lunes, marzo 09, 2009

No sé en cuál escuché el eco de cuál.


En un arranque por leer poesía de la primera mitad del siglo pasado, revisé los poemas de María Calcaño. No estoy muy acostumbrado a leer poesía zuliana, así fue trago de licor desconocido para mí. Nada mal, sin embargo. No tardé mucho en embriagarme dulcemente. Sobretodo con un eco de no sé qué, de otro poema de Aurelio Asiain, que al leer al Calcaño, recordé.

Aquí el poema de María Calcaño:

¡Qué fina arena pisas que no rompe tu aliento!
donde se acuesta el viento
i hai una llamarada interna
que quema las voces.

Como los pájaros se duerman
caerá una lluvia fina sobre tus pasos
i alumbrarán mis hombros
i estaremos silenciosos
para que la risa nos dure.

¿Habrás de ser tú
el que buscará mi corazón?
¡Qué linda es la noche
sobre tu boca sin preguntas!

La espuma del mar salpicó tus miradas
cuando me amaste.

La lluvia te brilla en la boca
cuando soplan los vientos
i se llevan las nubes
tus pasos leves con la arena.

Te cubriré el rostro
con mi brazo desnudo.

María Calcaño, 1940

Y este el poema al cual me recordó:

DE QUÉ MODO SE ESCRIBEN LOS POEMAS

De qué modo se escriben los poemas,
no sabría decirlo y sin embargo,
como en el duermevela, la otra noche,
el sueño me vencía mientras riendo
me llamabas al día y yo bogando
entre dos aguas respondía es verde
la hiedra a tu pregunta por la hora
de irnos, y es tan lenta: desde dónde
me reía contigo agradeciendo
tenerte aquí a mi lado todavía
donde yo peso ahora y tú pesabas
cerca entonces, fluyendo, desde dónde
al disiparse me llamaba, urdimbre
de mi lumbre saciada, la espesura
sonámbula de sílabas de vaho
movida por la luna y la redonda
plenitud de tus nalgas en mis manos,
fruto de luz madura entre las sombras
donde sediento bebo sin saciarme
de ti, sumido en ti y a tus orillas
siempre llevado, a mis orillas, alba
de mí lo que no llamo con mi nombre
aunque lo llame mío ya en tu lumbre
desposeyéndome: saliva, labios,
humedad de mi aliento y ese tacto
mío con que te tocas, desde dónde
llamándome a mi pulso, mi extraviado
temblor de agua profunda en la que eres
estrellas en silencio, luz del fondo
en un pozo por el que yo desciendo
lamiendo las paredes, lenta fiebre
que busca demorándose la oscura
nuez de tu ano y tu sabor de savia:
yo soy en ti la hiedra y la adherencia
sedienta desatada, soy la oscura
avidez de lo oscuro, soy la lengua
y la sed reclamándote a la lengua
de tu piel, soy el hambre a la deriva
devorándose, lengua que claudica
de las palabras y mudez que guía
la voz del extravío, espesa urdimbre
que la luna evapora, soy la sombra
y la sed, soy la lengua y no sabría
de qué modo se escriben los poemas.

Aurelio Asiain.

No, no tengo una razón específica para relacionarlos. La verdad es que, dentro, hicieron eco con un no sé qué, que se hicieron eco entre ellos.

La imagen es de Ahermin, en Deviantart

1 comentario:

  1. me gustó el de María Calcaño; y, en mi ignorancia, leyéndolos seguidos, también les encuentro una relación... y me sigo quedando con el primero.

    como también me quedo con el retrato de nefertiti colgado a tu espalda... qué belleza!!

    con tu permiso, me sigo paseando.

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