martes, diciembre 02, 2008

Esta serpiente tiene dos cabezas - 01


Mi sorpresa fue grande cuando me enteré de que Darío Lancini era conocido en Japón. Aquí en Venezuela, país donde Lancini nació, esta es joya no muy conocida ni dada a leer entre los círculos de lectura.

Llegué a conocer su obra por pura casualidad cuando Neida Atencio, excelente escritora Zuliana de poemas para niños y adivinanzas, me mostró su libro. Quedé maravillado. Pero admito, con la cabeza baja, que por ser venezolano, no le presté demasiada atención. “Habrá mejores en otras partes del mundo” me dije.

Desde Japón, ahora, me dicen que no hay.

Es por eso que me doy a la tarea de, durante las próximas publicaciones, como regalo de navidad, mostrar a este escritor de palíndromos. La meta es transcribir, completo, su libro: Oír a Darío.



Palíndromos sin título:

Yo hago yoga hoy.


Yo sonoro no soy.

Yo corro, morrocoy.


Leí, puta, tu piel.

Adán alaba la Nada.


Adán no cede con nada.

Roma no cede con amor.

Adán aloja bajo la Nada.

Dábale amor a Roma el abad.

Abad, Ud. sin anís dudaba.


¿Son ruidos acaso diurnos?


Onán era rey y era renano.


Oirás la fatal plata, falsario.

No te comas la salsa, mocetón.


Son robos, no sólo son sobornos.


Sonrieron las acosadas ocas al no reírnos.

Abanico con amoníaco

cocainómano cocinaba.

Adán no cede con Eva
y

Yavé no cede con nada.


Adán no cede con amor

y
Roma no cede con nada.


Somos Adán y Eva

Yavé,

¿Y nada somos?

Atlas,

abre ya
los ojos
o la yerba
salta.

Salta

se liga

se ata
se desata
es ágil
es Átlas


Seas árbol

o dios

la fe
falso ídolo
brasa es.

Romano coloso

superbo
se sobrepuso

sólo con amor.

¡Ánimo!
Derrótalo
ya,
Colocolo
Cayó

la torre
¡Domina!

Palíndromos con título:

AMOR AZUL
Ramera, de todo te di,
Mariposa colosal, sí,
yo de todo te di.

Poda la rosa, Venus.
El átomo como tal
es un evasor alado.
Pide, todo te doy: isla,
sol, ocaso, pirámide.
Todo te daré: mar, luz, aroma.

EVA Y ADÁN
Al oírnos sonrió la Nada, Yavé.


ACIDA SAETA
Al abad anonadaba
la atea sádica.


ALÁ
Yo soy de Mahoma
el dios.
Oídle a Mohamed.
Yo soy Alá.


AMOR A DIOS
Ateo perecerá.
Paz.
Apareceré, poetas
Oíd a Roma.

LATO

¿Tres, seis o nueve?
Sólo se ve Uno,
ECO:
¿Dos o doce o nueve?
Sólo se ve Uno.
Sí, es SER Total.

AVES
Oros coge Ícaro
Llama, ora.
Cien aves se van
e Ícaro ama.
Llora, ciego coro.
Se vá.

ADÁN
¿Yo soy yo?... Dudo.
DIOS:
Ah, el ateo paranoico
me emocionará, poeta.
¿Le has oído? Dudó y
yo soy nada.

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Esto al sabio diré:
-Habla la Nike-
"Pasajero se corta

sus atroces orejas"

A Pekín al alba,
herido ibas, Lao-Tsé.
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Esto a las ateas diré:

"Hoy yo soy yo".
Sólo dile esto a Mao Tsé:
"El ídolo soy yo, soy yo".
Herid, saetas, a Lao-Tsé.
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ODA
ROMÁN:En amoroso lecho,

honorable dama, hoy os ama
Román enamorado.
TERESA: Seré toda, Román,
en amor, ama soy. ¡Oh, amad!
EL BARÓN: ¡Oh! ¡Oh, celoso Román enamorado!


EL RÍO
Asoma Venus.

Osiris, ¡oh!
Asegurada la
balsa
río Elba

Fénix inefable
oirás
la balada.
Ruges, ¡ah!
Osiris os une.

Vamos a oírle.

SAETAS
Al no reírnos oh,
Camacho oirá en
la boda devorar
a su amada.
Droga le dieron.

No reí de la gorda
dama; usa raro

vedaddo balneario.
¡Oh, Camacho!
Sonrieron las ateas.

viernes, noviembre 28, 2008

Dance, dance, dance.



Bailo con dos, una desnuda y otra velada. La una de piel azul manchada de pintura de cielo, la otra con plumas secretas entre las telas. Bailo en ellas en el borde del precipicio. Y primero bailaba con la otra, en ese precipicio, sin miedo a la caída. Pero la una, que veía el baile desde un lugar seguro, quiso entrar al juego. Y bailamos: la una y un cuervo en su hombro, la otra con una promesa en su pecho; y yo: espiralado.

Luego de poco tiempo de bailar quedamos como quedamos: la una desnuda me halaba hacia el precipicio sonriente, la otra velada me alaba hacia la colina segura; la una desnuda me decía que todo estaría bien en la nada, la otra velada se mantenía callada con su mirada angustiada; la una me invitaba a la negrura, la otra me invitaba a descansar.

Mi decisión fue influenciada por las cosas que sucedieron luego. Halado por las dos, y alado por mí mismo, cerré los ojos y los abrí. Así se vio detrás de la una desnuda y detrás de la otra velada: con la una me esperaban las nubes y nieblas indescifrables e indecibles, con la otra me esperaba, ahora que la veo, una puerta enorme. Entonces decidí.

Carlos J. Díaz
“Kaze”

Imagen de Rene Magritte

lunes, noviembre 24, 2008

La luna en el agua 07



A la que siempre vuelve.

Seguramente, para algunos resulta evidente que el origen de esta nota es el tan sonado capítulo 7 de Rayuela, célebre novela de Julio Cortázar. La verdad es que sí, en un punto de partida, fue ese capítulo el que me llevó a escribir sobre la luna. Pero así como muchas otras cosas, como cuando el capítulo 7 dejo de ser mi favorito para ceder el paso al 93 “Pero el amor… esa palabra”; esta serie de notas pasó por muchas lunas, de muchos colores, como dice aquél haiku.

A mí, la luna en el agua, el espejo reflejado en el espejo, me recuerda a una imagen que solía ver cuando, de pequeño, me cortaban el cabello: habían espejos tanto frente a mí como detrás de mí, entonces podía ver una escena en donde mi ser, y todo lo que me rodeaba, era repetido infinitamente en el reflejo del espejo en un espejo. Estaba, sin duda, contemplando el infinito, ergo, estaba frente a Dios. Estuve masticando esta idea hasta ya adulto y aún no me la saco del sistema, mucho menos cuando leí, hace ya un tiempo, el mencionado capítulo. Desde entonces me he refugiado en la idea de que, tanto en la imagen de un espejo reflejando a un espejo, o la imagen de una cámara grabando lo mismo que refleja, o en un buen beso, estabas frente a la presencia del infinito, por lo tanto, de Dios.

En la luna en el agua sentí la divinidad, y la certeza de que estamos mucho más juntos de lo que pensamos.

Carlos J. Díaz
Kaze





Para cerrar, les regalo un cuento del budismo chan, que nos trae la luna de china.

Había una vez tres maestros chan llamados Yen Tou, Hsueh Feng y Chin Shan, que se reunieron para tener una charla. Señalando un cubo lleno de agua limpia, Hsueh Feng intentó hacer un comentario, pero Chin Shan se le adelantó recitando el siguiente verso “La luna llena está en el agua clara”.
Al oír esto, Hsueh Feng protestó diciendo “En el agua clara no hay luna llena”
El siguiente fue Yen Tou. Sin decir una palabra, dio una patada al cubo y se marchó.

miércoles, noviembre 19, 2008

La luna en el agua 06


Y bajo los pies.

