miércoles, julio 11, 2012

Yo, II




Me como a mí mismo;
luego, por supuesto, culpa de procesos espiritogástricos:
me vomito.

Aquí está el vómito,

en el fondo.

Cristales rotos me dicen mis pies que piso.
Mis ojos hablan en negro,
y nadie entiende ese color.

No es tan malo aquí,
en el fondo.
Nada mal en verdad.

El negro te deja imaginar lo que sea:

Imaginar por ejemplo
el interior de la botella de mi bella genio.
Que yo ni bella ni genio.
Pero igual,
cojines.

Es cómodo en el abismo,
porque no tienes a donde caer.

(Y no me vengan los apurados
los de las piernas rotas
los de infiernos bogotanos
a desprestigiar mi infierno dorado)

Los vi en la India y me hablaron del infierno de verdad.
Los vi en Sri Lanka y me hablaron del infierno de verdad.

Vi al infierno en un océano que no se movía,
y hasta ese era cómodo.

Va, que todo infierno es cómodo, y por eso nos quedamos ahí.

Ahora, que se joda la comodidad.

Ustedes, los que van cayendo, hagan espacio.

Me pica la espalda (qué incómodo)
que me salen alas.

Allá voy, pues.

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