinuosos que revelan un mundo colorido y oscuro, abstracto y suntuoso. A veces siento que ahí se esconde el silencio de esta ciudad, espantado por la estridencia de los rostros, los humores, los gritos, la nasalidad y las cornetas.

Pero sucede que llueve, y entonces el maracucho revive su miedo ancestral a derretirse en la lluvia, se esconde en su casa y se calla para que no lo encuentren; luego el silencio sale, abrazando al agua, y se derrama por las calles.

Curiosamente, justo cuando termino de escribir esta nota, empieza a sonar una gaita desconocida a lo lejos. Ha dejado de llover.

jueves, julio 02, 2009

El hombre y la piedra IV

El hombre había descubierto que la piedra estaba justo en el medio de una línea fronteriza. Preocupado por los problemas burocráticos, pragmáticos y políticos que esto podría traer a la piedra fue a tratar de convencerla de que se moviera.

- Señora piedra, preocupado por usted vengo a tratar de convencerla de que se mueva, porque el lugar donde está puede suponer para usted terribles vicisitudes pragmáticas, políticas y burocráticas; y a usted nunca le ha ido muy bien con el papel. Así que, para su bienestar, le recomiendo que se mueva, un poquito más allá, o un poquito más acá; a donde usted quiera, pero que se mueva.

La piedra, evidentemente, no se movió.

- Me lo suponía, señora piedra, -dijo el hombre- que usted sería como mi abuela, que nunca quiso moverse de su casa a pesar de la millonada que le daban por ella. Imagínese usted, no quererse mudar por el simple hecho de mantener recuerdos. Las paredes están muertas, son de piedra, ¿no?- inquirió el hombre a la piedra, con vergüenza, por lo que acababa de decir. Entonces trató de remendar. – Lo que pasa, señora piedra, es que una vez puestas en la pared, ustedes como que se mueren. En cambio, puestas ahí, donde está usted, está como más viva. Más en lo suyo, pues. En su ambiente. El problema es que ese ambiente es controversial, y podrían terminar moviéndola, a otro lugar, a una pared, por ejemplo. ¿Ve señora piedra? Tiene que moverse.

Pero la piedra seguía sin moverse.

- Ni modo. Tendré que resolver yo, como siempre.

Entonces el hombre se levantó, buscó en su casa un par de latas de pintura, fue donde la piedra y pintó la mitad que estaba en su nación del color de la nación; luego pasó la línea, dejó unas monedas en el suelo a modo de peaje, y pintó la otra mitad de la piedra con los colores de la nación vecina. Cuando hubo terminado volvió a cruzar la línea, no sin pagar peaje, y se sentó junto a la mitad de la piedra de su nación.

- Creo que la llamaré Berlín.
- …- Refutó la piedra.

martes, junio 30, 2009

Por estos soles (5)





En Maracaibo no son bienvenidos los gatos. Entran en la misma catergoría que las palomas, un poco por debajo de las ratas. De hecho, existen dichos en donde el calificativo "rata" toma un valor positivo, cosa no muy rara en un país donde la astucia truculenta (aquí llamada "viveza: cualidad de ser 'vivo'") es valorada como una cualidad necesaria para tener éxito y ser una persona admirable en la sociedad. Puedes decirle a alguien "eres una rata" celebrando el hecho de que logró cruzar la esquina cuando aún estaba en rojo, ir en dirección contraria y no ser multado, o conseguir, a través de una maraña (sexta acepción), la mejor manera de ganar dinero, a expensas de la economía nacional; pero nunca escucharás a alguien que ande por estos soles decirle a otro "eres un gato".

