lunes, diciembre 05, 2011

Me hubiese gustado

- Bésame - le dijo, una mano en el suelo y otra tratando de tapar la sangre. - Bésame, no quiero morir sin haber sido besada nunca.

Él, lentamente se deslizó por su cuerpo herido, la abrazó y derramó sobre sus labios ternura y lástima. Un buen beso.

Contenta al fin, y ya yéndose del mundo le dijo - me hubiese gustado estar enamorada de ti.

domingo, agosto 28, 2011

La marea en la lata

Hay en mi piel capullos que se abren con tu tacto
como lo hicieran si gotas de agua.
Gotas de lluvia,
apenas
eso.

Y no:
digo una negación.
La digo al aire para esconderte de mí
y de todo lo que me he inventado y te he inventado,
para esconder la evidencia de estos capullos, botones, semillas.

Porque quiero dormir en mi madriguera de tierra y sal
lejos del mar que te trajo,
que tejió la arena
y las nubes,
azúcar

piedra
pedacito de estrella
multiplicidad de lados infinitos
que reflejan la luz de lo que no te dije ayer
y que tampoco te diré en el entramado fantástico del mañana.

Porque mañana me pedirás ayuda igual que hoy
y te la daré igual que ayer
porque dependo
de tu sonrisa
chau.

martes, junio 07, 2011

Sólo combustible

"-¿Sabes lo que creo? - Dice ella. - Que los recuerdos de la gente son, quizá, el combustible que los mantiene vivo. Que esos recuerdos sean o no importantes de nada vale, mientras mantenga viva la llama de la vida. Son sólo combustible. Publicidad en los periódicos, libros de filosofía, fotos calientes en las revistas, un paquete de billetes de mil yenes: cuando los echas al fuego, son sólo papel. El fuego no piensa: 'Ah, esto es Kant,' o 'Ah, esto es la edición vespertina de Yomiuri,' o 'Qué buenas tetas,' mientras quema. Es exactamente lo mismo. Recuerdos importantes, recuerdos no tan importantes, recuerdos inútiles: no hay distinción. Son sólo combustible."

Haruki Murakami, After Dark

La traducción es mía.

lunes, junio 06, 2011

Cuando ella lee

Cuando ella lee se me olvida que Maracaibo existe. Se me olvida también que las piedras están por ahí, por algún lado; que las nubes o que los pájaros vuelen entonces no importa demasiado. Es así. Es tan fuerte la impresión y explosión que causa su sumergimiento en lo que lee que, nada, no deja nada a su alrededor.

Una vorágine.

Un vórtice.

Algo que coma mucho más que eso, con más furia y más hambre. Y así me absorbe a su centro, al lunar que apenas descubrió hoy en su propia boca.

¿Qué hacer entonces?

Nada.

Qué se le va a hacer.

Si ella está ahora, quieta, pasa que pasa la mirada, los ojos, esa mirada tan seria, tan fuera de ella y tan dentro de ella en las páginas.

Nada.

Me vuelve nada.

Cuando ella lee.

sábado, junio 04, 2011

Pasa

Pasa.
   Que la ves y que quema, que sigue ardiendo.
Que todos los árboles del mundo relampaguean y revientan los oídos de la tierra
Que es el eco absurdo de las estaciones y su insistencia.
              En la noche larga.
Y todos los abriles
Son tus oídos y tus ríos y
tu todo de la nada.
Porque ella ahora es nada,
             porque siempre ha sido todo.

Y está ahí.
En el ahora absoluto.
Sigue estando ahí.
Siguiendo,
Pasando,
Porque pasa.
Ahora
Pasa.

martes, marzo 29, 2011

Abandonar

No queda de otra que a veces abandonar
en plena furia,
en pleno frío
bajo el escombro de la casa aplastada.

No queda a veces de otra que abandonar
al árbol en el follaje
a la piedra en la playa.
Abandonar la ola en su retorno
al sol en plena noche,
la flor en la tumba,
la ceniza en la mañana.

Un grito de mono alerta que hemos de seguir el camino,
y no queda otra a veces que el grito
junto al brinco
del furioso mono incansable
que sólo abandonado se sienta al fin:
Sin grito.
En calma.
En compañía de todo lo abandonado,
del árbol,
de la piedra,
la ola,
la flor,
la ceniza.
Quizá también una nube,
un cielo al fin despejado
o despellejado.
Abandonar,
porque siempre estará ahí.
Y sólo abandonado
Se hace
Eterno.

sábado, marzo 19, 2011

De poesía

Qué voy a saber yo de poesía
si lo mío es un empeño tan distinto:
Respirar correctamente
a todo momento
y masticarme vivo.


