El efecto resulta más terrible cuando los individuos de esa pareja que estoy viendo son capaces de mostrar más afecto a otras personas que a aquella que profesan amar.
Que tienen miedo de amar abiertamente, parece. Que tienen pena de que los vean así, tontos, como puede poner a uno el delicioso delirio. Qué tontería.
Por eso les preguntaba, hace rato, si habían oído hablar de Eshun:
" Veinte monjes y una monja llamada Eshun estaban practicando meditación con un maestro Zen.
Eshun era muy bonita a pesar de que llevaba la cabeza rapada y un vestido sencillo. Varios monjes se enamoraron secretamente de ella. Uno de ellos le escribió una carta de amor en la que insistía que se vieran a solas.
Eshun no respondió. Al día siguiente el maestro dio una charla al grupo y cuando hubo terminado Eshun se levantó. Dirigiéndose al que le había escrito, le dijo: -Si realmente me amas, ven y abrázame ahora.-" Nada Sagrado, página 23.
Sea el amor, quizá, el lugar común mejor amoblado. Ya quítense el sombrero.