martes, marzo 29, 2011

Abandonar

No queda de otra que a veces abandonar
en plena furia,
en pleno frío
bajo el escombro de la casa aplastada.

No queda a veces de otra que abandonar
al árbol en el follaje
a la piedra en la playa.
Abandonar la ola en su retorno
al sol en plena noche,
la flor en la tumba,
la ceniza en la mañana.

Un grito de mono alerta que hemos de seguir el camino,
y no queda otra a veces que el grito
junto al brinco
del furioso mono incansable
que sólo abandonado se sienta al fin:
Sin grito.
En calma.
En compañía de todo lo abandonado,
del árbol,
de la piedra,
la ola,
la flor,
la ceniza.
Quizá también una nube,
un cielo al fin despejado
o despellejado.
Abandonar,
porque siempre estará ahí.
Y sólo abandonado
Se hace
Eterno.

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