viernes, noviembre 28, 2008

Dance, dance, dance.



Bailo con dos, una desnuda y otra velada. La una de piel azul manchada de pintura de cielo, la otra con plumas secretas entre las telas. Bailo en ellas en el borde del precipicio. Y primero bailaba con la otra, en ese precipicio, sin miedo a la caída. Pero la una, que veía el baile desde un lugar seguro, quiso entrar al juego. Y bailamos: la una y un cuervo en su hombro, la otra con una promesa en su pecho; y yo: espiralado.

Luego de poco tiempo de bailar quedamos como quedamos: la una desnuda me halaba hacia el precipicio sonriente, la otra velada me alaba hacia la colina segura; la una desnuda me decía que todo estaría bien en la nada, la otra velada se mantenía callada con su mirada angustiada; la una me invitaba a la negrura, la otra me invitaba a descansar.

Mi decisión fue influenciada por las cosas que sucedieron luego. Halado por las dos, y alado por mí mismo, cerré los ojos y los abrí. Así se vio detrás de la una desnuda y detrás de la otra velada: con la una me esperaban las nubes y nieblas indescifrables e indecibles, con la otra me esperaba, ahora que la veo, una puerta enorme. Entonces decidí.

Carlos J. Díaz
“Kaze”

Imagen de Rene Magritte

lunes, noviembre 24, 2008

La luna en el agua 07



A la que siempre vuelve.

Seguramente, para algunos resulta evidente que el origen de esta nota es el tan sonado capítulo 7 de Rayuela, célebre novela de Julio Cortázar. La verdad es que sí, en un punto de partida, fue ese capítulo el que me llevó a escribir sobre la luna. Pero así como muchas otras cosas, como cuando el capítulo 7 dejo de ser mi favorito para ceder el paso al 93 “Pero el amor… esa palabra”; esta serie de notas pasó por muchas lunas, de muchos colores, como dice aquél haiku.

A mí, la luna en el agua, el espejo reflejado en el espejo, me recuerda a una imagen que solía ver cuando, de pequeño, me cortaban el cabello: habían espejos tanto frente a mí como detrás de mí, entonces podía ver una escena en donde mi ser, y todo lo que me rodeaba, era repetido infinitamente en el reflejo del espejo en un espejo. Estaba, sin duda, contemplando el infinito, ergo, estaba frente a Dios. Estuve masticando esta idea hasta ya adulto y aún no me la saco del sistema, mucho menos cuando leí, hace ya un tiempo, el mencionado capítulo. Desde entonces me he refugiado en la idea de que, tanto en la imagen de un espejo reflejando a un espejo, o la imagen de una cámara grabando lo mismo que refleja, o en un buen beso, estabas frente a la presencia del infinito, por lo tanto, de Dios.

En la luna en el agua sentí la divinidad, y la certeza de que estamos mucho más juntos de lo que pensamos.

Carlos J. Díaz
Kaze





Para cerrar, les regalo un cuento del budismo chan, que nos trae la luna de china.

Había una vez tres maestros chan llamados Yen Tou, Hsueh Feng y Chin Shan, que se reunieron para tener una charla. Señalando un cubo lleno de agua limpia, Hsueh Feng intentó hacer un comentario, pero Chin Shan se le adelantó recitando el siguiente verso “La luna llena está en el agua clara”.
Al oír esto, Hsueh Feng protestó diciendo “En el agua clara no hay luna llena”
El siguiente fue Yen Tou. Sin decir una palabra, dio una patada al cubo y se marchó.

miércoles, noviembre 19, 2008

La luna en el agua 06


Y bajo los pies.

Es muy poco lo que la gente de Maracaibo mira al cielo.

Probablemente, y con mucha razón, tenga que ver con el inclemente sol que se pasea entre las nubes, “dándose bomba”, de ser lo más apreciado de la ciudad. Seguramente el astro se creyó eso de que Maracaibo es “la tierra del sol amada”, pero nada de eso quiere decir que esta tierra ame al sol.

Debe ser por eso que incluso en las noches, cuando el sol se ha ido, el maracucho no note que ya el cielo cambió de color y de forma, que ahora tiene estrellas y que, además, hay una luna en lugar del sol. Puede que haya un miedo oculto en el maracucho de que esa bola blanca en verdad sea el sol disfrazado y que cuando pose su mirada en ella, se convertirá y volverá a derramar su sorprendente calor.

Pero la luna insiste. Y no bastándole con presentarse cada noche con un traje distinto en la calurosa ciudad, se coló también en la imagen religiosa más representativa del pueblo marabino: La virgen del Chiquinquirá.

Conocida también como “La Chinita”, esta representación de la virgen apareció cierto día reflejada en una tablita que llegó a las orillas del Lago de Maracaibo. Tal tablita la recogió una viejita que lavaba la ropa en ese momento. Fue grande la sorpresa que la anciana se llevó cuando, al llevar la tabla a su casa, ésta refleja en su superficie un grabado de una virgen que, cuentan las historias, brillaba. Desde entonces ha sido representada en varias ocasiones y formas. Siempre con su niño en brazos, su traje bicolor entre rojo y azul que recuerda a ciertos personajes de las barajas del tarot, y una luna creciente bajo sus pies.