A pesar de eso hay muchos gatos por estos soles. Muchos. Por las calles, por las casas (la mayoría de las veces sin invitación), por los negocios de comida, por las pizzerías. Son vistos como una plaga, como transportadores de enfermadades, como animales sucios y asociados a lo negativo. Aquí no sólo el gato negro da mala suerte. Aunque no existe la creencia establecida, son pocos los marabinos que se sienten cómodos frente a la mirada de un gato. Mucho menos se sentirán cómodos ante el cariñoso tacto de uno, si es que alguno -con tanta adversión que sienten contra los maltratadores marabinos- se le recuesta a las piernas acariciando con su pelaje. Es popular la creencia de que los gatos, al tocar, producen "empeines" (manchas en la piel), pueden dejar ciega a una persona (con los pequeños pelos que sueltan) y enferman a las embarazadas. Incluso son vistos como símbolo de homosexualidad (vista como una enfermedad por estos soles), y hasta un e-mail cadena anda por ahí resaltando los valores masculinos del perro frente al femenino gato.

No es raro, si uno se pone a pensar. El gato es un animal lunar, esta ciudad es solar. Es poco observada, pensada, dicha, la luna en Maracaibo. Y cuando es dicha, cantada, loada; no es escuchada. El marabino está bajo el sol tanto tiempo que de noche olvida a la luna. Quizá por ahí vaya algo de su rechazo al gato, animal mítico en otras tantas culturas.

Será por eso que los gatos son el blanco predilecto para cualquier caza informal en esta ciudad. Los conductores, especialmente los de camioneta, suelen apuntarles cuando los consiguen cruzando una calle. Se suman puntos si logran darle a uno. Estampados están decenas de gatos en el asfalto derretido de la ciudad. Alfombra de pelos y cosa pegostosa que nadie recoje, que nadie mira, que nadie limpia, que nadie ve. Son gatos, gatos muertos en las calles hay muchos. También hay perros, claro. Pero incluso la mayoría de los perros callejeros consiguen una casa que cuidar. Los gatos consiguen una buena tumba en la carretera.

También se les mata por gusto. Los jóvenes de la ciudad tienen por deporte el amarrarles una bolsa de plástico, o una lata, en la cola tras lo cual el gato huirá irremediablemente del sonido hasta morir de un infarto. Risas de los jóvenes aquí "Ay, chamo, te pasaste" por allá. Risas. Se van.

O con piedras, o con perdigones, o con palazos, o simplemente ahorcándolos. Es un animal que no extrañará nadie, de cualquier forma.

Es por eso que uno, dueño de gatos, tiene que recurrir a castrarlos. Así el gato que viva en una casa no saldrá de la misma, no irá a hacer lo que debe hacer, a ser gato, a ser natural. Un animal sin genitales pero vivo.

Yo no castré a mi gato, porque soñé con tenerlo al natural.



In memoriam: Papa Frita, que lleva 2 semanas sin venir a casa, y vivió en Maracaibo, en donde no son bienvenidos los gatos.


De los gatos y la luna también hablé en esta entrada: La luna en el agua.

miércoles, junio 24, 2009

El hombre y la piedra III



En pleno sol la piedra parece tomar un descanso cuando el hombre llega. Éste, resuelto, se sienta junto a ella. Todo está blanco, muy blanco. Como si al cielo se le hubiera derramado la témpera blanca sobre la tierra. Así de blanco.

- Usted está muy blanca hoy, señora piedra. Casi no la puedo ver – dijo el hombre viendo, con ojos entornados, la blancura que se desprendía de la piedra. También observa todo su entorno. - La verdad es que no es sólo usted. Todo está blanco. Muy blanco. Como si al sol se le ocurriera, de repente, a pleno día, prender todas las luces.

Luego de mucho observar a la piedra, al mundo, a las dos cosas que no tenían punto divisorio, lo entendió.

- Ya lo entendí, señora piedra. Usted es blanca. Muy blanca, hasta que apagan la luz.

Entonces, el hombre, al levantarse e irse, apagó la luz; pero no terminó de irse. Se volvió hacia la oscuridad, caminó, tanteó un poco, y se sentó junto a la piedra negra a comer un repentino ponquecito.

- Usted está muy negra hoy, señora piedra.

lunes, junio 22, 2009

Por estos soles (4)




Por estos soles no hay demasiadas ranas, a diferencia de los soles de Japón, que parecen llorar renacuajos de cuando en cuando. Claro, no será raro encontrarlas si das una caminata por las riberas del lago; aquellas que, nutridas de follaje anfibio, ofrecen refugio a los cantantes de los estanques.