Es muy poco lo que la gente de Maracaibo mira al cielo.

Probablemente, y con mucha razón, tenga que ver con el inclemente sol que se pasea entre las nubes, “dándose bomba”, de ser lo más apreciado de la ciudad. Seguramente el astro se creyó eso de que Maracaibo es “la tierra del sol amada”, pero nada de eso quiere decir que esta tierra ame al sol.

Debe ser por eso que incluso en las noches, cuando el sol se ha ido, el maracucho no note que ya el cielo cambió de color y de forma, que ahora tiene estrellas y que, además, hay una luna en lugar del sol. Puede que haya un miedo oculto en el maracucho de que esa bola blanca en verdad sea el sol disfrazado y que cuando pose su mirada en ella, se convertirá y volverá a derramar su sorprendente calor.

Pero la luna insiste. Y no bastándole con presentarse cada noche con un traje distinto en la calurosa ciudad, se coló también en la imagen religiosa más representativa del pueblo marabino: La virgen del Chiquinquirá.

Conocida también como “La Chinita”, esta representación de la virgen apareció cierto día reflejada en una tablita que llegó a las orillas del Lago de Maracaibo. Tal tablita la recogió una viejita que lavaba la ropa en ese momento. Fue grande la sorpresa que la anciana se llevó cuando, al llevar la tabla a su casa, ésta refleja en su superficie un grabado de una virgen que, cuentan las historias, brillaba. Desde entonces ha sido representada en varias ocasiones y formas. Siempre con su niño en brazos, su traje bicolor entre rojo y azul que recuerda a ciertos personajes de las barajas del tarot, y una luna creciente bajo sus pies.

Han pasado los años, esta ciudad de ha llenado de ladrillos y cables, de ilusos y plásticos, de páginas y memorias olvidadas; pero la Basílica de la Virgen del Chiquinquirá, lugar donde permanece la famosa tablita, sigue en pié; y también continua la Feria de la Chinita, que celebra su llegada a las orillas del lago, cada 18 de Noviembre. Con la feria llegan las gaitas, los tambores, una calle completa llena de luces y decorados de navidad, los amaneceres musicales en víspera del día de La Chinita, el juego de beisbol en su honor, los borrachos (hay quien dice que las ferias de la Chinita son bacanales), los toros y demás colores alegres y no tan alegres; y con todo esto también la luna celebra seguir bajo los pies del objeto a celebrar. Ahí, para que la miren.

Lamentablemente para la luna, a cada feria que pasa es menos lo que se mira a la virgen y más lo que se mira la muerte de los toros, el licor, el nuevo agregado amanecer reguetonero o vallenatero, las luces del encendi’o de Bella vista. ¿Será que el maracucho es un ser con un rechazo biológico a la luna y así a lo que ella representa? ¿Tendrá eso que ver con el marabino que le huye a las emociones profundas, plateadas, lunares? ¿El marabino que huye, huye y huye?

Aun así, téngalo por seguro, la luna no se rinde. Si ya apreció bajo los pies de la Virgen, seguramente ahora aparecerá bajo una botella de cerveza o bajo un los pies de un reguetonero. Porque la luna es así, como el agua, se mete entre las rendijas, entre los espacios más pequeños.

Siempre, por más que escape uno, tiene un agua, una luna, una emoción atravesada.

Por eso, yo, desde un principio, miro al cielo, o al agua.


Nota: Es cierto. No lo publiqué el lunes. Pero los que viven en Maracaibo entenderán que un lunes 17 de Noviembre es raro estar frente a un computador. Adjunto a la entrada les dejo este video de la feria del año pasado, a los que no son de Maracaibo les vendrá bien ver un poco del color de estos soles.

Carlos J. Díaz
Kaze

lunes, noviembre 10, 2008

La luna en el agua 05



En las noches, esas, que no están




Me salí del entramiento habitual para mirar la luna mientras tocaba una ocarina. Descubrí, con mucho agrado, que se me daba bien ese instrumento, aunque no fuese más que una réplica sacada de un juego de video. Lo cierto es que a la luna pareció gustarle mi tonada ya que, mientras tocaba, he sentido como me ha mirado ella a mí. Ah, bueno -me dije- entonces la miro yo a ella también.

Pero no pude evitar cerrar los ojos:



“Sólo para locos” Herman Hesse

Y justo después de mirar a la luna, abre la puerta y se entrega al humo, las luces tenues y todo ese jazz. Sonaba un tango, y ella estaba en la pista de baile, esperando para invocar un piso. Dejó el libro en una mesa, no se fijó de quién, y le dio la mano. Bailó el tango.

La ciudad no eras vos
No era tu confusión de lenguas
Ni de sexos
No era el cerezo que florecía – Blanco –
Detrás del muro
Como un mensaje de oriente
No era tu casa
De múltiples amantes
Y frágiles cerraduras.

La ciudad era ésta incertidumbre
La eterna pregunta ¿Quién soy?
Dicho de otro modo ¿Quién sos?

“De quién el tango” le preguntó. “De Cristina Peri Rossi” le respondió, se acomodó la falda, y se sentó. Él buscó un cigarrillo en su bolsillo y se lo dio. Ella lo encendió con el que se le acababa.

Pensó entonces en lo que le habían dicho, que la luna era un punto definitivo, ahí en la noche. Que las estrellas son puntos y seguido. Pero la luna no, la luna es definitiva. “Aja, ¿Y por qué se repite? ¿No es definitiva, pues?” Le dijo ella en medio de una bocanada de humo. “Qué se yo. Quizá lo definitivo se repite, para acabarse siempre otra vez”

Entonces se derritieron las paredes, la barra, la música, el humo. Sólo ella y él quedaron. Ella y él y un árbol que deshojaba páginas escritas. Ellas las miró caer. Él tomó una y la leyó.

“Te has ido
Y una luna sucia flota sobre el agua
Te has ido
Y ya no me queda nada por hacer
Solamente meterme al lago,
Coger con cuidado a la luna sucia
Y limpiarla con mi manga”

“De quién el tango” Preguntó ella “De Jairo Anibal Niño” Dijo él.

Entonces el piso se invocó. Era uno de agua. Él comprendió que no necesitaba tener raíces, el árbol aquél, que ya no tenía hojas sino plumas; y que ya no necesitaba mirar a la luna en el cielo, pues ella ahora bailaba, ahí, en el agua.

“… como una luna en el agua.”


Carlos J. Díaz
Kaze

lunes, noviembre 03, 2008

La luna en el agua 04


Del lago de Maracaibo.



Se me ocurrió, mientras veía la sonrisa del gato de Cheshire sobre el obelisco de la plaza de la república, que la gente de esta ciudad podría tener cosas interesantes que decir sobre la luna. A todas estas, la literatura, los mitos y las cosmogonías las hacen los pueblos y este pueblo del lago es, definitivamente, uno. Entonces, pensé, seguramente habrá una luna muy interesante que descubrir en su imaginario. Fue por eso que les hice un seguimiento a unos cuantos, de distintos sexos, etnias, edades, y círculos sociales para poder registrar al astro que tanta curiosidad me da. Estos fueron algunos resultados.

Una estudiante de medicina aseguró que “la luna era de queso, pecorino, amarilla y con puntitos. Que hay días que sí tiene conejo, y hay otros días que no. Hay días que está en una cueva en la que no hay nada” Entonces sonrío y me dijo “Me cambió la vida, mucho. Pero ahora me da igual, le tengo aprecio. Claro, ya no estamos hablando de la luna – el satélite” Yo sonreí también, pues conozco a esa luna de la que hablaba la pre médico, pues también a mí me cambió la vida.