Han pasado los años, esta ciudad de ha llenado de ladrillos y cables, de ilusos y plásticos, de páginas y memorias olvidadas; pero la Basílica de la Virgen del Chiquinquirá, lugar donde permanece la famosa tablita, sigue en pié; y también continua la Feria de la Chinita, que celebra su llegada a las orillas del lago, cada 18 de Noviembre. Con la feria llegan las gaitas, los tambores, una calle completa llena de luces y decorados de navidad, los amaneceres musicales en víspera del día de La Chinita, el juego de beisbol en su honor, los borrachos (hay quien dice que las ferias de la Chinita son bacanales), los toros y demás colores alegres y no tan alegres; y con todo esto también la luna celebra seguir bajo los pies del objeto a celebrar. Ahí, para que la miren.

Lamentablemente para la luna, a cada feria que pasa es menos lo que se mira a la virgen y más lo que se mira la muerte de los toros, el licor, el nuevo agregado amanecer reguetonero o vallenatero, las luces del encendi’o de Bella vista. ¿Será que el maracucho es un ser con un rechazo biológico a la luna y así a lo que ella representa? ¿Tendrá eso que ver con el marabino que le huye a las emociones profundas, plateadas, lunares? ¿El marabino que huye, huye y huye?

Aun así, téngalo por seguro, la luna no se rinde. Si ya apreció bajo los pies de la Virgen, seguramente ahora aparecerá bajo una botella de cerveza o bajo un los pies de un reguetonero. Porque la luna es así, como el agua, se mete entre las rendijas, entre los espacios más pequeños.

Siempre, por más que escape uno, tiene un agua, una luna, una emoción atravesada.

Por eso, yo, desde un principio, miro al cielo, o al agua.


Nota: Es cierto. No lo publiqué el lunes. Pero los que viven en Maracaibo entenderán que un lunes 17 de Noviembre es raro estar frente a un computador. Adjunto a la entrada les dejo este video de la feria del año pasado, a los que no son de Maracaibo les vendrá bien ver un poco del color de estos soles.

Carlos J. Díaz
Kaze

lunes, noviembre 10, 2008

La luna en el agua 05



En las noches, esas, que no están




Me salí del entramiento habitual para mirar la luna mientras tocaba una ocarina. Descubrí, con mucho agrado, que se me daba bien ese instrumento, aunque no fuese más que una réplica sacada de un juego de video. Lo cierto es que a la luna pareció gustarle mi tonada ya que, mientras tocaba, he sentido como me ha mirado ella a mí. Ah, bueno -me dije- entonces la miro yo a ella también.

Pero no pude evitar cerrar los ojos:



“Sólo para locos” Herman Hesse

Y justo después de mirar a la luna, abre la puerta y se entrega al humo, las luces tenues y todo ese jazz. Sonaba un tango, y ella estaba en la pista de baile, esperando para invocar un piso. Dejó el libro en una mesa, no se fijó de quién, y le dio la mano. Bailó el tango.

La ciudad no eras vos
No era tu confusión de lenguas
Ni de sexos
No era el cerezo que florecía – Blanco –
Detrás del muro
Como un mensaje de oriente
No era tu casa
De múltiples amantes
Y frágiles cerraduras.

La ciudad era ésta incertidumbre
La eterna pregunta ¿Quién soy?
Dicho de otro modo ¿Quién sos?

“De quién el tango” le preguntó. “De Cristina Peri Rossi” le respondió, se acomodó la falda, y se sentó. Él buscó un cigarrillo en su bolsillo y se lo dio. Ella lo encendió con el que se le acababa.

Pensó entonces en lo que le habían dicho, que la luna era un punto definitivo, ahí en la noche. Que las estrellas son puntos y seguido. Pero la luna no, la luna es definitiva. “Aja, ¿Y por qué se repite? ¿No es definitiva, pues?” Le dijo ella en medio de una bocanada de humo. “Qué se yo. Quizá lo definitivo se repite, para acabarse siempre otra vez”

Entonces se derritieron las paredes, la barra, la música, el humo. Sólo ella y él quedaron. Ella y él y un árbol que deshojaba páginas escritas. Ellas las miró caer. Él tomó una y la leyó.

“Te has ido
Y una luna sucia flota sobre el agua
Te has ido
Y ya no me queda nada por hacer
Solamente meterme al lago,
Coger con cuidado a la luna sucia
Y limpiarla con mi manga”

“De quién el tango” Preguntó ella “De Jairo Anibal Niño” Dijo él.

Entonces el piso se invocó. Era uno de agua. Él comprendió que no necesitaba tener raíces, el árbol aquél, que ya no tenía hojas sino plumas; y que ya no necesitaba mirar a la luna en el cielo, pues ella ahora bailaba, ahí, en el agua.

“… como una luna en el agua.”


