sábado, enero 19, 2013

Rompecabezas

Encontré rastros de basura y polvo regado en lo que solía ser mi cuarto. Llamó mi atención. Recogí, con dolor en mi espalda, un pedazo y noté un patrón. Recogí entonces otro pedazo, no encajaba. La idea de que la basura fuera un rompecabezas fue desechada justo entonces, y dejé todo caer. No presté atención cuando flotaron al suelo, girando, acomodándose, y encajando justo al tocar la cerámica. No me di cuenta de esto. Seguí caminando, y la fuerza de mis pesados pasos levantaba aire y más polvo, y más semi piezas que revoloteaban tal basura y polvo a mis rodillas y tobillos muertos de cansancio sin darse cuenta de caer y armarse y armar. Llegué a la ventana, corrí la cortina, dejé entrar la luz y estornudé. Vi las partículas de polvo volar frente a mí, susurrar en mi oreja e ir hacia mi espalda, volteé: en el suelo había un rompecabezas armado. Era una espiral, en relieve, que se alzaba hasta mi altura y parecía, en su extremo, estarme señalando. ¿Quería que la señalara yo también? ¿Que la tocara? ¿Puede el polvo querer algo? 

Se desarmó.

Justo cuando la iba a tocar, se desplomó en el suelo, diciendo nada, significando nada. Y eso estaba bien.

Salí del cuarto.

Sigo sin ser.