Otra estudiante, esta vez de letras, me dijo “Tiene control sobre todo, y uno no puede evitarlo” hizo una pausa, como recordando algo, y entonces concluyó “y da arrechera*
Esa misma noche aproveché encontrarme con una amiga de una amiga, que no me conoce mucho, y le pregunté. Su respuesta fue “Ajá, ‘ta ahí. ¿Qué tenéis? ¿Estás tú con tu vaina de la wicca todavía?” Yo no respondí con más que una sonrisa.

Una de las respuestas más elaboradas la obtuve de un compañero de la biblioteca, el que me dio un discurso sobre la luna mientras ayudaba a un niño a realizar una maqueta de un Ipod de anime. Su respuesta fue algo así “Es el satélite de la tierra, el único que tiene. Rige los aspectos psíquicos del ser humano, porque rige el agua y el agua en el ser humano es el 70%. Además que el líquido es emoción, entonces rige todas las emociones de los humanos. Ahora, los seres auto realizados no dependen de la luna. Crean su propia luna interna para que la luna de afuera no los afecte. No dependen de los cambios. La luna hace eso, cambios. Cambia todo, la marea, las cosechas, los humores, todo. Pero los seres auto realizados trabajan con el sol. Así llenan de energía positiva a sus moléculas crísticas*. Los que trabajan con la luna son magos negros, llenan sus moléculas crísticas de la energía lunar, que es negativa. Es una energía fría, opaca, negativa, la de la luna. Aunque también es muy maternal

En el segundo que me volteo, otra compañera de trabajo me da su opinión “La luna es una más de las cosas hermosas que creó Dios

Los niños no tardaron en responder, ahí mismo formaron debate:

Es bonita. La luna es muy bonita, cuando está llena. Ah, sí, y cuando está de piquito” Aquí debo acotar que sonreí, porque recordé la luna que me hizo escribir esta nota.

Es un planeta congelado” Dijo otro de los niños.

No sé, es una estrella” Dijo otra compañera de trabajo, y luego agregó “¿No tiene luz propia?
No, no tiene luz propia” Explicó la supervisora del personal “por eso es que tiene 4 fases, porque refleja, a distintos grados, la luz del sol

Me sorprendió ver tantas opiniones diversas, de gente que reflexiona sobre la luna, gente que simplemente acepta las verdades ya dichas sobre la misma, o gente que la siente como representante de algo negativo. Pero lo cierto es que esta parece ser la luna de Maracaibo. Un baile en el lago que guarda historias íntimas, es de queso, planeta congelado, ente negativo que no tiene luz propia, y reina de las aguas y la magia negra.

Yo, particularmente me abstuve de dar mi opinión acerca de la luna en cada mini entrevista, ya que no quería ensuciar la fuente. Mas lo cierto es que para mí, la verdad, es todo eso y más. La luna es una vieja amiga, es un viejo, amor, es un planeta congelado en el interior (recordemos a las sombras y la luna del tarot), regente de las emociones y las aguas, y creación hermosa de quién sabe quién que se emborrachó la noche de la creación. Quizá Li Po fue Dios y creó a la luna en su borrachera, y finalmente fue tragado por su creación. Quizá ese sea el destino de todo creador. Quién sabe.

Pregúntele a la luna.

Carlos J. Díaz
Kaze




*Arrechera: en el dialecto marabino significa rabia. Personas de Colombia, respiren.
*Crísticas: aunque el DRAE no conoce el término, aparentemente tiene que ver con Jesús Cristo. Crístico es entonces aquello que viene o pertenece a Cristo.








** Aquí un video que realizó Nox para sondear la opinión del marabino sobre el lado oscuro de la luna. Lo que nadie supo era si se refería a Pink Floyd o a el "verdadero" lado oscuro de la luna.

*** Más sobre la luna y Li Po en Margen del Yodo

jueves, octubre 30, 2008

Sí, Roberto, va a salir en internet.


Roberto es el hijo de un pescador. Algunas mañanas salen a las cinco, cuando las estrellas ya se están arropando, para ver qué consiguen. Me asegura, ante mi incredulidad, que el lago sigue atestado de peces. "No serán muy sanos" me dice "Pero aja, profe, a veces no hay qué comer"
Su lanchita es de madera. No tiene nombre. Sólo una red vieja que, muchas veces, él mismo ayuda a arreglar. Si no se arregla los peces no se quedan ahí, y se van. Quedan atrapados entonces en la red verde, que es la lemna. "Pero si hace rato que no veo lemna, Roberto, y mucho menos peces muertos en la superficie del lago" le dije, y le reafirmé que era por eso que creía que el lago no tenía peces, que se murieron en la última ola de contaminación. "¡Ah broma profe! Si no hubieran peces ¿Qué comeríamos? Además, a veces, como nos cansamos del pesca'o, hacemos trueques en el abasto" me replica "y bueno, profe, cambiamos dos pesca'os por un fresco"

Me contó que, cuando mucho, agarraban treinta peces en una buena pesca. Esto, en la economía de Playa Macuto (barrio en donde vive Roberto) son quince cocacolas.

Una buena mañana son quince cocacolas.

Recordé, con cariño, a Julio Ramón Ribeyro. Pincha aquí para leerlo.

Roberto no va a la escuela. Alguna excusa con los padres que no pueden, la falta de interés y la desmotivación. A todas estas, Roberto, tendría que estar estudiando con chicos mucho menores que él, y eso no lo entusiasma mucho. Por eso Roberto va a la biblioteca, y me pide que le muestre el mundo.

Las páginas se abrieron entre sus dedos durante todo Agosto y Septiembre. Aún lo veo por ahí.

"¿Esa foto va a salir en interné, profe?" Me preguntó cuando se la tomaba.
"Sí, Roberto" Le dije el pasado Agosto, "Va a salir en internet".

Carlos J. Díaz
Kaze


* Tomado de mis notas en Facebook.

lunes, octubre 27, 2008

La luna en el agua 03


Entre gitanos


Para mi trabajo de tesis me serví de un manojo de cartas tarot. Sí, las mismas que los adivinos, o las páginas web automatizadas, usan para poder predecirte si tu novio te dejará o no, si tu esposa tiene otro, o si ganarás la lotería y con cuál billete. Claro, yo no usé las cartas para predecir el futuro de mi trabajo, como muchos podrán pensar; sino que me valí de ellas para poder interpretar poemas, ya que, si el tarot puede interpretar gente, ¿por qué no poesía?

Para no irme por los caminos más complicados, ya que estaba comenzando con esa investigación (Todavía hoy la continuo, sólo que con otros textos), elegí un poeta cuyas imágenes estuvieran relacionadas culturalmente con el imaginario del tarot. Nada más y nada menos que a Lorca. Éste fue el poema con el que más me agradó trabajar: “Romance de la luna, luna” del romancero gitano.

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.

Federico García Lorca

Hay muchas cartas aquí, pero mencionaré sólo a nuestra protagonista: La luna. Nuestra damita plateada tiene, como ya dije en otra entrada, el puesto número XVIII entre los conocidos Arcanos Mayores, que en el tarot representan los grandes misterios. Mas la luna, entre todas las cartas del tarot, se corona reina de los misterios: es el reino de lo oscuro y de lo secreto, donde van a parar todas las cosas en las que no queremos pensar o aceptar. Es el reino de la sombra de las que nos hablaba Jung.

