jueves, noviembre 19, 2009

Sección del Sr. H.



¿No es eso gracioso?



Que vayas caminando, la semana de la feria, y te encuentres con las ya muy graciosas pancartas promocionando la carnicería de los toros y justo al lado de estas encuentres una promocionando un espectáculo taurino infantil. ¿Acaso no es eso gracioso?

¿No es lindo?

Si tiene personas pequeñitas pegándole a los toros, payasitos y globos con figuritas - ¡mamá yo quiero una de toro! - Y el otro niño diciendo - ¡Y yo una de la oreja, yo quiero la oreja! - como premio por portarse tan bien, en un espectáculo que une a toda la familia en una tradición tan regionalísima y maracuchísima y con tanta zulianidad que no sabemos con qué se come. ¿Acaso no es eso lindo?

En serio, debe ser gracioso.


Sobre todo cuando los niños crecen con la costumbre de la sangre animal, y se conviertan en animales cazando animales, jugando a quién mata más gatos, perros, tachones, en la calle y se burla del hecho de estar manejando mal. Debe ser hilarante, maravillosamente divertido, vivir en una ciudad con gente furiosa todo el tiempo, dispuesta a pegar cuatro tiros a quien sea que se las tire de toro, o a la esposa cuando se pone con cómicas de becerro que no entiende la toreada. Ha de ser hilarante, lindísimo, ¡súper cute!


Seguro que tiene que ser gracioso, ¿no?


¿No es gracioso?















¡Pero está mal!



Y si todavía necesito explicarte las razones por la que está mal, entonces estás mal también, y debes revisarte la cabeza, o declararte irremediablemente maracucho y no tener ganas de mejorar el adjetivo.

Sr. H.

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