miércoles, mayo 16, 2007

Vacío #2



Lo contaré de todos modos.

En un principio era el vacío. Pero ya al decir mi palabra deja de serlo, y al ser yo, entonces, no es vacío ya. Así que necesariamente el verbo se adelanta al vacío y se llena este de palabras; mis palabras, ahora en tu voz que las lee. Vamos, lee en voz alta, créame en dónde estés leyendo.

Ahora ya no es vació pues ya es. Del no-ser pasa al ser, y ahora es esfera. ¿Por qué una esfera? Pues no se me ocurre otra hermana forma que sea tan vacía: Pues la esfera no tiene lados, no tiene razones, no tiene ángulos, no tiene contrarios, ni vértices, ni nada. Y al tener nada entonces lo tiene todo. El principio y fin de la esfera siempre es el mismo, y de esta forma nacen también todas las formas. Es este ex vacío una esfera: un cuarto sin fin ni comienzo, ni techo ni suelo, ni ninguna gravedad. Pero algo sí hay en este recinto: un color. Amarillo es todo su borde, amarillo todas sus paredes indefinidas.

Recapitulando para tener todo claro y entendido: primero fue el vacío, que se llenó de verbo y este despuntó en todos sus horizontes, dibujo una esfera amarilla que creció uniformemente, como solo las esferas pueden hacerlo, y nos encontramos, intrusos, en el punto medio de este espacio esférico y amarillo. Estamos flotando, pero ¿Qué flota junto a nosotros? Solo ustedes pueden decirlo, y al decirlo, verbo, es. Al ser entonces cambiamos de perspectiva. Y está él flotando. También esta ella flotando. Pero ellos dos no lo saben, no se saben el uno y el otro en el mismo lugar, por lo mismo creen estar solos, y solos hablarán.
- Estoy – Dice él flotando en la nada – Y soy un dibujo blanco negro claro oscuro de múltiples temperaturas, mi piel es de luz, y floto.
- Estoy – Dice ella flotando en la nada – Y siento el agua en la que estoy sumergida, no me preocupa respirar porque no sé que es tal cosa, pero al decirlo lo creo, lo recuerdo y ahora me estoy ahogando, me ahogo, mi piel de espejo se ahoga por no poder respirar.
- Necesito
-Salir
- De aquí

El vacío se les hace insoportable. No los culpo. A mí también se me hizo insoportable y tuve que salir por la misma puerta. A ti también se te hace insoportable. Así que nadan y dicen y al decir hacen, pero por más que nadan nada consiguen en esa nada.

- Cierro los ojos pues ya no quiero ver – Dice él y se enrosca en su propio cuerpo de luz con sus manitas en el rostro
- Ciérrome el pecho que ya no puedo con más agua – Dice ella volviéndose opaca, siendo sombra
- Soy
- Estoy
Y al unísono los dos dicen – Existo

Al abrir ambos las manos crispadas se deshace la nada en la que están. El verbo los sacó del mar que ahora está debajo de ellos, debajo de sus pies. Si quisieran se harían un barco de palabras, pero no. Deciden decir otra cosa.

- Este mar. Hoy. En un sólo segundo se abre todo el conocimiento y sabiduría del verbo, pero mi mano no alcanza para asirlo – Dice él
- Esta mar. Siempre. En un sólo segundo se abren todas las sensaciones del mundo, pero temo que mi piel se desgaste ante el oleaje – Dice ella
- El mejor barco del mundo me es ahora inútil, pues de navegar en este conocimiento, ¿cómo haría para diferenciar cada gota?
- El vaso más profundo del mundo me sería inútil, pues de poder contener todo este conocimiento, ¿Cómo haría para ser yo tan vasta como para beberlo todo?
- Las preguntas
- Enturbian
- El mar
- La mar

Y ciertamente el mar o la mar se gira entre tus dudas, se crece y se emociona. El mar entonces da nacimiento al puente primordial, la piedra primera. Un largo puente que va de punta a punta de la esfera se eleva desde el mar, sosteniéndolos y alejándolos del agua inicial. Ahí en el puente primero tiembla todo, y en siete horizontes distintos, la nada dibuja siete estatuas parecidas las unas a las otras. Son siete seres asexuados sentados en la calma y contemplación. Son siete dorados con las manos cerca de su vientre, a algunos dedos debajo de su ombligo, en posición de como quién toma una manilla para abrir una puerta. Las manos, la izquierda siempre cerca de la derecha, están como a la expectativa de unirse, la una con la otra, para el nacimiento de algo desconocido por ahora.

La aparición de los siete dorados calma todo, incluso ellos están calmados, incluso tú estás en calma. Ahora sí, la paz es el momento, la división de divisiones ha terminado. Con el vacío listo, y una puerta al final del puente, en el punto extremo de la esfera, despierta su curiosidad, su hambre. Se acercan. Es una puerta por dónde una gran masa de seres podría pasar sin hacerse molestia, todo si no estuviera esta tan cerrada como lo estaba. Las cabecitas de los seres, de ella y de él, miran hacia arriba para leer la inscripción. Mientras se dan cuenta de que las palabras son inteligibles para ellos logra descifrar: Sfyria -qué es lo mismo que Esfera- pensaron, y al pensarlo, todo quedó consumado: ellos están frente a la puerta y la puerta está frente a ellos. Sin embargo sus manos picaban, como si traviesas agujas nadaran en sus pieles, o como su una espesura de aserrín entorpeciera sus movimientos: es la desnudez de llaves. Finalmente se dan cuenta de que están desnudos y entonces este vacío termina.

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