En el poema la luna es la danzarina diosa que baja a llevarse a un niño que, inconsciente de su realidad, no se da cuenta de que ahora pertenece al reino de la dama. Entre hermosas imágenes que, luego me di cuenta, aludían a otras cartas, la luna se pasea dibujando su realidad, llevada de la mano del poeta. “Niño, déjame que baile. / Cuando vengan los gitanos, / te encontrarán sobre el yunque/con los ojillos cerrados”. Siempre sabiendo el destino de las cosas a su alrededor de antemano, es símbolo de lo femenino y su intuición (Aunque, sí, muchas veces me he preguntado si esto pertenece sólo a lo femenino) que sabe todo sin saber, como la sabiduría taoísta. Resulta curioso que el niño, inocencia, estrellita que llevamos dentro, capacidad de sorpresa; esté preocupado por la luna ante los gitanos ¿qué será lo que teme que le hagan? ¿Pueden hacerle algo?

Al final el niño está junto a la luna en su reino. La inocencia se queda, entonces, entre las sombras, y nosotros, adultos, gitanos, la lloramos en la fragua.

Alguna vez escuché que este niño es la estrellita que siempre sale al lado de la luna. ¿Sabe alguien algo de esto?

Felices lunas.

Carlos J. Díaz
Kaze




miércoles, octubre 22, 2008

El paseo de los gatos.




Hace un tiempo fui publicado en un libro electrónico o e-book, que recoge una colección de cuentos breves de varias partes del mundo (o de los que se enteraron del concurso) El libro se llama "Literatura Comprimida"2008.
El cuento es el siguiente:


El paseo de los gatos.

Los gatitos de mi casa, esa hembra siamesa y ese callejero naranja, decidieron dar unas vueltas por el patio a revisar que cosa nueva había parido la vida. Tocaban con el aire, con el aire tocaban las cosas. Nada olía a nuevo, o todo olía a nuevo. A pesar de que ese paseito ya lo habían hecho todos los días anteriores, curiosearon por el patio viviendo el mundo. Se sentaban de vez en cuando a respirar vida y mirar. Meditaban cual budistas absortos en los horizontes. Despiertos, mis gatitos volvieron a la alfombra que reposa frente a la nevera, entonces se mezclaron a dormir juntos, soñando quizá con qué nuevos paseos en el patio.

Entonces, en un cuarto de mi casa, los imitamos.


Aquel que esté interesado en el libro, contácteme.

Carlos J. Díaz
Kaze

lunes, octubre 20, 2008

La luna en el agua 02

Y en el bambú

Un viejo cortador de bambú se encuentra, entre bambúes y un resplandor extraño, a una niña hermosa. Se la lleva a su casa y, con su pareja, llega al acuerdo que llamarla Kaguya Hime.
La niña crece, y de ser hermosa, pasa a ser una belleza mítica, plateada, como fuera de este mundo. Con tal belleza era de esperarse de que tuviera muchos pretendientes, pero Kaguya Hime no estuvo interesada en ninguno de ellos. Tal fue su desinterés que, a los cinco más persistentes, les puso pruebas imposibles de superar. Todos fallaron. Sin embargo, tal fama de belleza inalcanzable llegó al oído del emperador, el cual fue a comprobar con sus propios ojos la verdad de este rumor.

Ni el mismísimo emperador pudo resistirse a los encantos de Kaguya Hime.

Luego se reveló la razón por la que Kaguya Hime no aceptaba ningún pretendiente. Resultó ser hija de la luna, que bajó a la tierra a cumplir una penitencia y, ya pasado el tiempo, debía volver.

Esto entristeció al viejo y, mucho más, al emperador, el cual hizo lo posible por impedir el traslado de la princesa lunar a su verdadero hogar. Mas todo fue en vano. Luego de dejarle una pastilla para la vida eterna a sus padres terrenales, y una carta al emperador, Kaguya Hime partió a la luna para nunca más volver.

Sus padres no querían ser eternos sin su hija, así que le dieron la pastilla al emperador. Éste, tampoco interesado en el bien de la vida eterna sin Kaguya, quemó la píldora, junto con una carta de respuesta para la princesa, en la cima del monte Fuji, el lugar más cercano a la luna en Japón. Desde entonces se puede ver un hilo de humo que asciende desde el monte a la luna, las palabras eternas del amor del emperador por Kaguya.

Este cuento, lo sabrán muchos, no es mío. Lo he reescrito – mala maña de cuenta cuentos – para que lo pudieran leer en el blog. Aun así, a los más interesados, les dejo links en donde pueden encontrar una versión en inglés y una versión en español del mismo cuento.

Aquí en inglés
Aquí en español

Se trata de Kaguya Hime, o "La hija del cortador de bambú": uno de los cuentos más representativos del folklore japonés, y data del siglo X. Tiene relación con otro cuento llamado Banzhu Guniang, así como con millones de referencias en el cine, en la literatura, en los videojuegos y en el manga. ¿Cómo no ha de tener relación, si todo en la luna es espejo?

La verdad es que me he encontrado con el cuento en el libro “Mi nombre es Sei Shônagon” de Jan Blensdorf, el cual retrata una interesante estampa del país del sol naciente.
Más sobre la luna y Japón, y sobre lo que la luna tiene la costumbre de traer en las noches, pueden encontrar en el blog Margen del Yodo, de Aurelio Asiain.

Finalmente, les dice este loco que a veces le habla a la luna, no le envíen tantos mensajes, tantas cartas quemadas en altos montes… ella escucha mientras menos se le habla.


The Bamboo Princess by ~flightless-angel on deviantART


Carlos J. Díaz
Kaze

jueves, octubre 16, 2008

The western world has rejected the western world

"Reviéntale los dientes contra una pared" Me dijo que le dijo a su hijo después de que éste, con un incisivo roto, le explicó el por qué ya no tiene su sacapuntas y el juego de colores que ella le compró "con su dinero que tanto le había costado ganar". Yo, no dejándole ver como morí un poco por dentro, me limité a seguir escuchándola.

- Es así – Dijo – es que mi hijo es muy pendejo. Se deja quitar las cosas por los compañeritos de clase. Me dice, el muy bobo, que se los presta porque no tiene nada. Y yo le digo “Antonio, pero eso no es mi culpa. Yo te compré esas cosas a ti con mi dinero y eso me cuesta mucho trabajo. No me importa que ese niño no tenga nada, de ese niño se tiene que ocupar su madre y no tú”. ¿Has visto, chico? Es que todavía no tiene la malicia que se necesita para vivir.

- Pero no le mates la nobleza, así no – Dijo un compañero de trabajo que también escuchaba el discurso – Enséñale a ser malicioso, pero no le mates la nobleza. Es por eso que el sueño de los cuentos de hadas de Disney no se cumplen.

- Ay no, yo no quiero un Peter Pan ni un bicho ahí de colores ni nada. Eso es bonito es pa’ verlo. El mundo de hoy funciona muy – y mientras decía ese “muy”, taladraba el oído con la agudeza del tono – distinto.

Cerré los ojos por un instante y, como gota en el agua, caí en el futuro. El niño ya ha crecido y le ha echado agua, todos los días, a la semilla que plantó su madre ese día que le enseñó cómo vivir. Sin embargo, algo no cuadra, el suelo en donde está sembrada esa semilla no parece fértil: su corazón pendejo es demasiado noble. Todo él es contradicción, todo él es choque.
Quiere y no quiere, hace y no hace, y de tanto ir y venir no le queda de otra.

Entonces…



martes, octubre 14, 2008

La luna en el agua 01



La primera vez que vi la imagen de Devendra Banhart pensé que era una persona árabe o del medio oriente. Su tupida barba, como anaquel en árbol viejo, parecía guardar infinitas historias. Sorpresa sentí al saber su corta edad y su procedencia. Es Venezolano como yo.

La segunda pasada de mis ojos por su imagen fue más profunda. Me atrevo a decir que esta vez participaron mis otros ojos, los que ven las cosas que no se ven; y vi a un ser iluminado. Su sonrisa, de niño diciendo la verdad, me daba paz.