Ahora, lo que es la ciudad está desprovista de ranas y sapos: el sol, o los chinos de la ciudad, no las dejarían vivas por mucho tiempo. Con esta condición poco anfibia resulta extraño escuchar a Aníbal Rodríguez, por mucho uno de los mejores cuenteros de la ciudad, si no el mejor; cuando relata la historia, quizá conocida ya por muchos, del sapo y la princesa.

No, no es éste el típico cuento de la rana que es besada por la princesa y mágicamente se convierte en príncipe, no; pero hace alusión. Y cabe que destacar que aquí lo adapto, pobremente, al formato escrito: en realidad este cuento es para contarse en vivo.

Cuenta la historia que una bella princesa se sentía inconforme con los príncipes que le declaraban amor. Todos ellos tenían bonitas intenciones; pero ella no quería bonitas intenciones, quería príncipes bonitos. En medio del dilema de tener que rechazar príncipes por no encontrar uno que cumpliera con sus estándares, recordó la historia de aquella rana que, siendo besada, se transformó en un hermoso príncipe con quien pudo construir su feliz para siempre. Así, la princesa, con la idea de encontrar una rana mágica, partió a las orillas más verdes del lago, en donde encontró, sin mucho buscar, un sapo.

"Sapo" le dijo la princesa "Sapito, mirá, ¿Vos sois de los que si yo te beso te transformáis en príncipe?"

El sapo, que no era bobo, le respondió "Sí, claro que sí, ¿No me veis?"

"Bueno sapito, te voy a dar un beso, pero te transformáis" Y la princesa, ante el asco que le producía el sapo: chiquito, verde, y feo; le lanzó un beso en el aire, sin mucho afán, pero al ver que no se transformaba le refutó "¿Qué pasa pues, sapito?"

"No, es que me besaste así en el aire fu fu, no, así no hay magia, así no hay transformación. Tenéis que besarme de verdad"

" 'ta bien sapito. Te voy a besar. Pero te transformáis" Y la princesa, esta vez, lo besa, no sin arrugar el rostro producto del asco.

Pero el sapito no se transformó.


"¿'tonces sapito? ¿Qué pasó?" Reprochó la princesa.


"No, mujer. Me besaste feo, sin ganas, sin cariño. Como si yo fuera una cosa chiquita, verde y fea..." dijo el sapo, luego reflexionó y continuó "bueno, sí, soy chiquito, verde y feo. Pero tenéis que besarme con cariño, con amor, porque sin amor no hay magia. Sin amor no hay transformación" Sentenció el sapo.

Con tal sentencia la princesa se dispuso a imaginar que besaría cualquier otra cosa, cualquier hermoso actor de cine, y lo besó: con pasión, amor y lujuria.


Pero el sapo no se transformó.


Se transformó la princesa, codiciosa, en una mosca que el sapo, hambriento, de un lenguetazo, comió.




Aníbal Rodríguez, hace no mucho, sufrió de un ACV; aún anda en la dirección de cultura de la Universidad del Zulia, y sus cuentos todavía hacen eco en nosotros, los que aprendimos de él.

Este cuento lo pueden escuchar en la BPZ, usualmente, a eso de las 10 de la mañana. Es uno de los cuentos que más disfruto narrar.

Nota: la imágen es un still de la película La Princesa y el Sapo, útima adaptación de Disney del cuento ya citado. El trailer aquí.

miércoles, junio 17, 2009

El hombre y la piedra II

A grandes amigos que aprenden por experiencia ajena.




En la noche, el hombre volvió al peñasco.

- Se aprende mejor por la experiencia ajena, Sra. Piedra, así que hagamos esto – dijo el hombre mientras se quitaba el sombrero, se agachaba, tomaba la piedra, y la lanzaba al mar. Entonces, cuando la piedra no fue más que un chapoteo, el hombre gritó - ¡Cuénteme, Sra. Piedra ¿Qué tal se siente el mar?!