Ni una puta idea del ritmo
o melodía.
Toda música aquí es
accidente planificado
en una lectura que no recuerdo ahora,
y que ya no es
música.

Más sabe de poesía el pastelitero,
de papa y queso:

‘Jamón metasensorial’.
Tan una palabra tuya,
mirá.

Él no:
él sirve lo que le piden,
cobra lo que le dan
y sonríe.
Jurá que te echa un chiste
con ritmo
y melodía
mientras el quesito puntúa.

Yo no sé nada de poesía, viejo.
Él sí.
Y yo, que no,
no la estudio porque hoy:
(especialmente hoy)
tengo hambre.

El hombre, la piedra y el abandono

Cierto lamentable día el hombre se tuvo que ir: consiguió algo que le dijeron que estaba buscando en una parte insospechada pero, según le dijeron, completamente obvia y conveniente para sus nuevos fines. Esto, le avisaron, hizo muy feliz al hombre; pero el hombre no quería partir así por así, sin despedirse de la piedra. Así que fue y se despidió, con un pesado sentir de culpa.

- Adiós, piedra – dijo el hombre soltando una lagrimita.
- …- respondió la piedra.

Y partió el hombre.

Pasaron meses, pero el hombre jamás dejó de pensar en la piedra. ¿Qué luz vespertina la estaría coloreando esta mañana nocturna? ¿Cómo se sentiría? ¿Cómo estaría cayéndole el abandono en el cual él, mal hombre, la había sumergido por buscar un éxito personal? No soportó más, y volvió a donde estaba su piedra.

Al llegar, la fue a ver sin más.

- ¡He vuelto, piedra!
- … - respondió la piedra.

Esto dejó perplejo al hombre: la piedra seguía igual, en el mismo lugar, sin ningún atisbo de cambio, de dolor, de envejecimiento siquiera. No lo extrañó para nada. Puede él existir o no existir, irse y morir, y la piedra seguirá estando ahí, dando la misma respuesta.

Ante este pensamiento, el hombre no pudo evitarlo, se sintió abandonado. Y así, alegremente, se abandonó a sí.

domingo, marzo 13, 2011

Colombianos en Japón

Me llega esta información al facebook, desde www.radioclublatino.com, una radio latina en Japón. La copio aquí para que llegue a más personas.

Listado de personas que están en Japón y reportan tranquilidad a sus amigos y parientes en Colombia:

Iván Darío Gonzáles Cabrera
Raúl Mier
María Rico
María Elisa Pinto (fuera del país)
Carlos Santacruz
Paula Esquerra (fuera del país)
Pilar Baquero
John Alexander Cruz Mora
Nataly Nicholls
Gladys Saavedra (Iwake ken)
Solmaria Pinea (Iwake ken)
Néstor Fernando Isaza (Sendai)
Janny Astrid Loaiza Chica y familia
Natalia Restrepo
Julian Lasprilla y familia (Nagoya)
Angelo Lyerzkysky
Jimmy Barra Zapata
Flower Sánchez
Luz Meri Yamada y familia
Felipe Andrés Carranza Blanco (Fukuyama)
Cristian Olguín
Gloria Arbelaez
Sandra Milena Vergara (Sapporo)
Oscar Arenales(fuera del país)
Oscar Mauricio Rodríguez López
Juan Corena Bossa
Javier Gutiérrez
María Isabel Archila Amaya (Tokio)
Nicolás Botero (Osaka)
Viviana Carolina Lugo Ruíz (Tokio)
Jenny Astrid Loaiza Chica y familia (Kanawa Ken)
Betsy Forero (fuera del país)
Mónica Álvarez (fuera del país)
Oscar Gómez (Sendai)
Luis Ospina
Lina Conde
Ramón Eduardo Argote
Alejandra Velasco Calero
Ricardo Quintero (Nagoya)
Padre Carlos E. Martínez (Karuizawa)
Maria Stella Barrera Sánchez de Kuizumi y familia (Chiba)
Camila Plata (Furuhata)
Lina María Idarraga (Nagoya)
Diana Peralta
Blanca Oliva Vargas Moreno
Rosmery Cardona
Miriam Hirai
Miriam Benites
Patricia Botero
Felipe Londoño
Edith Endo
Andrés Macias
Juliana Buriticá
Luz Adriana Gómez Galvis y esposo (Tokio)
Ana Liliana Mejía (Fukushima)

viernes, marzo 11, 2011

Sobre el "Jishinso-tohoku", terremoto en Japón

Nada puedo decir yo que no digan mejor los informantes en twitter, entre los que destacan @aasaian y @lamonse. Sin embargo, quizá las mejores palabras sobre el terremoto -lo que debemos hacer, y mejor, lo que podemos hacer- las dice el señor Sapo, de Super Frog saves Tokyo, por Haruki Murakami.