La tercera vez fue para leer lo que decía la entrevista que, en una revista de domingo, mostraba sus rostros. Confirmé lo que mis otros ojos me dijeron. Sus respuestas estaban escritas, sin embargo, podías escuchar la serenidad de su voz, la tranqulidad ante las preguntas, la entrega al flujo secreto de la vida, a ese río misterioso.

La cuarta (o carta) vez escuché esta canción, y comprendí que me hablaba.

Los que me conocen, o los que me leen, saben que la luna habla conmigo de vez en cuando, que entre luces moradas me cuenta las historias de su pasar por el pasillo celeste. Saben también - y si no lo saben, les cuento - que La Luna es una de mis cartas favoritas del tarot. Y me parece sorprendente que el señor Devendra, muy probablemente sin intención, retratara el espíritu de esta carta en esa canción. Como podrán ver, la luna en el tarot es un ser que reposa en un mundo de sombras, que espera algo, que es llamada o respetada o guardada por un par de perros por los que todos hemos sido despertados alguna vez; y que es guardiana de un mundo ulterior que no podemos ver, pero que, tal como todo en el reino de la luna, si cerramos los ojos, podremos sentir.

Luego viene Devendra, fluyendo en el río, "es el perro a los pies" y se queda sin nombres. Canta esta canción con la luna, y de manera que no prentendo explicar aun, la luna lo puede escuchar. Yo también siento que, a veces, espero a alguien que se "denamora".

Espero, verdaderamente, que bailen eternamente en el mundo que nadie nunca dibujó.

Aquí les dejo la tonada del amigo Devendra.



Y como dirían los finales de capítulos de series ochenteras y noventeras "esta entrada continuará..."

Carlos J. Díaz
Kaze


martes, octubre 07, 2008

Sueño 23

En vista de que se acabaron mis vacaciones, me dispongo de nuevo a escribir para los pocos que leen este blog y, más especialmente, para mí mismo. Comenzaré dejando un texto antiguo que, como invocación, prentende ser una cuerda que me saque del barro. No, no pregunten cuál barro. Sólo sientan.


No recuerdo haber abierto la puerta para cuando entré. Ya estaba dentro de todos modos, siempre lo estuve. Todo estaba hecho de ecos. Absolutamente todo. Mi respiración incluso era un eco de todos los tiempos.

Era un colegio. Una institución estudiantil que no tenía forma. Una academia llena de ecos, de paredes deshojadas.

De cenizas. De polvo.

Junto con el frío, me daban la bienvenida un verde claro, un blanco que perdió su juventud, arcoíris y niños felices mal dibujados, niños dibujados mal felices.

Un reloj de péndulo que está paralizado hacia la izquierda.
Un pupitre tan rayado que los mensajes se perdieron en la madera ajada.
Ventanas que pestañean la luz con polvo.
Yo.

- Has tardado – Dijo Andrea, porque ella no tiene otro nombre – Aquí tienes tu hoz – Y extendió ante mí una guadaña negra, preciosa, brillante, muerta. Ella vestía de luz. Andrea era luz – no digas nada. Mira, mira a los niños jugar.

Asomo mi mirada por la ventana. Veo un parque de niños: Rueda, puente, columpios, toboganes; en el centro de todo hay un pozo cuya luz reflejada en el agua describe la vida de su entorno que, tal como ella, está paralizada.

- Ya viste suficiente, es hora de que canten los pajaritos. Vamos, vamos, ¡a perder la vista!- Me regañaba con una dulce sonrisa.

Andrea, ella, tomó una venda, y la amarró a mis ojos.

- Despierta


Carlos Díaz
Kaze

miércoles, agosto 06, 2008

Semana de cortos animados VIII

Y bien, con los ocho días se cumple la semana. Aquí les dejo el último corto. Aunque la recepción que tuvo esta semana me deja ver que debo subir piezas de mi colección de cortos más seguido.

Si comenzamos con la llorona, terminamos hasta los huesos. Esta pieza es del mismo creador y es la antesala de La Llorona. No haré comentarios extras acerca de este, pues con lo que le escribí al primero bastará. Hasta la próxima semana, cuando suba mi post regular semanal. Muchas gracias por la asistencia.

Hasta los huesos.




martes, agosto 05, 2008

Semana de cortos animados VII

La legende de la pierre qui tourne.




En mucho sentidos sigo bloqueado, más que cualquier otra cosa por las piedras que he decidido cargar conmigo. Todas son para constuir una linda torre que me lleve a un mundo distinto. Y lo sé bien, no puedo cargar con todas las piedras a la vez, debo ir poniéndolas una a una para ir montando la torre: la torre no se va a hacer de un solo golpe o de un solo suspiro. Pero sigo insisitiendo en llevar todas las rocas a la vez, pegadas a mi espalda, para tirarlas un solo sitio esperando que, al caer, formen la torre deseada.

Pero ¿Sabes qué? no lo hará, y no me importa. Y me cansé de ser Sísifo. Lo declaro: No soy Sísifo, ¿Me oíste? No lo soy, nunca más.

Ya estoy en un mundo distinto.

"Y yo ya no soy ya"



Carlos J. Díaz
"Kaze"


El corto es de la autoría de Melanie Climent, junto con Eloide Fraysse y Enilie Frezet

lunes, agosto 04, 2008

Semana de cortos animados VI

Saltando.




Bounding.





Sí, es el mismo corto, en inglés o en español según prefieran. Nos llega de la mano creadora de Pixar Studios (se les nota)

Lo que me atrajo de este video fue el interesante mensaje... cuando caes es para rebotar.

Yo seguiré con mi traguito de refresco, disfrutando del suelo.

sábado, agosto 02, 2008

Semana de cortos animados IV y V

Antes de comenzar con los cortos de hoy, ofrezco mis disculpas por no haber publicado del día de ayer. La verdad es que fue un día divertido, y es por eso que el corto que coloco hoy en honor a ese día tiene la índole que tiene. Lo cierto es que, por no haber ofrecido ayer el corto correspondiente, hoy ofreceré dos. Enjoy.


Penguin.






Sólo tengo una palabra que decir a esto: Humanidad.


Realizado por Pierre Coffín




Le moulin.




En alguno de los caminos, quizá en una isla de cinco puntas cualquiera, me encontré con la vieja idea de que el aire es la mente y así mismo el agua es la emoción. No parece extraño, pues los algunos místicos estudiosos de los cuatro elementales: aire, fuego, agua y tierra; están deacuerdo con esta opinión. El aire es como la mente y como la espada, tiene filo y no sabes a dónde va a cortar, es invisible y, cuando quiere, imperceptible y nadie lo puede agarrar. El agua, por otro lado, como la emoción, es flexible y flexora a la vez, de humores y de flujos, se puede ver, tocar, sentir, pero no atrapar. Teniendo por entendido esto, y visitando la isla de este corto, hay mucho que pensar. La vida de la isla era movida por un molino de viento que, cuando se le safó una tuerca a uno de sus piezas, desencadenó acciones que lo transformó en un molino de agua. Si cambiamos las palabras por los símbolos... se pudiera decir que la vida de la isla era movida por un molino de mente o pensamiento que, cuando se le safó una tuerca a uno de sus seres, desencadenó acciones que lo transformó en un molino de emociones.

Es donde el señor Lee nos afirma, Be Water my friend...

Florian Thouret es el creador de esta bella pieza.

Hasta una próxima.

Carlos J. Díaz
"Kaze"

viernes, agosto 01, 2008

Semana de cortos animados III

Entre tus brazos.



Tantas tonterías podemos decir sobre amar. Tantas tonterías nos enseñan sobre amar. ¿Qué sabemos realmente?

¿Cuánto olvidamos realmente?