Carlos J. Díaz
Kaze

lunes, noviembre 03, 2008

La luna en el agua 04


Del lago de Maracaibo.



Se me ocurrió, mientras veía la sonrisa del gato de Cheshire sobre el obelisco de la plaza de la república, que la gente de esta ciudad podría tener cosas interesantes que decir sobre la luna. A todas estas, la literatura, los mitos y las cosmogonías las hacen los pueblos y este pueblo del lago es, definitivamente, uno. Entonces, pensé, seguramente habrá una luna muy interesante que descubrir en su imaginario. Fue por eso que les hice un seguimiento a unos cuantos, de distintos sexos, etnias, edades, y círculos sociales para poder registrar al astro que tanta curiosidad me da. Estos fueron algunos resultados.

Una estudiante de medicina aseguró que “la luna era de queso, pecorino, amarilla y con puntitos. Que hay días que sí tiene conejo, y hay otros días que no. Hay días que está en una cueva en la que no hay nada” Entonces sonrío y me dijo “Me cambió la vida, mucho. Pero ahora me da igual, le tengo aprecio. Claro, ya no estamos hablando de la luna – el satélite” Yo sonreí también, pues conozco a esa luna de la que hablaba la pre médico, pues también a mí me cambió la vida.

Otra estudiante, esta vez de letras, me dijo “Tiene control sobre todo, y uno no puede evitarlo” hizo una pausa, como recordando algo, y entonces concluyó “y da arrechera*
Esa misma noche aproveché encontrarme con una amiga de una amiga, que no me conoce mucho, y le pregunté. Su respuesta fue “Ajá, ‘ta ahí. ¿Qué tenéis? ¿Estás tú con tu vaina de la wicca todavía?” Yo no respondí con más que una sonrisa.

Una de las respuestas más elaboradas la obtuve de un compañero de la biblioteca, el que me dio un discurso sobre la luna mientras ayudaba a un niño a realizar una maqueta de un Ipod de anime. Su respuesta fue algo así “Es el satélite de la tierra, el único que tiene. Rige los aspectos psíquicos del ser humano, porque rige el agua y el agua en el ser humano es el 70%. Además que el líquido es emoción, entonces rige todas las emociones de los humanos. Ahora, los seres auto realizados no dependen de la luna. Crean su propia luna interna para que la luna de afuera no los afecte. No dependen de los cambios. La luna hace eso, cambios. Cambia todo, la marea, las cosechas, los humores, todo. Pero los seres auto realizados trabajan con el sol. Así llenan de energía positiva a sus moléculas crísticas*. Los que trabajan con la luna son magos negros, llenan sus moléculas crísticas de la energía lunar, que es negativa. Es una energía fría, opaca, negativa, la de la luna. Aunque también es muy maternal

En el segundo que me volteo, otra compañera de trabajo me da su opinión “La luna es una más de las cosas hermosas que creó Dios

Los niños no tardaron en responder, ahí mismo formaron debate:

Es bonita. La luna es muy bonita, cuando está llena. Ah, sí, y cuando está de piquito” Aquí debo acotar que sonreí, porque recordé la luna que me hizo escribir esta nota.

Es un planeta congelado” Dijo otro de los niños.

No sé, es una estrella” Dijo otra compañera de trabajo, y luego agregó “¿No tiene luz propia?
No, no tiene luz propia” Explicó la supervisora del personal “por eso es que tiene 4 fases, porque refleja, a distintos grados, la luz del sol

Me sorprendió ver tantas opiniones diversas, de gente que reflexiona sobre la luna, gente que simplemente acepta las verdades ya dichas sobre la misma, o gente que la siente como representante de algo negativo. Pero lo cierto es que esta parece ser la luna de Maracaibo. Un baile en el lago que guarda historias íntimas, es de queso, planeta congelado, ente negativo que no tiene luz propia, y reina de las aguas y la magia negra.

Yo, particularmente me abstuve de dar mi opinión acerca de la luna en cada mini entrevista, ya que no quería ensuciar la fuente. Mas lo cierto es que para mí, la verdad, es todo eso y más. La luna es una vieja amiga, es un viejo, amor, es un planeta congelado en el interior (recordemos a las sombras y la luna del tarot), regente de las emociones y las aguas, y creación hermosa de quién sabe quién que se emborrachó la noche de la creación. Quizá Li Po fue Dios y creó a la luna en su borrachera, y finalmente fue tragado por su creación. Quizá ese sea el destino de todo creador. Quién sabe.

Pregúntele a la luna.

Carlos J. Díaz
Kaze




*Arrechera: en el dialecto marabino significa rabia. Personas de Colombia, respiren.
*Crísticas: aunque el DRAE no conoce el término, aparentemente tiene que ver con Jesús Cristo. Crístico es entonces aquello que viene o pertenece a Cristo.








** Aquí un video que realizó Nox para sondear la opinión del marabino sobre el lado oscuro de la luna. Lo que nadie supo era si se refería a Pink Floyd o a el "verdadero" lado oscuro de la luna.

*** Más sobre la luna y Li Po en Margen del Yodo