El señor Sapo debe pelear con Worm (Gusano) y así evitar el gran terremoto, pero no puede solo, necesita al señor Katagiri. Aquí una conversación antes de la gran lucha:


“But still, Frog,” Katagiri said. “I’m not particularly strong, and I don’t know anything about what’s happening underground. I don’t have the kind of muscle it will take to fight Worm in the darkness. I’m sure you can find somebody a lot stronger than me—a man who does karate, say, or a Self-Defense Forces commando.”
Frog rolled his large eyes. “Tell you the truth, Mr. Katagiri,” he said, “I’m the one who will do all the fighting. But I can’t do it alone. This is the key thing: I need your courage and your passion for justice. I need you to stand behind me and say, ‘Way to go, Frog! You’re doing great! I know you can win! You’re fighting the good fight!’”
Frog opened his arms wide, then slapped his webbed hands down on his knees again.
“In all honesty, Mr. Katagiri, the thought of fighting Worm in the dark frightens me, too. For many years I lived as a pacifist, loving art, living with nature. Fighting is not something I like to do. I do it because I have to. And this particular fight will be a fierce one; that is certain. I may not return from it alive. I may lose a limb or two in the process. But I cannot—I will not-run away. As Nietzsche said, the highest wisdom is to have no fear. What I want from you, Mr. Katagiri, is for you to share your simple courage with me, to support me with your whole heart as a true friend. Do you understand what I am trying to tell you?”

Lo traduzco aquí en español:

"Pero aún así, Sapo" dijo Katagiri "No soy particularmente fuerte y no sé nada de lo que pasa bajo tierra. No tengo la musculatura necesaria para pelear con Gusano en la oscuridad. Estoy seguro de que puedes encontrar a alguien más fuerte que yo. Alguien que haga karate, por ejemplo, o un comando de las Fuerzas de Auto Defensa.
Sapo giró sus grandes ojos. "A decir verdad, señor Katagiri" dijo, "yo soy quien peleará todo el tiempo. Pero no puedo solo. Ésta es la clave: necesito su coraje y su pasión, su sentido de la justicia. Necesito que se pare detrás de mí y me grite '¡Dale duro, Sapo! ¡Ya está listo! ¡Tú puedes! ¡Estás peleando la que es!'"
Sapo abrió sus brazos y luego, con sus manos de sapo, palmeó sus rodillas.
“Le soy honesto, señor Katagiri, el solo pensamiento de pelear con Gusano en la oscuridad también me aterra. He vivido como un pacifista por muchos años, amo la naturaleza, el arte. Pelear ciertamente no es algo que me guste. Si lo hago, es porque tengo que hacerlo. Y esta pelea en particular va a ser feroz, eso es seguro. Puede que no regrese con vida. Puede que pierda una pata o un brazo en el camino. Pero no es posible, no pasará: no voy a huir. Nietzsche dijo: la mayor sabiduría es no tener ningún miedo. Lo que quiero de usted, señor Katagiri, es que comparta su coraje conmigo, que me apoye con todo su corazón, como un verdadero amigo. ¿Entiende lo que le intento decir?”


jueves, marzo 10, 2011

5 céntimos por un deseo.




Las monedas de 5 céntimos en Venezuela no se usan para ningún fin comercial. Tendrías que reunir muchas de ellas para que tuvieran algún valor mínimo, apenas suficiente para una chupeta de mal sabor. Por eso nadie las usa: nadie las recibe, ni los limosneros que te las lanzarán a las ventanas del carro si se las llegaras a dar. Los únicos imbéciles que las dan, a los máximos imbéciles que las recibimos, son los operadores de estacionamientos que, por tener una tarifa tan fija y regulada, no les queda de otra que usarlas para completar los vueltos (cambios).

Pero hoy, día distinto por no ser ayer ni mañana, @anaranta y yo fuimos a dar al centro comercial Sambil, en donde cobra estacionamiento el mismo operador que efectivamente nos dio 5 moneditas de 5 céntimos. Las tomé, a pesar de que ya parece ser costumbre dejarlas tiradas en el cenicero más cercano (al pasar vi un montón), y anduve con ellas en la mano, contándolas una y otra vez, como aquél personaje de Murakami, burlándome de mí mismo.