La entrega, señores, la infinita entrega. Recuerdo esa entrega, mientras tomo lo queda de una botella vieja de Coconiz. Bailo un tango con mis recuerdos.

Edouard Jouret, Matthieu Landour y François-Xavier Goby son los creadores de esta pieza.


Carlos J. Díaz
"Kaze"



miércoles, julio 30, 2008

Semana de cortos animados II

Le Cafe.






Si antes tomamos tequilita con la pelona, tomemos un cafecito ahora con el materialismo que nos está convirtiendo a todos en tornillos. Bueno, como yo persigo palomas, sigo inmune a convertirme en tornillo (deberían intentarlo, es una terapia deliciosa); sin embargo, de vez en cuando, me tomo mi buen negrito: con tres cucharaditas de azucar.


Las personas que sepan francés entenderán mejor este corto de Emilie Tarascou y Stéphanie Marguerite. Sin embargo, aun sin entender francés, se hace bastante claro.



Y bien ¿Cuantas cucharaditas de azucar desean?

Carlos J. Díaz
"Kaze"

martes, julio 29, 2008

Semana de cortos animados I

La Llorona.






Este es un corto que econtré mientras paseaba por los bares de las muertes. Sí, laS muerteS... porque hay tantas muertes como pares de ojos, aunque todas son parte de la misma empresa. El corto es de René Castillo, y la majetuosa voz es de Eugenia León.

Tómense un traguito con la conversación es que escuché de lejos por estos lares.

“Ven, tómate un trago” Le dijo la pelona, toda esquelética, al shinigami y su buen traje “Vente, Intenso, que la vida es corta y tú y yo lo sabemos. Que yo me bebo este tequila por todos los que me he llevado, y tú deberías tomarte el tuyo. ¿Qué quieres? José Cuervo es una buena opción. Cómo hace olvidar, y me castañea los dientes, Intenso. Vente Intenso, ¿O prefieres otro tipo de tequila? No hay nada mejor que un tequila, no. Ni siquiera tu Sake de arroz le gana al fuego, al rojo vivo de mis huesos después de un traguito. ¡Vente Intenso! ¡Vente! Que un trago no le hace mal a los vivos, menos a los muertos. Hasta ellos, los que nos llevamos, a cuchillazos o a gritos, se toman un traguito por ti y por mí. Se toman un trago para matarnos, matarte y matarme, para matarse y matar lo que llevan dentro. Sí, Intenso, llevan mucho dentro. Piénsalo Intenso, que les hacemos un favorcito. Le sacamos todo lo que tienen dentro, pero todito, y luego son eso, un buen tequila, un buen olvido. ¿Por qué tan serio, Intenso? Que no hay cosa más graciosa que esta: que nos los llevemos a ellos que toman para matarnos, para deshacerse de lo que tienen dentro, y para deshacerse. Se deshacen Intenso, y por eso hay que reírse, porque si lloramos nosotros también, ya somos mucho llorando, Intenso. Por eso Intenso, para que tú también mates todo, y matemos todo chico, y aprendas a reír, chico, que la vida es corta, cortica, como para cargar con carne y duelo en el pecho. Échalo al agua Intenso, échalo al agua, que la noche es larga.”


Carlos J. Díaz
"Kaze"

Semana de cortos animados


Je fais du cinema by *recycledwax on deviantART



Amigos,

Quizá porque lo que el viento se ha llevado en estos últimos días es demasiado como para escribir simples entradas de blog, dedicaré esta semana a algo especial, más sencillo, y menos pariente de los tornados. Y ya que, en un infructuoso afán por comprender en otros lo que no comprendo en mí, buscando obras de todo tipo de arte, he recolectado una muy linda colección de cortos animados; compartiré con ustedes una semana del cine animado aquí en mi blog.

Veamos... no. No se me ocurre nombre. Cualquier cosa como "Cine del viento" puede sonar hasta más cursi que el nombre de este blog. Ni hablar de la genial "Flatulencia animada" que seguramente querrán titular los más ocurrentes lectores.


Entonces. desde ésta semana, desde hoy martes 29/7/08 hasta el próximo martes 5/08/08, todos los días, estaré publicando un corto animado por día, con algun comentario o texto corto, con coherencia o no, con azucar o con sal, sobre el corto o la vida tocando el corto.

Espero que lo disfruten :)

jueves, julio 24, 2008

Testimonio I

En el sur de la nueva Esfiria

No sé cómo fue que pasó en otras partes pero, una vez que se levantó la sábana de arena que nos arropaba, bailamos. No sabemos qué estábamos haciendo antes de que la arena se nos lanzara encima como animal bravo, se nos lanzara. Tampoco te podemos decir qué es lo que pasaba en el mundo desierto que fue todo esto antes, aunque probablemente no pasara nada. Pero sí te digo que era todo esto, desde esta mata vieja como las abuelas, hasta allá lejos donde está el mar. Ahí está el mar. Todo esto y el mar era arena, arena. Y nosotros no hacíamos nada, aunque no nos acordamos.

Ahí estaba la muerte, también, haciendo nada. Hasta que castañeó los dientes y bailó. Cuando la vimos bailar, nosotros también bailamos. Bien vestidos los unos, aquí así como estoy yo los otros. Y la muerte casi se lleva una nube por delante de un cuchillazo, pero ella sabe hacer las cosas. Baila bien, la muerte, que baila bien.
Estábamos todos, todos. Los que estamos ahora.
Empezamos a hacer lo que estamos haciendo, bailando. También seguiremos bailando, bajo la lluvia, y tocaremos música y comeremos y nos acostaremos en el barro, mojados, alegres, por el verde vivo de las hojas nuevas y porque el cielo bajó la intensidad de los colores. Por los nuevos colores, más tranquilos.
Por eso, y por todo pues, vamos a bailar otra vez. Sembraremos y bailaremos, comeremos y bailaremos, pelearemos y bailaremos, sonreiremos y bailaremos, ¡amaremos mucho mucho y bailaremos!, y hasta durmiendo bailaremos, pues. Porque no hay que perder el tiempo, o hay que recuperar el tiempo perdido ¿Y si vuelve a caer la Arena? No, no puede, mientras bailemos no puede. Así que baila, y bailemos. Mientras llueva, y siga lloviendo.
Saca la lengua, amigo, sonríe, que llueve mucho café.

Carlos J. Díaz
“Kaze”


jueves, julio 17, 2008

Capítulo perdido.



En alguno de mis viajes me encontré con una pequeñísima isla. Muy linda ella, con tres molinos rodeando un faro. En realidad era algo desproporcionada, pues estas altas y rechonchas edificaciones podrían acabar hundiendo la isla en cualquier momento, en relación al espacio que ocupaban. Parecía que la isla hubiese sido ideada para darle suelo a esos molinos y faro.


Al desembarcar no me encontré ni con pescadores ni con viajeros, ni siquiera los perennes parroquianos perfumados de ron que se pasean siempre por alguna isla poblada. Lo que pasa es que esta isla, aparentemente, no estaba poblada. Salvo por un gato que, curiosamente, estaba muy bien cuidado -¿Por quién? no importa-; y también habitaba la isla un par de botellas, posiblemente de leche, estimablemente vaciadas por el gato, que contenían en su interior un par de rollos de papel. Al desenrollarlos pude notar que eran algún mensaje para un dios arcano, o un ser especial. ¿Habrá sido el dueño del gato?


Esto es lo que ponían aquellas cartas:


I
¿ Quién es él?

