viernes, julio 27, 2012

Notas de Esfiria IV: Ancianos

Hay, como es de esperarse, muy pocos ancianos en las tierras de Esfiria, y pocos tienen la suerte de conocer a los pocos que hay. Todo esto porque, pues, para llegar a ser anciano es necesario vivir demasiado. No muchos años, no. No muchas noches, tampoco. Simplemente hay que vivir demasiado. 

Se puede vivir demasiado en apenas dos días. 

Se puede vivir muy poco en 30 años. 

Y la vejez llega con una suerte de iluminación particular. 

Se cuenta que hay un anciano en los desiertos, vagando (porque esto hacen los ancianos), y divirtiéndose con los viajeros que encuentra a su paso. Si ve a alguno, cuentan, le pedirá permiso para ver su espada. La tomará entonces entre sus manos y la detallará lentamente. Sonreirá y dirá "Ya veo. Tú también crees eso". Y sin decir más seguirá su camino. 

Los ancianos no tienen espada, o la tienen en todo el cuerpo. La verdad de los ancianos ya no es una, sino una integridad con todo lo que ellos son. 

Por lo mismo, nadie intenta debatir con los ancianos. Aún se cuenta de tontos que perdieron su espada contra el mísero dedo del viejo al que atacaron; y es que es eso: la piel de los ancianos guarda toda su historia, y por lo tanto ha sido forjada con el más fuerte mazo. 

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