martes, noviembre 24, 2009

Por estos soles (10)


Foto por: Visual-Shoxx

Por estos soles celebramos a una virgen que creemos solar. También creemos que lo más representativo de Maracaibo “La tierra del sol amada” es el sol, precisamente. Pero no. El epíteto delata que lo amado en la frase no es el sol, sino la tierra, y aún así no se menciona lo más representativo, lo más simbólico de Maracaibo. No, no son los bastante representativos pastelitos. No, no son los muy simbólicos patacones. No, tampoco es la muy destacable Feria de la Chinita.

Es el lago. Y por allá, al escuchar su nombre, el lago voltea “¿Qué, yo?”

Incluso la virgen lo corrobora:

Resulta que tenemos una imagen religiosa que es una virgen. Ahora bien, esta virgen cuando se enoja –pueden preguntarle a cualquier maracucho devoto- enseguida manda “palos de agua”: aguaceros que en una tierra tan desértica como Maracaibo siempre agarran por sorpresa. Interesantes conclusiones podemos sacar de aquí:

1) Una virgen no se enoja. Tiene más la característica de una deidad.
2) Una deidad del sol no se manifiesta a través del agua.

La virgen del Chiquinquirá quizá sea más una deidad del lago, que una virgen del sol. Una deidad que está en su templo, muy cerca de su fuente, de donde no ha podido ser movida, desde donde observa cómo chupan la energía de su lago para llevarla a distintas partes del mundo. Si esto es cierto, resultaría una lástima que Maracaibo haya crecido de espalda al lago: sin sacarle más provecho que la extracción de petróleo y ser el retrete del estado Zulia, puesto que, para los que no lo saben, todas las aguas negras de este estado van a dar al lago, corroborando la conciencia ecológica del zuliano.


Me gusta imaginar al lago como una deidad tranquila y apacible, que hemos tenido la suerte de no enojar demasiado, pero que un día, de tanta basura, de tanta literal mierda que aguanta, vaya a vomitar sus cuatro verdades.


En tiempos de Feria, en donde esta deidad sirve de excusa para beber hasta emborracharse en los ahora “amaneceres reggetoneros” y actuar con más desinterés social que de costumbre; es importante tener cosas como ésta en mente.

Para más información, paséese por las etiquetas de la entrada. Ya el blog ha tocado este tema antes.

jueves, noviembre 19, 2009

Sección del Sr. H.



¿No es eso gracioso?



Que vayas caminando, la semana de la feria, y te encuentres con las ya muy graciosas pancartas promocionando la carnicería de los toros y justo al lado de estas encuentres una promocionando un espectáculo taurino infantil. ¿Acaso no es eso gracioso?

¿No es lindo?

Si tiene personas pequeñitas pegándole a los toros, payasitos y globos con figuritas - ¡mamá yo quiero una de toro! - Y el otro niño diciendo - ¡Y yo una de la oreja, yo quiero la oreja! - como premio por portarse tan bien, en un espectáculo que une a toda la familia en una tradición tan regionalísima y maracuchísima y con tanta zulianidad que no sabemos con qué se come. ¿Acaso no es eso lindo?

En serio, debe ser gracioso.


Sobre todo cuando los niños crecen con la costumbre de la sangre animal, y se conviertan en animales cazando animales, jugando a quién mata más gatos, perros, tachones, en la calle y se burla del hecho de estar manejando mal. Debe ser hilarante, maravillosamente divertido, vivir en una ciudad con gente furiosa todo el tiempo, dispuesta a pegar cuatro tiros a quien sea que se las tire de toro, o a la esposa cuando se pone con cómicas de becerro que no entiende la toreada. Ha de ser hilarante, lindísimo, ¡súper cute!


Seguro que tiene que ser gracioso, ¿no?


¿No es gracioso?















¡Pero está mal!



Y si todavía necesito explicarte las razones por la que está mal, entonces estás mal también, y debes revisarte la cabeza, o declararte irremediablemente maracucho y no tener ganas de mejorar el adjetivo.

Sr. H.

lunes, noviembre 16, 2009

Espejito, espejito...

Agradable sorpresa la de encontrarme, al regresar a la casa después de un largo día, con un libro desconocido descansando en mi almohada. Una selección poética de José Ramón Medina, uno de los poetas más interesantes de...

Miento. No conocía al tipo hasta hoy, lo que lo hace más maravilloso. Aunque ni tanto, como dicen por ahí. No es sorpresa que yo conozca de literatura venezolana lo estrictamente necesario para graduarse de la escuela de letras de LUZ, que no es mucho, digo no sin vergüenza.

Total que me encuentro con el libro tirado en mi cama, lo tomo y lo hojeo: una linda edición de Lumen, que se parece a la de uno de mis libros favoritos de koanes del budismo chan. "La cosa viene bien" me digo. Pregunto, nadie da fe del libro. Es mío entonces.