No sabes si viene o si vá... en realidad nunca sabes si está... pero cuando logras atraparlo, comienzas a descubrir un mundo de desordenes incalculables dentro de él, que se asemeja a una flor que no logró encontrar su verdadero color. ¿Quién es?, no lo sé, ¿A dónde va?, donde lo lleve su mar de palabras, ¿cómo lo reconoces?, Bien... sus vestiduras son como un río de imágenes, que se desbordan en medio de un torrente; su calzado: La paz que transmite con solo mirarte; Su yelmo: su lengua, con la cual te envuelve y te sumerge; su mejor arma: una pluma de colores, que siempre está en constante movimiento y no deja de sorprenderte, porque cuando toca el lienzo, puede crear la más bella obra de arte. Obra que... al verla...encuentras en ella, la más inimaginable hermosura, de un hombre que se desnuda para tocarte con cada palabra, y llevarte a ese lugar... ¡Sí! ese lugar que solo tú y el conocen, y que van descubriendo al abismarse en un precipicio de pasiones y puertas ocultas.

¡Sí! definitivamente ese, ese, es él...

II
(Fragmento ilegible, probablemente a quien va dirigida la misiva; dice algo como Traze, Faze, Taze o Yare)


Lo descubrí... Lo vi… Nadie más lo había notado; pero yo, me dispuse saber más de ¡él! El viento…. Ese que te acaricia en medio de la nada, ese que con tan solo rozarte te lleva a los lugares más recónditos de la tierra, y que te descubre en un segundo con tan solo envolverte en su mágica belleza. Te somete, sin querer; te contagia, sin hablar; te cautiva, sin mirar y llega a endulzar todo tu ser, como esa dulce miel que cayó del panal y no encontró lugar. Él mismo, creó una fisura en mi vida, entre el antes y el después, para llevarme a encontrar ese baúl escondido, en medio de mi ser, que me recuerda que soy de oro, y lo que hay en él. No hay palabras para describir tan majestuosa experiencia… la de volverte encontrar, después de haberte perdido, en un mundo sin sentido, caminando y distraída, de mi verdadero camino; para luego contemplar el imponente despegar de esa bella alevilla, que abrió sus alas, para seguir su destino y contagiar los corazones partidos, de millones en su recorrido.

Una vez más... Gracias por ser tú.

Tenía más ganas de un desayuno que de alzar una investigación acerca de la procedencia de estas cartas, y la verdad es que las gaviotas me decían insistentemente que tenía la razón en mis ganas. A veces la procedencia de las cosas no importa tanto como su función. Sin embargo, mientras, sentado en el bar, comía huevos revueltos con un café mal colado pero muy bueno y un gato observándome comer, mis cavilaciones se mantuvieron con la carta. ¿A quién va dirigida? ¿Aquella persona, la habrá leído? Y si así lo hizo, ¿A dónde fue? ¿Sería el único habitante de esta isla? ¿Será el dueño del gato? ¿Me podré quedar con el gato? ¿Habrá un poco de sal por aquí? ¿Qué le habrá respondido?


¿Qué le habría respondido?


Dios arcano o mundana persona, aparentemente lo que era seguro es que era el viento. Y si algo he visto en mis viajes es al viento jugando en espirales, llevando y trayendo cosas, empujando y halando vidas. Mas hace un buen tiempo que no consigo un tiempo que esté vivo, ustedes saben, realmente vivo. No ese viento de entre edificios y metrópolis, que lleva consigo un perfume de buitre y concreto, de sol y acera. No, sino el viento que canta una historia, un Fush entre los árboles, un Whishs entre las rocas, un Dwilf entre las nubes. Así, un sonido de viento vivo. Seguramente estas cartas estuvieron dirigidas al último viento vivo, o revivió el último viento muerto. Lo cierto es que me imagino una respuesta:

Quieres entrar a un mundo que no tiene llaves. Que no tiene puertas. Que no tienen orígenes ni finales. Quieres, pequeña, entrar a un mundo que no tiene sentido, que no tiene tu sentido, que atenta contra todo lo correcto en esos los engranajes en donde viven tú y tus congéneres. Quieres entrar, aunque eso te desnude de toda armadura, escudo, lanza y yelmo; y aún así, quieres entrar. Quizá pertenezcas a este mundo perdido. Quizá no. Quizá estuviste de viaje, en algún sueño de infancia, donde aún no existía una razón para pensar o defender algo, donde aún no existían creencia; y se te quedó algo. ¿Vienes a buscar ese algo? ¿Quieres encontrar ese algo y quieres que te abra la puerta? Oh amiga, si yo supiera abrir la puerta la abriría para ti. Pero es que Esfiria no tiene puertas, no tiene leyes, no tiene nariz que alzar para arriba: no tiene razones de ser. Y nada de esto está mal, querida, nada de esto está mal. Así es Esfiria, mi Esfiria, la de todos mis muertos.
Lo que sí es cierto, amiga, es que he querido moverme. Sí, amiga, he querido mover mis viejas alas, mi viejo telar. He querido ser de nuevo un pájaro negro, y mucho tiene que ver tu carta. De existir una puerta, le has roto un tablón. Le has hecho un agujerito. Y gracias a eso, he de moverme, de este mundo que no es ni el uno ni el otro; de este montículo de arena, de polvo de estrellas, que cubre lo que alguna vez fue la isla de los molinos; he de moverme de este cementerio, he de buscar la lucecita de la puerta rota. Y mientras me muevo, ahí te dejo las migajas.

Por alguna razón esta carta imaginada y supuesta llegó a mis manos transportada por un soplo de viento. Sí, un curioso y pobre soplo de viento vivo, que puso a cantar los molinos una vieja canción de caballero andante o de puerta abierta. Yo, sentado, junto a un gato, observando la melodiosa orilla de la playa, dejé volar la carta.


Carlos J. Díaz

Kaze

lunes, julio 07, 2008

Juego de Niños




Hace un tiempo ví una película que se llama "Jeux d' enfants". Fue una película que me tocó, como gota de licor añejo sobre corazón solitario, y dejó su recuerdo ahí grabado.

No haré un comentario serio acerca de esta película, invito a otros seres más adecuados a hacer eso. En sustitución, dejaré en este post el poema que, un mes después de ver la película, se derramó en el papel.

Juego de niños

Juguemos al escondite.
¡No seas tramposa! Tú te la quedas
Esta vez tú te la quedas
Te toca
Y por eso te toco

Juguemos al escondite
Debes entonces contar hasta 10
5 tuyas y 5 mías
Las prendas de ropa
Que van quedando en el suelo

Juguemos al escondite
Entre bosques imaginarios
Bañados en ríos escondidos
Que nos revelan por siempre
Los secretos que guardamos

Juguemos al escondite
Que me escondo entre tus piernas
Entre los rasguños
Y gemidos
Los gritos del asombro.


Juguemos así por siempre
Por los 1, 2, 3 de los encontrados
Por los matorrales sagrados
Por las sabanas
Por ti,
Por mí.

Juguemos al escondite,
Libertad por todos.

Carlos J. Díaz
"Kaze"





miércoles, julio 02, 2008

Luciérnagas




Mientras libaba – dícese del acto de beber – solo, tal cual Li Po con la luna, me dispuse a leer unos cuantos haikus. Luego de un rato de pasearme entre los momentos que tales poemas te presentan en su comprimida forma me dispuse a reflexionar un poco acerca de ellos.


