domingo, febrero 24, 2013

Invocación 1

Para ustedes, los que sí lo valen. 


Invoco a los poderosos, 
a los que nunca tuvieron casa pero siempre una almohada;
a los grandes santos de puños en llamas
y a los pequeños también.

Invoco a los ratones
a todos los insectos comiéndose tu jardín:
a todos los animalejos de buenas intenciones
y de muy mal entendido aspecto.

Invoco a los sin dientes
para mostrar
a los que muerden con la lengua afilada
para defender a los pollitos del jardín.

Invoco al fuego más rojo
al mar más azul
y a la marea humarada del beso entre ambos
a que me enseñen el camino de las montañas.

Invoco a los sabios
Benedetti, Cortázar, redoblar de tambores
llamada a la guerra de la palabra
contra el marketing y publicidad de jabones.

Invoco a todas las serpientes
que me enseñen el arte de su veneno
de su andar por el suelo 
de su salto tan oportuno. 

Los invoco a todos a un panteón único
a una clase magistral de muchos profesores
y me enseñen a vivir este rato.
Este justo rato: 

en que ando mordido por los malos amigos
por los ciegos con tijeras en las manos,
por los decididos a ser tontos y traicioneros,
por los inocentes armados hasta los dientes. 

Que me protejan, para eso los invoco. 
Que pongan en mi lengua las espadas necesarias, 
que pongan en mi corazón los menesterosos escudos,
que me pongan en puesta al sol y frente a las razones justas. 

Y como pago prometo,
que no decaeré. No mentiré. No desfalleceré. 
Hasta hacer este mundo un granito de granito mejor
de como lo encontré. 

Que no me cansarán los engaños ni las traiciones
que confiaré siempre en la gente buena
y que predicaré que siempre habrá gente buena
y que los seguiré invocando: 

a ellos, 
a ustedes, 
a mí,
a todos.

jueves, febrero 07, 2013

El muro de las maravillas

A Natalia, con el más absoluto amor, con la más pura hermandad

Desde la primera vez que escuché la canción de los Gallagher pensé que Wonderwall se refería, en traducción burda y barata de una mente perezosa, a una pared de las maravillas. Fue hace poco, me da vergüenza confesar, que descubrí tras la respectiva googleada que hacía más bien referencia a los Beatles, específicamente a Lennon al referirse a su chica Yoko Ono como su wonderful cuando lo que le salió fue la palabra que hoy titula la canción del grupo Oasis. 

Me dio curiosidad, y empecé a masticar lo que iba consiguiendo de la canción. Me sorprendió el hecho de que fuera una canción escrita por Noel a su ex esposa, ya muy lejos de él. 

Me dio risa, una sonrisita ahogada y nostalgia. Siempre que he escuchado esa canción me ha sido inevitable pensar en la misma persona, siempre. Una mujer a la que he tenido siempre en tanta admiración, estima y respeto que la vi como la mujer de las nubes, una especie de ninfa que navegaba por los cielos pintando las estrellas y los colores del amanecer. 

Escuchar la canción siempre significó desconectarme, ir a un mundo secreto y callado donde todo fuera posible, y fuera al fin posible el día en que todo regrese a ella. En que se abrieran las puertas desdibujadas a la que ha sido, después me di cuenta, una de las personas más importantes en mi tránsito por este mundo. 

Pero todos los caminos que tuvimos que transitar fueron enredados, por nuestras manos, nuestras estupideces, nuestra credulidad en una inmortalidad, rota años después ante la certeza de la fragilidad humana que llega siempre más temprano que tarde. 

No puede ser descrito aquí, jamás, con ninguna palabra, toda la cadena de daños que le hice a esta persona. Todo el rechazo, el odio fingido, las mentiras, los engaños, el tejido de negrura y desidia, el abandono terrible y la traición que le hice. Me costará años, quizá, tejerlo para purgar. Y sin embargo, mírala a ella, terca y cerca, como siempre, aquí. 

No importó tormenta, se mantuvo ahí. 

No importó maltrato, se mantuvo ahí. Bloqueando todo el mal que pudiera venir en mi camino, todo aquel que yo no pudiera soportar, dejando pasar solo lo que sirviera para aprender. 

Las cosas han cambiado, seguramente. Ahora, el amor que le profeso por todo lo sucedido, y el temple, madurez y perdón que ha demostrado, es el amor de un hermano de muchas vidas, pasadas y por venir. 

Por que quién sabe, al final sí fue en cierto modo ella la que me salvó de mí mismo. 

De todos modos, al final, sí fue mi muro de las mil maravillas. 

Infinitas gracias. Ñau. 

miércoles, febrero 06, 2013

Grito incompleto

Ya no tengo veneno,
si me cortas el brazo sangro algodones,
cuidado con una diabetes y todo.

Una pierna me tropezó con una piedra,
me reí de mi dedo gordo hinchado,
lo confundí con la tierra.

Ya no tengo veneno,
seguro.
De mi dedo nacieron todos los árboles que le faltan a la tierra.

Me dio tiempo de ver una película
al final,
y todo.

Ya no tengo veneno,
ni nada.