domingo, octubre 28, 2007

Imagenes

Las atrapé volando, cual luciernagas curiosas como diría Gardel. Aquí se las dejo:

1.-
Las palomas volaron hoy. Probablemente ayer también volaron. Vuelan todos los días ¿No? Lo cierto es que hoy lo noté. Hoy sí me di cuenta de su vuelo. De los círculos, de la comparación. Las palomas vuelan de manera circular, haciendo óvalos o curvas en el aire. Nunca se lanzan en una línea recta, a menos que aterricen. ¿Será por eso que vuelan?

2.-
Si no estuviera ese muro no tendríamos huella. Nuestras pisadas en el suelo se van como agua del río. Nuestro tiempo se va como agua de río. Puede que sea por eso mismo que construyamos cuadrados y cuadrículas: para encerrar el tiempo en esos muros. Veo ahora un muro blanco con letras rojas que reflejan un pensamiento humano. Un muro blanco humano que de fondo tiene a un árbol bailando al viento. Una huella humana que tarda un poco más en irse. Ni tiempo ni viento se pueden contener.

3.-
Desperté, vi el reloj en el cual bailaban manchitas y rayitas subiendo y bajando entrando y saliendo de la nada y del todo cuando nunca hubo tiempo en el tiempo y el cepillo y el agua con un peine que abre los ojos y entonces. Desperté.

4.-
Son dientes. Cositas blancuzcas de moléculas ordenadas y entretejidas de manera estructurada, que detrás tienen un conjunto de redes nerviosas, eléctricas, como las maquinas, y por donde siempre puede salir sangre, pus, caries, y demás cosas que hacen que la odontología tenga algún valor social. Dientes, entre un par de labios que se estiran llevando la entretejida red de músculos que halan, contraen, estiran y arrugarán en algún momento. Piel que muere constantemente, dientes que siempre están envejeciendo. Carne que será podrirá. Dientes. Son dientes. Pero igual ella sonríe, y ya no parecen dientes.



5.-
Quiero ver tres lunas, un monumento de casitas colgando de la pared de los árboles monumentales de un bosque infinito, gente comiendo capuchitas de hongos que crecen en algunas esquinas, una bola amarilla que rueda en el medio de todo y que siempre se está quemando, y una suerte de barcos que navegan en un sistema de ríos que conducen a todas partes. Pero me abro la ventana, y veo a una Maracaibo, con los tres faroles circulares de mi edificio, con las ventanas de los otros edificios también despertando, a su gente desayunando pastelitos en las esquinas, al inclemente sol que se anuncia sobre el día, y los carros sin suerte en la corriente de carreteras que se van manchando de amarillo hasta el nacimiento de la noche.

6.-
Antes pensaba que la noche estaba herida de estrellas. Que en su piel dulce ébano habían penetrado invasores mosquitos que dejaron las picadas blancas y brillantes. Que el ojo del cielo se menguaba de mes en mes por la tristeza y el dolor. Pero luego me di cuenta: la noche esta herida de luz de ciudad, que no deja brillar a sus lunares, que invasores faros han nublado a los astros, y que el ojo del cielo mengua de mes en mes por la tristeza y el dolor.

7.-
Se ríen. Están en una fiesta y se deben reír. Beben. Están en una fiesta y deben beber. Bailan. Están en una fiesta y deben bailar. Cortejan. Están en una fiesta y deben cortejar. Celebran. Están en una fiesta y deben celebrar. Sin embargo siempre me pareció que celebraban mejor los globos que se habían dejado llevar por el viento arremolinado junto a la piscina, por eso fue que yo les sonreí, les bebí, les bailé y les corteje.

jueves, octubre 25, 2007

Volví

Volví.

Aunque no estoy seguro de tal afirmación.

La verdad es que en esta esfera no se puede estar seguro de nada. ¿Lo han sentido? ¿Ustedes también? Respóndanme si sí. Respóndanme si no. Finalmente abro las cortinas, y no hay show. Soy yo, así, como me ven. Finalmente. Respóndanme por favor, mientras me quito las armaduras.

¿Lo han sentido o no? Un hombrecillo dentro de una esfera que el mismo dibujó. Ahí en medio de un puente que uno a dos extremos internos. Delante de él una puerta con símbolos extraños, detrás recuerda una puerta de la que nació él y la paz. Intenta abrir la puerta delante: no abre, intenta abrir la de atrás, ya no está. Y se pregunta si tal puerta existió alguna vez. Se pregunta a su vez muchas otras cosas, como por ejemplo: ¿Habré imaginado tal puerta? o ¿Habré imaginado el lugar detrás de la puerta? o ¿Habré imaginado la paz? o ¿Habré sido el viento alguna vez? Y ante la fragilidad de las preguntas todo se desdibuja. Está ahí, el hombre. (¿Y el niño?) Está ahí, el señor. (¿Y el ser mágico?) Está ahí, el ciudadano (¿Y el viento?). Modesto entonces se sienta y se siente humano. Se siente y se sienta humano. Siente que se sienta y sentado está, bañado en tinta pregunta, sin puerta que abrir, frente a su blog.

Lorca entonces susurra “Y seré niño gritando: ABRETE SÉSAMO” con mi lagrimita entre las manos juntas, invocando.

Este soy yo, sin cortina. No hay show. Solo yo y ustedes. Ustedes y yo. Complétenme.

Volví.