Pensé en tirarlas, en arrojarlas con fuerza contra los pilares para ver qué sonido metálico producían, qué nota o qué tono, pero entonces vi la fuente. Le di tres monedas a @anaranta y dos me las quedé yo. Le tomé la mano, miramos la fuente, y sin decirnos nada, rezamos cada moneda con un deseo. Primero yo, pluc, pluc. Luego ella, ojitos cerrados, pluc, pluc, y pluc. Aplaudo, como si fuese un santuario shinto, no vaya a ser que los japoneses, de nuevo, tengan razón; y nos vamos.

Le pregunto qué deseó. Automáticamente me responde -no te puedo decir -, por aquella vieja costumbre de que deseo dicho es deseo que no se cumple. La convencí de que no tenía que ver, que esos espíritus de la fuente no eran tan quisquillosos si se dejaban montar un Sambil alrededor. Me contó que pidió por los dos primeros deseos felicidad para sus sobrinos, y un tercero que no les contaré. Le conté, no sé por qué, que esos espíritus, atraídos por el agua, no podían asegurar algo tan grande como la felicidad entera de un ser vivo. Que era mejor pedirles algo concreto. Yo lo hice. Pedí dos cosas que podía tocar, y que se las podía dar a ella.

Habrá que esperar a ver si los espíritus son tan amables y aprecian los 5 céntimos que, en valor comercial, no valen nada, pero medido en gesto, ojitos cerrados, pluc, vale por un deseo.


viernes, febrero 11, 2011

La última noche en la tierra

Esto no es más que una serie de tuites que hice, y que ahora tejo. Los que lo leyeron en tuíter no encontrarán sorpresas.

Tal como en tuíter, se lee desde abajo.




Se acabó la tierra. Y mírate.

En el último segundo de la tierra te daré el beso que me esperaste. Hará ruido ese beso durante la eternidad que nos espera.

No me sueltes en la última noche en la tierra, que es tu noche, finalmente. Báñame de estrellas. Siémbrame en la grama. Sóplame.

Flota todo en la última noche en la tierra. Flotas tú y me miras, me tomas de la mano, no me sueltas. No me sueltes en esta noche.

Pero no salen lágrimas en la última noche en la tierra. De tus ojos y de los míos gotas suben al cielo. La gravedad no es en esa noche.

No tengo que decirte más la última noche en la tierra, no tengo ni por qué explicarte esta lagrima de haber perdido toda noche anterior.

No hay más estrellas que en la última noche en la tierra. Son las últimas estrellas todas en flor. Los astrólogos abandonan su estudio.

La última noche en la tierra, beso la punta de los dedos de tus pies. Están fríos, pero no te preocupa. Tú miras estrellas.

La última noche en la tierra será de haiku brevísimo, pero será suficientemente eterno, como tu pestañeo.

No nos dará tiempo de extrañar la vida en la última noche en la tierra. La muerte se lucirá con un espectáculo de amor y luces.

En la última noche en la tierra la luna se derramará. Levantaremos el último vaso de vidrio y la beberemos. ¡Qué borrachera la de esa noche!

La última noche en la tierra comeremos papas fritas, patacones, donas y galletas de chispas de chocolate. Le daremos una al mar.

La última noche en la tierra los perros cantarán alegres en la copa de los árboles: su guardia habrá terminado.

La última noche en la tierra veremos a un señor tocando piano mientras lo navega en la inundación. Se quitará el sombrero y nos saludará.

La última noche en la tierra subiremos al techo de tu casa. Veremos el mundo inundado y nos reiremos de ese, el que navega en su piano.

La última noche en la tierra será la primera en el cielo.

La última noche en la tierra, descubriré mi verdadero ser entre las cortinas arañadas de tu casa, o escondido debajo del sofá.

La última noche en la tierra abriré la puerta de tu casa, de la que sea tu casa entonces, y te darás cuenta de que siempre he estado ahí.

jueves, febrero 10, 2011

Navegantes de las redes sociales

Migramos por las redes sociales como pueblo perdido buscando la tierra prometida. En cada red la encontramos, porque la promesa siempre fue espejo y fue verdad; pero, como es de esperarse, ante el espejo, como ante la nada, dejamos de reconocernos y no nos queda otra que migrar.

La sociedad socialísima que es tejido ciego: nos tejemos sin tocarnos, y con hilos tan endebles cualquier viento nos barre.

Ya lo han dicho otros: somos amigos de todos y entonces de nadie. El mensaje más privado de todos queda oculto hasta para sus posibles emisores, y el receptor, siempre hipnotizado, duerme ante un pop-up que nadie previno.

La nada se llena de ruido y es nada de nada que no deja ningún espacio para respirar.

