lunes, noviembre 16, 2009

Espejito, espejito...

Agradable sorpresa la de encontrarme, al regresar a la casa después de un largo día, con un libro desconocido descansando en mi almohada. Una selección poética de José Ramón Medina, uno de los poetas más interesantes de...

Miento. No conocía al tipo hasta hoy, lo que lo hace más maravilloso. Aunque ni tanto, como dicen por ahí. No es sorpresa que yo conozca de literatura venezolana lo estrictamente necesario para graduarse de la escuela de letras de LUZ, que no es mucho, digo no sin vergüenza.

Total que me encuentro con el libro tirado en mi cama, lo tomo y lo hojeo: una linda edición de Lumen, que se parece a la de uno de mis libros favoritos de koanes del budismo chan. "La cosa viene bien" me digo. Pregunto, nadie da fe del libro. Es mío entonces.

Poco después de estarle hojeando el prólogo de Eugenio Montejo (vamos, sin miedo, que a ese sí que lo conozco) me llega la noticia de que en efecto me lo habían traído a mí. ¿Me compraron un libro? ¿Al fin? ¿Finalmente un libro y no más franelas que no uso? No. Se los habían regalado en la librería por comprar los materiales para construir una maqueta del sistema solar para mi primita y como no lo iban a leer, me lo trajeron. Ah, bueno, me dije, igual me contenta. Un libro que encontraron en los materiales para crear el sistema solar. Quizá sea el manual perdido de dios.

Lo vuelvo a hojear, ya en la sección de poemas, y me encuentro con este golpe.

Este soy yo. El que mira en ese espejo sin fondo.
Ese soy yo: el pasajero de las aguas cerradas por
el lodo y la piedra. Esta es mi cabeza, mi frente
inválida, mis ojos que auscultan la profundidad de
las cosas fluviales. Este es mi pecho que late
oscuramente con ritmo que sube hasta las sienes, y a
veces duele como un pájaro violento. Estas son mis
piernas sosteniéndome en la calle, por donde voy a
prisa, sin saber quién me llama y me socorre en la
inutilidad de mis esfuerzos. Estos son mis brazos
y mis manos y los dedos con los que escribo, mientras,
a veces en la noche, pienso que es inútil toda
esta larga y despaciosa espera, como si fuera un ave
solitaria tendida en el espacio.


José Ramón Medina, Certezas y Presagios (1984)

Inmediatamente me remite a una personita que conozco, y a la que le tengo mucho aprecio; pero más que a la persona, me remite a un específico texto: "Me parezco a febrero" un texto que recuerdo estaba en este blog, pero que ahora no encuentro. Recuerdo también el haberle dicho a Evaly que yo me parecí también, según esos criterios, a febrero. Me parecí, y a la vez entonces me parecí a esto que leo.

Pasa mucho con estos texto que logran la maravilla -en el sentido viejo de la palabra- de hablar con uno mismo. A mí me parece meterse en agua profunda. Puede salir uno empapado o picado por quién sabe qué cosa. Sin embargo, igualito, así no escribas directamente de ti mismo, te pasa que un lunes cualquiera por la tarde te encuentras con con libro que te abre un espejo y pa'l agua.

Aún así, este es un espejo con destiempo. En mi caso refleja una poderosa realidad, pero antigua, como si fuera el himno de un pueblo perdido. Supongo que estas semillas de Hansel y Gretel que deja esta gente por ahí son espejitos de pueblos perdidos, invocan esas cosas que uno ya casi olvidó.

Espejito, espejito da duro, pienso. Espejito, espejito no tiene piedad. Le veo la fecha al poema: 1984. No me voy a poner a pensar como estos profetas de inodoro que están presagiando el apocalipsis de turno en el 2012; que por ser mi año de nacimiento me habla directamente a mí. Pero hay que ver que Einstein, con su lengua afuera y todo, algo intuía cuando decía que "El universo no juega a los dados".

En fin, a José Ramón Medina lo pueden encontrar en la Europa, para los que están en Maracaibo; los que están en el resto del mundo, regondéense en su amplio abanico editorial, mientras yo me fumo un arguilito verde de envidia.


1 comentario:

  1. Me recuerda un poco al sorpresivo descubrimiento de un poemario de Hesnor Rivera en mi casa. Tampoco sabia quien era; aprendí a saberlo.

    El texto me hace pensar algo mas, también... A escribir entonces.

    Prenderé un ventilador en agradecimiento.

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