- … - Informó la piedra.

martes, junio 16, 2009

Por estos soles (3) y paso III




Por estos soles también zarpó, el pasado viernes, el submarino amarillo, grupo de jóvenes en el cual me incluyo, que con su evento inaugural anuncia atrevida intención de refrescar el ambiente cultural de la ciudad. De traer colores, pues.

¿Pero qué colores? ¿Una ciudad con tanta luz necesita colores?

Ciertamente no necesita más luz ni más calor, mas lo que sí necesita es una mejor y más amplia promoción cultural, especialmente de la literatura. Para nadie es sorpresa: Maracaibo es una ciudad que no lee, y no lee porque le enseñaron que leer era aburrido. ¿Quienes son los culpables? Eso ya no importa, quizá sean hombres de ninguna parte, quizá sean "malosos azules", lo cierto es que hacen falta colores y el submarino los trae.

Sorprende tener que decir que Maracaibo no lee, o mejor dicho, ya no lee; pues resulta impensable que una ciudad cuyos nombres comunes eran joyitas como Hermócrates, Hermes, Melpómenes, Hipócrates, Tolomeo, y otros nombres propios de la raíz de la cultura occidental, no lea. Pero lo cierto es que sí, que los dueños de esos nombres ya tienen 50 o 60 años de edad, y que si los nombres son indicadores del nivel cultural, los nuevos indicadores dejan mucho que desear. La verdad es que Maracaibo era una ciudad lectora y productora de literatura, de eventos y de mucho movimiento en el mundo de las letras. Pero con el paso del tiempo y por razones que no entiendo aún el mundo cultural se fue apagando y ocultando.

Ya en el los últimos años empezaron a suceder dos fenómenos: a todo evento cultural sólo iban los mismos 20 que siempre van a todo lo que tienen que ver con arte (llámese "amigos de los artistas") o los mejores eventos nunca tenían suficiente promoción, por lo que nadie se enteraba. Y cómo culpar que no fuera la gente si no se enteraba, si todos los medios estaban demasiado ocupados con otros asuntos más serios, asuntos con monóculo y banderita, como para ocuparse de sandeces como la cultura y el arte.

Sin embargo, no hay que alarmarse. Maracaibo parece despertar en sus jóvenes. Pequeños movimientos por aquí y por allá ya se pueden sentir. Resalto aquí la labor de grupos como Per-versos y la labor de aquellos grupos aislados que están trabajando por la cultura de la ciudad.

El hambre de cultura despierta a los hambrientos. Maracaibo renace.

we all live in a yellow submarine!

Felicitaciones a todos :)


domingo, junio 14, 2009

El hombre y la piedra I

El hombre se sentó junto a la piedra y le preguntó su nombre. La piedra, naturalmente, no respondió.

- Yo sé, yo sé – le dijo el hombre – te llamas piedra. Pero te llamas piedra sólo porque nosotros te llamamos piedra. No te puedes llamar piedra en español, rock en inglés, pierre en francés y quién sabe qué otros miles de nombres en otras miles de lenguas. No, ese es el nombre que te pusimos nosotros – le explicaba el hombre agitando las manos – pero no puede ser el nombre verdadero.
- … - La piedra permanecía inmutable.
- Está bien, está bien. Si no quieres responder no respondas – le dijo el hombre – mi nombre es Juan. Juan Augusto. Mucho gusto, jeje. Sí, porque hace rima, Augusto, gusto… en fin – explicaba mientras miraba a la piedra -, verá, es complicado hablar con usted si no sé su nombre. Yo sé que tiene usted una costumbre, una tradición más bien, por no hablar con nosotros los que, bueno, nos movemos. ¿No podría hacer una excepción –insistía el hombre – y decirme su nombre?
- …- Y la piedra permanecía ahí.
- Está bien, piedra, rock, pierre o quién sabe qué nombre. Me quedaré por aquí como usted, si no le molesta. Pero desde ahora olvide que me llamo Juan. Me quedaré aquí, con usted, como usted, pues, sin nombre.
- …- Seguía la piedra.
- …- respiró el hombre.