Poco después de estarle hojeando el prólogo de Eugenio Montejo (vamos, sin miedo, que a ese sí que lo conozco) me llega la noticia de que en efecto me lo habían traído a mí. ¿Me compraron un libro? ¿Al fin? ¿Finalmente un libro y no más franelas que no uso? No. Se los habían regalado en la librería por comprar los materiales para construir una maqueta del sistema solar para mi primita y como no lo iban a leer, me lo trajeron. Ah, bueno, me dije, igual me contenta. Un libro que encontraron en los materiales para crear el sistema solar. Quizá sea el manual perdido de dios.

Lo vuelvo a hojear, ya en la sección de poemas, y me encuentro con este golpe.

Este soy yo. El que mira en ese espejo sin fondo.
Ese soy yo: el pasajero de las aguas cerradas por
el lodo y la piedra. Esta es mi cabeza, mi frente
inválida, mis ojos que auscultan la profundidad de
las cosas fluviales. Este es mi pecho que late
oscuramente con ritmo que sube hasta las sienes, y a
veces duele como un pájaro violento. Estas son mis
piernas sosteniéndome en la calle, por donde voy a
prisa, sin saber quién me llama y me socorre en la
inutilidad de mis esfuerzos. Estos son mis brazos
y mis manos y los dedos con los que escribo, mientras,
a veces en la noche, pienso que es inútil toda
esta larga y despaciosa espera, como si fuera un ave
solitaria tendida en el espacio.


José Ramón Medina, Certezas y Presagios (1984)

Inmediatamente me remite a una personita que conozco, y a la que le tengo mucho aprecio; pero más que a la persona, me remite a un específico texto: "Me parezco a febrero" un texto que recuerdo estaba en este blog, pero que ahora no encuentro. Recuerdo también el haberle dicho a Evaly que yo me parecí también, según esos criterios, a febrero. Me parecí, y a la vez entonces me parecí a esto que leo.

Pasa mucho con estos texto que logran la maravilla -en el sentido viejo de la palabra- de hablar con uno mismo. A mí me parece meterse en agua profunda. Puede salir uno empapado o picado por quién sabe qué cosa. Sin embargo, igualito, así no escribas directamente de ti mismo, te pasa que un lunes cualquiera por la tarde te encuentras con con libro que te abre un espejo y pa'l agua.

Aún así, este es un espejo con destiempo. En mi caso refleja una poderosa realidad, pero antigua, como si fuera el himno de un pueblo perdido. Supongo que estas semillas de Hansel y Gretel que deja esta gente por ahí son espejitos de pueblos perdidos, invocan esas cosas que uno ya casi olvidó.

Espejito, espejito da duro, pienso. Espejito, espejito no tiene piedad. Le veo la fecha al poema: 1984. No me voy a poner a pensar como estos profetas de inodoro que están presagiando el apocalipsis de turno en el 2012; que por ser mi año de nacimiento me habla directamente a mí. Pero hay que ver que Einstein, con su lengua afuera y todo, algo intuía cuando decía que "El universo no juega a los dados".

En fin, a José Ramón Medina lo pueden encontrar en la Europa, para los que están en Maracaibo; los que están en el resto del mundo, regondéense en su amplio abanico editorial, mientras yo me fumo un arguilito verde de envidia.


sábado, noviembre 14, 2009

El hombre, la piedra y la decisión.

El hombre con sombrero salió una noche a buscar a su piedra, pero se encontró con una sorpresa: ahora había dos piedras. Quería hablarle a la piedra pero ¿A cuál piedra le hablaría? ¿Cuál de las dos sería, de hecho, su piedra? Entonces tuvo que decidir: le hablaría a la piedra, o le hablaría a la piedra. Pensó y pensó, luego pensó un poco más y decidió.

- Buenos días doña Piedra ¿Qué tal le va? – Le preguntó el hombre al espejo.

.ojepse le ne ardeip al óidnopser -…-





Carlos J. Díaz
*kaze



Nota: Recuerda ésta a ésta entrada

miércoles, noviembre 11, 2009

Iteración

Busqué el marcador "Tu cuerpo" en papagoogle a ver qué tan rayado estaba. Los resultados fueron los siguientes:

Resultados 1 - 10 de aproximadamente 4.040.000 de "Tu cuerpo". (0,18 segundos)

Tales resultados se pasean desde algunos poemas, textos médicos, canciones de algún grupo de rock hasta algun vulgar reggeaton.

¿No les ha pasado? ¿Que a pesar de tener en manos una frase tan gastada tengan la necesidad imperiosa de usarla? Seguro alguno que otro respondería que no, que podría crear otra frase, que la recursividad de la lengua o qué sé yo.

Pero ni modo, no pude hacer otra cosa. Estas palabras simplemente me estaban taladrando el día. Por eso tuve que incurrir en la iteración:


A Ana

Tu cuerpo es un jardín de botones,
Gritos que quieren descoserse en la aguja
Flores que no son flores que serán flores a mi tacto.
Y pétalos que tiemblan,
y temblores pétalos en cada erizo
En donde me enredo
Para desabotonarme
La vida.