Para aquellos que no lo sepan aún, un haiku es un poema, o estructura de poema, que proviene de la lejana tierra del sol naciente, y que consta de tres versos compuestos de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente. Esta estructura hace que la rima sea un dolor de partes poco agradables de nombrar, por lo tanto, hasta el sol de hoy, no he visto nunca un haiku con rima. Sin embargo, es ésta misma estructura la que los hace muy melodiosos. Leer un haiku es tocar una cuerda del Koto. Con todo esto, mientras seguía leyendo, notaba algo interesante a pesar de tener muy mal sabor: muchas veces un haiku traducido al español sonaba como tres oraciones puestas, una detrás de la otra, respetando una relación semántica: no tenían verdadera esencia. En la mayoría de los casos, esto sucedía con traducciones que, por razones lógicas que contemplan la dificultad de relación entre los dos idiomas, no respetaban la métrica tan estricta del haiku. No eran estos ni remotamente parecidos a los haikus traducidos por Octavio Paz, quién trato siempre de cuidar la métrica; los escritos por el mismo Benedetti, quién al no necesitar traducción no tuvo ningún problema; o los leídos en el idioma original, que a pesar de no entenderse… amigos, la melodía de un buen poema habla sola.
Bashô, uno de los máximos exponentes de este género, dijo alguna vez que “un haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”. Con esas palabras pude vislumbrar un poco las razones del dilema planteado. Un haiku tiene algo de mágico. Es, sin duda alguna, sin alusión a metáfora, un momento congelado en palabras. Cada vez que lees un haiku, destapas el momento que, si tienes suficiente sensibilidad y percepción, te dará la oportunidad de la contemplación verdadera. Algo muy relacionado a la meditación y el budismo, si uno lo piensa un poco.
Después de eso se me hizo claro: lo que le pasa a esos haikus que pierden su esencia es que, al traducirlos, el momento que la magia de las palabras ha contenido en la inmortalidad se ha escapado al deformar su contenedor. Al final de cuentas, un haiku es un momento como una luciérnaga inmortal, que ha sido atrapada en una botella, inmaculada e inquebrantable, de palabras.
Aquí anexo algunos intentos garrapateados (Palabra copyright de Cesar Chirinos) de haikus que he sentido.



1

Tumba del viento.
Cuando este se muera,
Un árbol será.




2

Fotografía
Tumbada entre sábanas


Ella sonríe.



3

Las papas verdes
Yo ni sé si son papas
Ni si son verdes




4

Diosa del cielo
Entre jazmín y bosques
Nut Nuit siempre es.


5
La Anaranta
Camina por las selvas
Y besa el árbol.




6

Espesa pena
Embarra mi corazón
Que no respira.




7

Todos tímidos
Ahí se quedan los sueños
Viendo la vida pasar



Carlos J. Díaz
"kaze"

miércoles, junio 25, 2008

Sobre el verdor del bosque y la madera noruega.







Cuando terminé la novela perdí el aliento. Estuve un rato ahí, suspendido en la nada, hasta que las cosas de mi cuarto se fueron re dibujando; el mundo fue reapareciendo. Primero el libro en mis manos, ahora cerrado, cenizas; luego el sillón en donde estoy sentado, la computadora con su brillo estridente, el equipo de sonido, mis estantes, peinadora, cama, pequeño televisor en la mesita de noche, armario, paredes, cosas colgadas en las paredes, puertas, espejos y, finalmente, un techo bonito. He revivido sin aliento luego de salir del universo en donde me sumergí cuando leí Tokio Blues Norwegian Wood.

Cuando esta novela llegó a mí, gracias a un préstamo muy amable, pensé que su título refería a cualquier cosa menos a una canción de Los Beatles. Es luego de entrar en los aparejos del tiempo y memoria que cuidadosamente Murakami ha montado que empiezas a escuchar una lejana voz, una lejana guitarra, un místico sitar de una melodía perdida. Una vez empiezas a escuchar la melodía, no dejas de escucharla hasta que acaba la novela. Parece el canto hipnótico con el que Murakami atrapa a sus lectores.

La verdad es que la melodía poco tiene que ver con la magia que posee este libro. La verdadera magia está en tres elementos fundamentales.

1) El tejido: Murakami maravillosamente ha entretejido las situaciones de los personajes que nos presenta, con una gama enorme de elementos culturales y que, por razones de brevedad, no voy a enumerar aquí. Lo cierto es que esta obra, a pesar de ser una novela nipona, se entreteje con distintas obras del mundo de la literatura, de la cultura clásica y de la cultura pop de finales de los 60. Entre referencias de libros occidentales leídos y vividos por Tôru Watanabe, el personaje principal; escenas ambientadas por reconocidas y no reconocidas canciones de los Beatles, Bill Evans, entre otros; y la situaciones vividas por un Japón de la post guerra que se abre, a paso tembloroso y violento a la vez, al mundo exterior y occidental, con sus revoluciones rojas y multicolores. Es una obra deliciosa para aquél que se interese en hacer comparaciones y encontrar relaciones entre las literaturas del occidente y oriente.

2) El tiempo y la memoria: si bien en Murakami puede ser un efecto ya repetido, que seguramente en otras novelas se ha visto mejor trabajado; es un elemento muy pulido en esta específica obra del autor. Tal como un músico, juega con los silencios del tiempo, así como con sus estridencias y sus suaves melodías. Bien puede acelerar el tiempo y detenerlo, para retrocederlo y de golpe aparecer en otro momento temporal. A una primera vista uno puede intuir que esto lo hace gracias a que, durante toda la novela, uno tiene la verdadera sensación de haberse sumergido en la memoria del personaje, y de estar visitando las estepas en donde los otros personajes, bellamente delimitados, quedaron grabados por siempre en él. Así, Murakami se da el lujo de llevarte por la memoria de Watanabe a gusto propio.

3) Los personajes: Tienen vida. Y si bien es cierto que todos los personajes de una buena novela tienen vida, realmente a estos puedes tocarlos, sentirlos, amarlos. Esto Murakami lo logra sin caer en la desgracia de la anécdota: sus personajes no interesan sólo por lo que les sucede, sino por lo que representan, por su multiplicidad de sentidos y de reinterpretaciones. Cual verdadera esencia budista, los personajes reviven en sí mismos o, en los casos más maravillosos, reviven en otros. Al percatarme de esto pude imaginarme a Murakami tomando a sus personajes entre sus manos, entrecerrándolas como protegiendo a un pajarito herido y soplando el hálito de vida, siendo él en cada uno de sus personajes; para luego dejarlos ser en el papel, con una caricia.

En algunas críticas he leído que esta novela ha parecido aburrida, o fría para algunos lectores. A estos aventureros predispuestos les invito a abrir sus corazones a una cultura ajena. Puesto que la genialidad de Murakami reside en que, a pesar de la frialdad característica de los personajes influenciados por una realidad cultural evidente, logra plasmar en ellos sentimientos puros, reales, cercanos, vivos.

Una curiosidad que debo comentar acerca de esta novela, y de su notoria evidencia de contacto intercultural e interlingüístico, es el caso de la palabra Wood. Tanto en el Japonés como para el inglés, la palabra Mori y Wood, respectivamente en cada lengua, es el equivalente para dos palabras del español. Estas son Madera y Bosque. Es decir que tanto Mori en el japonés, como Wood en el inglés, puede referirse de igual manera a madera y a bosque en el español. ¿Cómo saber a cuál se refiere? Generalmente el contexto nos saca de duda. Sin embargo, en el caso de esta novela, ¿A qué se refiere Murakami? Aunque posiblemente me esté perdiendo en un detalle de la traducción, por no manejar la lengua japonesa, intuyo que en el desarrollo de la novela podremos darnos cuenta de que se refiere a los dos. Es tanto la madera del incendio que inicia el desenvolvimiento de las cenizas, como el bosque de verdor donde se puede perder el ser entre las cavilaciones existenciales. Ahora bien, esto lo entenderá mejor aquél que se atreva a adentrarse en la obra.

Recomiendo completamente esta novela, quizá la mejor como iniciación a este escritor, que abre un puente transitable, sin altos gastos de aduana, para conectar estos mundos que dicen no entenderse. Es una novela que afirma que, tanto aquí como en el Japón, todos somos humanos. Queremos estar vivos. Queremos sentir, and all that jazz.

Carlos J. Díaz
Kaze


El primer capítulo lo pueden conseguir en éste blog: Entre Shandys y Bartlebys