martes, junio 09, 2009

Por estos soles (2)





Por estos soles también anduvo Jusayú, el niño shuá, que hasta ayer lunes contaba, con un español bañado de wayuunaiki, historias de su pueblo. Del señor Miguel Ángel Jusayuú siempre me han sorprendido varias cosas. El hecho de que fuera un wayúu escritor no es gran cosa, tanta cultura poseen los wayúu que lo que sorprende y entristece es que no estemos nosotros bañados de sus soles. Más me sorprendió y aún me sorprende la determinación de, después de quedarse invidente a raíz de una enfermedad mal tratada, aprender a leer y escribir en braille y de ese mismo sistema valerse para lograr sus tantos reconocimientos académicos y literarios.

También me sorprendió y cautivó la magia con la que me contó que, hace mucho tiempo, cuando los animales hablaban, existió un mapurite que preparaba tabaquitos para vender. Los preparaba y los metía en una bolsa tejida, para luego viajar a Riohacha y venderlos en el poblado. Cierto día se encontró con un conejo, aprovechado y tramposo (como todos los conejos) que lo convenció, tras varias artimañas, de regalarle un tabaquito. Al rato, se disfrazaba de un animal distinto y volvía a presentarse frente al mapurite, que todos sabemos que es corto de vista, y lo engañaba birlandole otro tabaquito. Y así continuó el conejo hasta dejar al mapurite sin tabaquitos para vender. Mas tan tonto no era el mapurite, pues pensó y pensó y logró darse cuenta de que era el conejo el que lo había engañado. ¿Cómo?, pues ningún otro animal tiene las patas tan grandes y si bien las orejas las puede esconder, las patas jamás. Entonces el mapurite armó su venganza: preparó unos tabaquitos que, como ingrediente principal, tenían la muy famosa esencia de su cola: orine de mapurite.
De la misma manera que el día anterior, llevó sus tabaquitos por el mismo camino por donde se había encontrado al conejo. No fue sorpresa cuando éste, aprovechado, se acercó al mapurite con las misma artimañas.
- No hay problema, Señor Conejo, tengo un tabaquito especial para usted por ser tan buen cliente - le dijo el mapurite al conejo con toda amabilidad.
El conejo no perdió oportunidad, tomó el tabaquito, lo encendió, lo aspiró e inmediatamente sufrió las consecuencias: empezó a estornudar infinitamente.
El mapurite, satisfecho, vio como el conejo saltó y saltó hacia el horizonte, estornudando. También, con su corta vista, pudo ver a los hijos del conejo, y los hijos de los hijos del conejo, y los hijos de los hijos de los hijos del conejo que nunca pudieron detener la maldición,. Es por eso que, aún hoy en día, se puede ver a los conejos del mundo moviendo, eternamente, la nariz.

Este sol me regaló Jusayú, desde la alta guajira, un día en el centro de artes Lia Bermudez, en donde se dispuso a contar cuentos en el marco del Primer Encuentro de Literatura Infantil Zuliana, hace ya 3 años.

Sí, por estos soles, desde otros soles, anduvo y seguirá andando, Jusayú.

*También hablé de Jusayú, y de la sala de lectura en su nombre, en esta nota.

** Este cuento también está escrito en este libro.

domingo, junio 07, 2009

El hombre y la piedra (y el pingüino)







De la serie "El hombre y la piedra"


- Que no puedo darle de mi comida, señor pingüino – dijo el hombre en la tina, comiendo su hamburguesa – es mía, y tengo mucha hambre.

El pingüino observaba, con mirada de perrito regañado, al hombre en su tina. No se bañaba, para él el agua estaba en extremo caliente, sólo quería un mordisquito de la comida que el hombre comía en su tina. Uno solo, de hamburguesa, de papas; hasta un sorbo de la bebida sería bueno. O al menos eso pensaba el hombre, que en su tina, rehusaba de la propuesta hecha por los ojos del pingüino y decía:

- No me mire así. Además, esta hamburguesa es de carne, no de pescado. Usted come pescado, no carne, y aquí no hay ningún pescado. Sólo usted y yo, y la comida claro. – Pero el pingüino no se movía. Finalmente el hombre sucumbió ante la mirada del pingüino y dijo – oiga, hagamos algo. No le puedo dar hamburguesa, porque es pequeña y tengo mucha hambre. Pero puedo darle un poco de papas fritas.