Para no perdernos en estos mares, hará falta sembrar de cuando en cuando un arbolito, o ponerse hablar con piedras en la isla más cercana.

martes, febrero 08, 2011

Dos orillas

La que lo lee, la que me sufre.

Contigo todo se queda en un nivel noémico: no consiguen forma de comunicación mis arquetipos y los tuyos, que son los mismos, o por lo menos no son extraños. Toda palabra termina siendo ladrido, aruño, o sueño de caricia entre dientes apretados, ojos de ventana empapada en la lluvia. Incluso esto que lees ahora resulta ininteligible, porque no sé decir, porque no hay palabras (ni dichas ni desdichas), porque todo queda en el noema, en el símbolo, en la idea que no sale nunca, que no se viste de ninguna frase.

Dos recipientes de agua turbia que se intuyen choque de olas, pero jamás se rompen. No. Sólo un ladrido, un gruñido, golpes en el pecho, narices arrugadas, una rabia que quiere contarte caricia, que sueña ser cariño y termina siendo nada.

Por eso,

entonces:

Shhh.

lunes, febrero 07, 2011

Cuidado por dónde pisan

El grabado es de Hokusai, me harían un favor consiguiéndome el nombre.


Esta mañana en tuíter se me ocurrieron cosas que, si bien no tienen un ritmo como conjunto, me gustaron. Las tejo aquí.

En las impresiones del mundo flotante no hay otra forma. El puente ya no es puente cuando es puente por un rato. Nosotros, igual.

Mis palabras, por ejemplo, serán mis manos: en el agua, desde el agua, señalando las estrellas allá.
Con esta palabra, aquí, te toco; lees esto y sientes la cosquilla. Se resbala esta frase por la línea de tu abdomen, se esconde esto en tu vientre.
Me das un signo de exclamación que no se dice, un grito que se queda ahogado en tus uñas, clavado en las sábanas o en mi espalda.
Esta palabra que dice todo es todo. Todo. Y en cuatro letras cabe todo lo que pasó y pasará.

Tu grito, mi palabra, ahora viento, ahora nada.

En las impresiones del mundo flotante no hay otra forma. El puente ya no es puente cuando es puente por un rato. Nosotros, igual.

Más o menos así.

Cuidado por dónde pisan.

domingo, enero 30, 2011

Sálvese usted

Es la memoria el primer infierno, sé
ahora, serpiente del antes
silva en su silbido de fuego,
jugo y juego sibilante
su savia espesa.
Sabe su suspiro a casi,
sí, último aliento;
viento suave,
su susurro sin sino.
Sílfide endemoniada e
invisible, salve.

Salve, sí,
porque ahora sé, su sed.

Deseo da sin suspiro sobrio y
sé, la memoria el primer infierno es.

martes, enero 11, 2011

Hay algo en las palabras

Conversan como si eso pudiese cambiar el sentido en el que gira la tierra. Y quizá sí puede, pero esta transformación jamás podría venir de una simple conversación consciente. En la marea de las palabras hay un sonido perdido y olvidado. Se comporta como una pulsión: un deseo de encontrar este sonido, o algo parecido a él, es el que va generando nuevas palabras que explican nuevas cosas, pero que no son esa cosa que no es cosa que es sonido que no encontramos.

La razón por la que inventamos el lenguaje es esa: queremos recobrar el sonido perdido, para aprender a dominarlo y así, abrirlo por siempre.

¿Y si estuvo bueno el silencio?

Siempre he estado volviendo. Sólo en este blog se pueden encontrar tres ejemplos claros de lo mismo: voy y vuelvo. Me vuelvo y por eso voy, y cuando vengo vine (nada de vencí ni ninguna de esas tonterías). El ir y venir a lo mismo es parte del todo, o así lo dicen algunos taoistas: afirman que la iluminación del anciano inmortal es volver a ser niño a pesar de haber vivido como adulto. También en el tarot todo está retornando. El loco es la última y la primera carta, la primavera se vuelve a sí misma, que si Perséfone, que si la luna, y que si la marea. Todo es como yo y soy como todo, así como ustedes, si es que siguen aquí.

¿Aló? ¿Alguien sigue por ahí?

Qué sé yo.


Al final de cuentas escribo para volver, de este silencio que todavía hace ruido, que todavía revela sus furias, sus palabras que aún no se han inventado.

Estuvo bueno este silencio, de un año, tan de piedra.

Pero me toca tener piel, y tener lengua, y tener que hablarles, aquí, del viento. Que es así, que va, que vuelve, que viene, y voy, vengo. Vuelvo.

Heme aquí.

Toc, toc, toc.