miércoles, abril 29, 2009

Supongamos




Que quiero hacer una autobiografía para Per-versos, cuyo trabajo felicito, ya que es el único notorio que se hace en favor de la literatura en la región. De hecho, hice el ejercicio de autobiografía: me dispuse a suponer, en breves líneas, el transcurso de lo poco que llevo de vida.

Supuse, por ejemplo, que cuando nací me tragué todos los tornados de esta ciudad. Desde entonces soy el viento, pero de nada de esto me entero. El viento me lo dijo cuando tenía 11 años: que yo era el viento, que él era yo y que no me quedaba de otra.

Luego, fue el crecer en donde no tenía que estar. De pie, en tierra, entre concreto, con gente de concreto y bien concreta. Yo soy el viento, un volver todo el tiempo. ¿Qué hago aquí?

Me convertí en un error. Un error que contaba el cuento de no ser un error. Contaba el cuento de ser feliz de ser la E de la calculadora. La ecuación que no da. El viento. Error. Un disque haiku.

Pero ni modo.
Del error se hace un baile,
Eternamente.

Carlos J. Díaz
Kaze


Realmente fue una lástima el no poder participar. No pude confirmar mi deseo de asistir. Felicito a los que sí asistieron que, en maneras largas, a veces enredadas, a veces pobladas de hermosas imágenes, o a veces entre imposibles cavilaciones, tuvieron el valor de contarnos algo desde quienes son.

sábado, abril 25, 2009

De los Oníricos y los Terrenales (A case of do or die)



A los amores oníricos y a los terrenales también


¿Cuál es tu amor onírico? Ese amor que pertenece al mundo de los sueños, que es uno solo en el transcurso de tu existencia, de tu andar. Que no se realiza, que no se materializa, a menos que sea por una pequeña temporada en el paraíso, o en el infierno. Ese amor de extremos que no deja que la lógica -ni sus actividades subsiguientes como el trabajo y otras concreciones- funcione; porque trasciende toda lógica, pero está ahí, porque le dio la regaladísima gana. Ese, que si se intenta realizar por completo (el paquete que incluye hijos, abuelos, y demás cosas terrenales) se deshace. Ese que no es el terrenal al cual, no se niegue, amas también; pero que a diferencia del amor terrenal, llena las páginas de tus novelas, de tus poemas, de tus lienzos, de tus pentagramas, y hasta de tus estadísticas. Ese que tiene como característica el estar flotante, el no ser correspondido, o el serlo pero no ser posible, o el ser posible y correspondido pero separados en la distancia, en los tiempos, en las personas; pero que aún con todas esas trabas no desaparece al no necesitar su presencia. Ese que puede durar sólo 3 días, pero esos 3 días durar tu eternidad. ¿Sabes cuál es?

No se malinterprete a sí mismo, amigo, amiga. El onírico no debe suplantar al terrenal. El terrenal tampoco debe tener aspiraciones de onírico. El terrenal, si así lo quiere usted en su vida, será el de la boda, de los hijos, de la familia. El buen amor. El buen muchacho, la buena muchacha. Mas el Onírico es el que duerme en el inconsciente, definiendo los contornos de hacia dónde queremos ir en nuestro camino emocional. Podría, quizá, decirse así: El amor terrenal es el vuelo, el onírico es la estrella.

Sólo los idiotas buscan el amor onírico, como un amor que se puede realizar. Así como sólo los idiotas se sientan no sólo a mirar las estrellas, sino a intentar alcanzarlas con ojos cerrados. O los escritores, a los que un solo amor onírico les basta para varias novelas, poemas, y otras maravillas. ¿Serán una sola las mujeres en las ficciones de Murakami? ¿Las mujeres en Hesse? ¿O las magas en Cortázar? ¿O las Zelda en Fitzgerald?

Pero ¿Cómo culparlos? Todavía hay gente por ahí que cree en los libros, que ve ciudades desaparecer en la neblina de los sueños apenas parten de ella, y de ella. Hasta hay gente que se cree agua, hoja, o viento.

Qué sé yo.

Y tú. ¿Qué sabes tú? ¿Sabes cuál es tu amor onírico? O mejor pregunta ¿Has estado vivo?

domingo, abril 12, 2009

En los últimos 10 minutos del domingo




Danzan los dedales y:

Queda una ventana abierta. La ventana de un cuarto que tiene un piso de vino. Piso de vino sobre el cual descansa una cama de aire. Cama de aire donde duerme una niña acurrucada. Niña acurrucada que llama a la ventana por un ser verdialado. Ser verdialado que se enreda en las sombras. Sombras que nacen en la oscuridad de los días más furiosos. Días furiosos que reinventan el mundo. Mundo. Mundo.

Otro mundo, mejor. A la segunda estrella a la derecha.

De dedales perdidos en narices.

Y ventanas siempre abiertas.