Feliz, el pingüino se acercó a las papas. Picoteó una que otra papa, y luego se fue, dejando al hombre sólo en su tina, con los dientes adoloridos, por intentar comer una piedra.

Carlos J. Díaz
Kaze

sábado, junio 06, 2009

Paso II



Apuntas a un mar.

O varios.






























Del evento en Facebook la Página es: Aquí

Del Submarino Amarillo un poco de información: Aquí

Un contacto al sistema de comunicaciones del submarino en submarinoamarillisimo@gmail.com

Ricas papas fritas: Aquí

martes, mayo 26, 2009

Por estos soles.




Son pocos los maracuchos que conocen al Lago de Maracaibo por su verdadero nombre: Lago Coquivacoa. No es fácil saberlo, tampoco. Es un nombre que se perdió en la memoria de los primeros pobladores, en las arrugadas y asoleadas mentes de los ancianos en la plaza Baralt, en los libros que nadie lee y en el canto de las olas en las riberas lacustres.

También son pocos los que saben que antes, cuentan los primeros pobladores, no había lago, sino un palacio enorme en donde vivía el dios Zapara (de donde sale el nombre de la isla tan visitada en vacaciones) y su hija Maruma. Se cuenta que cierto día Zapara salió de caza, pero tardó mucho y su hija, preocupada, se fue con arco y flecha a buscar a su padre y a ayudarlo. Su suerte fue que consiguió una presa antes de conseguir a su padre y, teniendo arco y flecha, se dispuso a cazarla. Lamentablemente para su reputación como cazadora, la presa fue atravesada por múltiples flechas antes de que ella lanzara alguna: otro cazador la había alcanzado primero. Maruma se escondió en los matorrales y esperó a que su rival apareciera. Un dios enemigo, un demonio, un ser extraño quizá; pero no. Apareció ante sus ojos un joven cazador, el hombre más bello que haya visto jamás. Maruma, para atraerlo, le cantó canciones y recitó poemas. El muchacho, encantado por la voz de la princesa divina, se enamoró perdidamente.
Juntos fueron al palacio, se encerraron en el cuarto, e hilaron pasiones y amores infinitos. Cantaron y recitaron poemas en un deleite espeso que los sacó de la realidad.
Mas ese mismo canto, ese mismo deleite, ese mismo embeleso fue los que los condenó. Enamorados, ciegos, no se percataron de la llegada del padre de Maruma, ni de cuando éste abrió la puerta, ni de cuando el mismo, de la furia incontenible que sintió, dio un pisotón tan poderoso que hundió palacio y terrenos cercanos en una gigantesca tronera que se fue llenando de los ríos que pasaban cerca, y se fue llenando, y llenando, hasta ser cuenca, hasta ser lago, hasta ser Coquivacoa; lago en donde apareciera, mucho después, la famosa tablita de la virgen de Chiquinquirá.
Los amantes, deleitados, placenteros, locos de pasión, se llenaron de agua pero nunca dejaron de cantar. Se llenaron del tiempo pero nunca dejaron de recitar; y es por eso que las olas de este extraño lago aún conservan cierta magia, como si cantaran, como si recitaran. Así también lo cuentan los poetas del siglo XX del Zulia que, encantados por este lago, dejaban salir sus palabras como olas de poesía.

O así lo cuentan los que aún creen que el lago no es sólo el lago de Maracaibo, no sólo una masa de agua ahora contaminada por petróleo, lemna, aguas residuales, desechos tóxicos y cuánta cantidad de basura. Es también un espíritu, un Coquivacoa, que en sus olas arrugadas nos recita: La realidad, sin su ficción originaria, no se sustenta.