martes, junio 09, 2009

Por estos soles (2)





Por estos soles también anduvo Jusayú, el niño shuá, que hasta ayer lunes contaba, con un español bañado de wayuunaiki, historias de su pueblo. Del señor Miguel Ángel Jusayuú siempre me han sorprendido varias cosas. El hecho de que fuera un wayúu escritor no es gran cosa, tanta cultura poseen los wayúu que lo que sorprende y entristece es que no estemos nosotros bañados de sus soles. Más me sorprendió y aún me sorprende la determinación de, después de quedarse invidente a raíz de una enfermedad mal tratada, aprender a leer y escribir en braille y de ese mismo sistema valerse para lograr sus tantos reconocimientos académicos y literarios.

También me sorprendió y cautivó la magia con la que me contó que, hace mucho tiempo, cuando los animales hablaban, existió un mapurite que preparaba tabaquitos para vender. Los preparaba y los metía en una bolsa tejida, para luego viajar a Riohacha y venderlos en el poblado. Cierto día se encontró con un conejo, aprovechado y tramposo (como todos los conejos) que lo convenció, tras varias artimañas, de regalarle un tabaquito. Al rato, se disfrazaba de un animal distinto y volvía a presentarse frente al mapurite, que todos sabemos que es corto de vista, y lo engañaba birlandole otro tabaquito. Y así continuó el conejo hasta dejar al mapurite sin tabaquitos para vender. Mas tan tonto no era el mapurite, pues pensó y pensó y logró darse cuenta de que era el conejo el que lo había engañado. ¿Cómo?, pues ningún otro animal tiene las patas tan grandes y si bien las orejas las puede esconder, las patas jamás. Entonces el mapurite armó su venganza: preparó unos tabaquitos que, como ingrediente principal, tenían la muy famosa esencia de su cola: orine de mapurite.
De la misma manera que el día anterior, llevó sus tabaquitos por el mismo camino por donde se había encontrado al conejo. No fue sorpresa cuando éste, aprovechado, se acercó al mapurite con las misma artimañas.
- No hay problema, Señor Conejo, tengo un tabaquito especial para usted por ser tan buen cliente - le dijo el mapurite al conejo con toda amabilidad.
El conejo no perdió oportunidad, tomó el tabaquito, lo encendió, lo aspiró e inmediatamente sufrió las consecuencias: empezó a estornudar infinitamente.
El mapurite, satisfecho, vio como el conejo saltó y saltó hacia el horizonte, estornudando. También, con su corta vista, pudo ver a los hijos del conejo, y los hijos de los hijos del conejo, y los hijos de los hijos de los hijos del conejo que nunca pudieron detener la maldición,. Es por eso que, aún hoy en día, se puede ver a los conejos del mundo moviendo, eternamente, la nariz.

Este sol me regaló Jusayú, desde la alta guajira, un día en el centro de artes Lia Bermudez, en donde se dispuso a contar cuentos en el marco del Primer Encuentro de Literatura Infantil Zuliana, hace ya 3 años.

Sí, por estos soles, desde otros soles, anduvo y seguirá andando, Jusayú.

*También hablé de Jusayú, y de la sala de lectura en su nombre, en esta nota.

** Este cuento también está escrito en este libro.

2 comentarios:

  1. Justo te decía que, de hecho, ya sabía de ese cuento, aunque no ubico de dónde. Da igual: la idea de los conejitos viviendo en eterna alergia me parece absolutamente adorable.

    ¿Sabes? En la tradición celta es muy común que, cuando alguien acaba de morir, se cuentan historias de esa persona... con whisky, claro. Pero siempre me ha parecido una forma hermosa de despedirse de alguien, recordando su esencia.

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  2. buena nota.
    mis condolencias a todos sus seguidores, para mi un orgullo del pueblo wayuú y ejemplo a seguir.

    tambien mis respetos a la casta Jusayú. de parte de un Pushaina.

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