lunes, noviembre 10, 2008

La luna en el agua 05



En las noches, esas, que no están




Me salí del entramiento habitual para mirar la luna mientras tocaba una ocarina. Descubrí, con mucho agrado, que se me daba bien ese instrumento, aunque no fuese más que una réplica sacada de un juego de video. Lo cierto es que a la luna pareció gustarle mi tonada ya que, mientras tocaba, he sentido como me ha mirado ella a mí. Ah, bueno -me dije- entonces la miro yo a ella también.

Pero no pude evitar cerrar los ojos:



“Sólo para locos” Herman Hesse

Y justo después de mirar a la luna, abre la puerta y se entrega al humo, las luces tenues y todo ese jazz. Sonaba un tango, y ella estaba en la pista de baile, esperando para invocar un piso. Dejó el libro en una mesa, no se fijó de quién, y le dio la mano. Bailó el tango.

La ciudad no eras vos
No era tu confusión de lenguas
Ni de sexos
No era el cerezo que florecía – Blanco –
Detrás del muro
Como un mensaje de oriente
No era tu casa
De múltiples amantes
Y frágiles cerraduras.

La ciudad era ésta incertidumbre
La eterna pregunta ¿Quién soy?
Dicho de otro modo ¿Quién sos?

“De quién el tango” le preguntó. “De Cristina Peri Rossi” le respondió, se acomodó la falda, y se sentó. Él buscó un cigarrillo en su bolsillo y se lo dio. Ella lo encendió con el que se le acababa.

Pensó entonces en lo que le habían dicho, que la luna era un punto definitivo, ahí en la noche. Que las estrellas son puntos y seguido. Pero la luna no, la luna es definitiva. “Aja, ¿Y por qué se repite? ¿No es definitiva, pues?” Le dijo ella en medio de una bocanada de humo. “Qué se yo. Quizá lo definitivo se repite, para acabarse siempre otra vez”

Entonces se derritieron las paredes, la barra, la música, el humo. Sólo ella y él quedaron. Ella y él y un árbol que deshojaba páginas escritas. Ellas las miró caer. Él tomó una y la leyó.

“Te has ido
Y una luna sucia flota sobre el agua
Te has ido
Y ya no me queda nada por hacer
Solamente meterme al lago,
Coger con cuidado a la luna sucia
Y limpiarla con mi manga”

“De quién el tango” Preguntó ella “De Jairo Anibal Niño” Dijo él.

Entonces el piso se invocó. Era uno de agua. Él comprendió que no necesitaba tener raíces, el árbol aquél, que ya no tenía hojas sino plumas; y que ya no necesitaba mirar a la luna en el cielo, pues ella ahora bailaba, ahí, en el agua.

“… como una luna en el agua.”


Carlos J. Díaz
Kaze

2 comentarios:

  1. La noche se fuma un cigarro de viento
    y lo pasa como pipa de paz. Las estrellas siguen guindando en hilos de estambre, a pesar de que la neblina las tape.

    Kaze mo, sora mo, kitto

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  2. “Qué se yo. Quizá lo definitivo se repite, para acabarse siempre otra vez”
    Leyendo tu hermosa prosa me senti luna... a veces he sido fuego, otras mar y algunas tierra fertil que da frutos.
    Hoy solo soy luna sucia lanzada al agua... Reflejo fantasmal quízas, pero siempre brillante aun en la mayor de las osuridades!
    Hermoso escrito, he de decir, humildemente.

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