miércoles, junio 30, 2010

Escuchen a Eshun.

Me causa cierta lástima cuando veo a esas parejitas que dicen amarse, pero temen tomarse la mano en público. Que el amor y las pasiones son cosas privadas, dicen, de la intimidad. Que el cariño y el afecto no es para mostrarlo en público. Ni un beso en la mejilla, ni una sonrisa bien sembrada.

El efecto resulta más terrible cuando los individuos de esa pareja que estoy viendo son capaces de mostrar más afecto a otras personas que a aquella que profesan amar.

Que tienen miedo de amar abiertamente, parece. Que tienen pena de que los vean así, tontos, como puede poner a uno el delicioso delirio. Qué tontería.

Por eso les preguntaba, hace rato, si habían oído hablar de Eshun:

" Veinte monjes y una monja llamada Eshun estaban practicando meditación con un maestro Zen.
Eshun era muy bonita a pesar de que llevaba la cabeza rapada y un vestido sencillo. Varios monjes se enamoraron secretamente de ella. Uno de ellos le escribió una carta de amor en la que insistía que se vieran a solas.
Eshun no respondió. Al día siguiente el maestro dio una charla al grupo y cuando hubo terminado Eshun se levantó. Dirigiéndose al que le había escrito, le dijo: -Si realmente me amas, ven y abrázame ahora.-" Nada Sagrado, página 23.

Sea el amor, quizá, el lugar común mejor amoblado. Ya quítense el sombrero.