Carlos J. Díaz
Kaze*


martes, noviembre 03, 2009

Por estos soles (09)




Por estos soles se celebrará el “tradicional” encendido de luces de la Feria Internacional de la Chinita. Se trata de un conglomerado de adornos a cada faro, cable, arbolito, arbusto, ventana, cerca, estatua, fuente o simple perro callejero con muy mala suerte; en los que abunda una exagerada cantidad de luces amarillas o amarillentas. Por ahí un tipejo creyó recitar un poema al decir que Maracaibo era la ciudad cuyo “noviembre era soleado hasta en las noches”. No es que la idea de tener más horas de sol alegre a un Maracucho, pero más o menos ilustra la idea.

El encendido de luces se lleva a cabo en el marco de la Feria de la Chinita, feria de la que ya he hablado en este blog, y de la que seguramente haré otra entrada apenas pase por las fechas clave. Sirve de excusa para todo marabino de salir a emborracharse arropado por un ambiente familiar: bullicio sudoroso y eructado, música estridente en cada esquina que no se pone de acuerdo, turba violenta pero sólo consigo misma, perrilla en cada parada, los mismos juguetes, los mismos vendedores ambulantes, los mismos colores que no haría combinar ni Cupido. Kitsch.

Sin embargo, el encendido tiene un origen más bien adorable. Sucedía en aquella Maracaibo de hace unos 10 o 15 años que cada casa de la llamada clase media se llenaba de luces en navidad. Se podía contemplar belleza luminosa, casas cuyos contornos eran adornados por luces. Aún puede verse esta tradición en alguna que otra ventana de apartamento. Lo cierto es que con el tiempo, más ladrones en la ciudad, menos luces que duraban hasta la fecha clave de navidad, menos posibilidades económicas que llevaban a escoger entre tener pesebre o arbolito o luces; fueron empujando las luces a sus periferias: o había luces dentro de la casa donde no se las pudieran robar, o que las tuviera otro que las pudiera costear. Ese otro fue el estado, cuando en uno de estos años del nuevo milenio se inventó un cuento de ser una ciudad “modernísima” y adornó la calle de Bella Vista tal como se hacía en las casas en aquellos años, y como en Maracaibo la navidad comienza en finales de octubre y se va en mayo, se encendían a mediados o principios de noviembre. Aunque no lo sepan los creadores de tal tradición, todo esto viene a cuento con la idea de, en los meses más oscuros, traer más luz. Aquellas culturas que celebran el Yule o solsticio de invierno saben más de esto. Adorable, en verdad.

Lo que no es adorable es que piensen celebrar el encendido también este año, en el que una crisis energética azota diversos sectores de la nación. No es raro, sin embargo, que al maracucho no le importe nada de esto. Tristemente, por estos soles, tenemos una tradición de conciencia anti-verde. No conservamos nada, no reciclamos nada, no cuidamos nada; a menos que nos obliguen. Basta con ver que también es tradicional el ver a la anciana maracucha lavar la acera a pleno chorro, salir de casa dejando aire y luz encendidos, el televisor encendido en la sala cuando absolutamente nadie le está prestando atención, el muchacho que se arregla el cabello dejando el chorro de agua agonizar en el lavamanos, ir manejando y botar por la ventana el vaso o envase que contenía la basura que se acababa de comer; en fin, podría enumerar hasta que se repita la prehistoria, aunque solo baste decir, para concretar el punto, que sigue siendo tradicional la matanza de toros en la feria de la chinita. Resulta la máxima ironía que, en una Feria para un santo, se asesine sin razón alguna. ¿No era que en la religión católica ya no se practicaban los sacrificios?




Esto no es una cuestión política, puesto que el planeta no toma partido en ningún bando político. Puede ser muy cierto que el problema energético sea ocasionado por mala gestión gubernamental, pero no prestarle atención y, lo que es peor, agravarlo, es como aquél que para aliviar una enfermedad del hígado va al bar a beber un traguito –ustedes saben, sirve para el dolor-.

Tampoco es una cuestión de romper tradiciones: no se trata de eliminar por completo algo que nos identifica como pueblo, es permitir que la evolución humana llegue a nosotros. Una propuesta la hace el equipo de Animanaturalis: Una Llama Anti-Taurina, que consta de un encendido colectivo de velas en una noche específica, para formar un espectáculo de luces naturales y vivas, y así intercambiar una tradición destructiva por una posiblemente constructiva. Es “cambiar las espadas por rosas”, como diría aquel grupo español Mago de Oz.

Y en cuanto a las luces, ya nos toca a nosotros, como pueblo, pensar en qué se puede hacer para mejorar esta tradición, para ver si nos queda planeta en donde seguir siendo maracuchos, en donde siga habiendo soles de los que hablar, para que Perdroso el Oso, la mascota de Cerveza Polar, no se convierta en nuestro destino.






* Una respuesta a esto la da don Exodus.